¿Somos de los que nos quedamos con las apariencias?
| Ana Bou
Vivimos en una sociedad en la que la imagen prevalece por encima de todo. Me cuido para que no me salgan arrugas, hago todo tipo de regímenes para parecerme a este o aquel influencer, actriz, actor o futbolista. Gastamos demasiadas energías, por no decir dinero, en nuestro cuidado exterior, pero ¿en algún momento hemos pensado en preocuparnos de la misma manera de nuestro interior, de nuestro sentir, o ser, de escucharnos por dentro?
Nos resulta más cómodo juzgar por las apariencias, por lo que vemos en minutos o segundos, porque tampoco tenemos tiempo en detenernos demasiado, ni siquiera a pensar… todo es ya, ¡ahora! y no nos podemos permitir cuestionarnos más, quizá por miedo a la respuesta…
Sobra decir que quizá uno de los sentidos más importantes sea la vista. Todos sabemos de las limitaciones de una persona invidente, aunque estoy segura que son capaces de ver lo que nosotros no vemos porque han aprendido a mirar desde otra perspectiva y eso es lo que nos falta a nosotros…
Nos falta saber mirar desde dentro, no juzgar por las apariencias, porque detrás de lo que podemos ver, hay mucho más. Hay una vida, una historia, una forma de ser que no podemos conocer a simple vista.
¿No habéis conocido alguna vez a alguien a quien habéis juzgado por su mera apariencia externa y con el paso del tiempo habéis tenido que rectificar? Estoy segura que estáis pensando en más de una persona…
Es importante que aprendamos a mirar. A no juzgar por esa primera impresión. No olvidemos que Jesús veía más allá de esas apariencias, acogía a cada uno tal cual era, con su fragilidad, porque todos las tenemos…