Un santo para cada día: 2 de enero San Basilio Magno (El gran legislador del monacato)

San Basilio Magno
San Basilio Magno

Asceta y contemplativo, pastor infatigable y defensor de la verdad, padre del pueblo y amigo de los desgraciados. Es uno de los Padres de la Iglesia griega, que más brillaron en el siglo IV en Capadocia y en toda la Iglesia primitiva. Hombre de muchos perfiles en los que sobresalió de manera eminente. Fue grande por su erudición y elocuencia, por sus dotes organizativas y de mando, grande como legislador, polemista y defensor de la fe. Su recia personalidad le permitió destacar tanto en la acción como en la contemplación. Por si fuera poco, le quedó tiempo para reformar la liturgia y pasar a la historia como el promotor de la liturgia bizantina o de S. Basilio, como también se la conoce. 

Nació esta figura prócer del cristianismo hacia el 329 en Cesarea de Capadocia (Asia Menor), donde su padre, oriundo del Ponto, ejercía la abogacía. De familia profundamente cristiana, su madre Emelia, era hija de mártir y hermana de un obispo, varios de sus hermanos fueron santos por lo que su hogar era lo más parecido a un templo. En su ciudad natal aprende la cultura clásica, perfeccionada posteriormente en Atenas, donde se reencontró con su antiguo amigo Gregorio de Nacianzo. 

Después de cumplir los 25 años regresa a su patria, donde queda profundamente impresionado al ver la vida que llevaba su hermana Macrina, austera como la de las vírgenes consagradas a Dios. Basilio sin embargo no estaba aún bautizado, pero comienza a ver la verdad del Evangelio y decide hacerse cristiano. Recibe el bautismo de manos de Dianios, obispo de Cesarea y decide encaminar sus pensamientos hacia la vida monástica. 

Emprende entonces un viaje a través de Egipto, Palestina, Siria y Mesopotamia. De regreso a su patria distribuye sus bienes a los pobres y se retira a Annesi, a la orilla del río Isis en el Ponto, donde funda y organiza un monasterio. En aquellas largas y duras jornadas de soledad, se dedica a la oración, la lectura y el trabajo manual. Allí aprende la Teología y sobre todo el conocimiento de la Sagrada Escritura. Gracias a él la vida de comunidad iba a ocupar el puesto que le correspondía dentro del cristianismo. Los centros ascéticos del oriente le siguen considerando como su maestro y legislador. 

Pero aunque amaba la soledad no dudaba en abandonarla para intervenir en disputas religiosas. En una de esas salidas, el pueblo se adueña de él y le presenta ante el obispo para que le ordene sacerdote y poco después, en el año 370, los obispos de Capadocia, le colocan sobre la sede metropolitana de Cesarea. En el desempeño de este cargo fue modélico; obispo de una pieza, padre del pueblo, amigo de los desgraciados, inflexible en la fe, infatigable en la caridad y seguidor escrupuloso de la pobreza evangélica. En la capital, una de las cosas que hizo fue levantar un establecimiento de beneficencia, que se llamó “La Casa de los Pobres”, conocida como “Basiliada” que era a la vez hospital, albergue y universidad.  

Luchó eficazmente contra la herejía arriana, se dedicó a reformar al clero, a los monjes y la vida de los cristianos en general. Para los monjes redacta las “Grandes Reglas” y también las “Pequeñas Reglas” con exhortaciones y consejos.  El emperador Valente viaja a Cesarea con intención de implantar el arrianismo, pero queda profundamente impresionado ante la entereza y las enérgicas respuestas de Basilio, teniendo al final que retirarse a Capadocia. 

San Basilio Magno
San Basilio Magno

Fueron pocas las obras dogmáticas y exegéticas que escribió, pero de altísimo valor doctrinal, ya fuera contra el arrianismo, o bien tratados sobre el Espíritu Santo. También se hicieron famosas sus homilías. Sus cartas reconocidas como auténticas suman unas 365, las cuales nos permiten seguir su actividad. 

 Según nos cuenta Gregorio Nacianceno, debido a su mala alimentación y exceso de trabajo, le sobrevino una dolencia del hígado que acabaría con él. Contaba entonces sólo cuarenta y nueve años de edad, cuando Falleció el 1 de enero del año 379. Sus funerales, acompañados de todo el pueblo, fueron un emotivo testimonio de su gran popularidad y santidad. Su fiesta se celebra tanto en la Iglesia de Oriente como en la de Occidente. 

Reflexión desde el contexto actual: 

El gran Basilio a través de sus Reglas de alguna forma se nos hace presente hoy día en la vida monacal, que fue y seguirá siendo por mucho tiempo la reserva espiritual de la Iglesia de Cristo.  Actualmente las Reglas de S. Basilio representan el órgano legislativo vigente en la vida monacal cristiana de Oriente   y en algunos institutos católicos de Occidente también son tenidas en cuenta.  Aunque es cierto que hoy día no existe una orden de S. Basilio “stricto sensu” sí que existen congregaciones basilianas, a cuyos miembros se les conoce vulgarmente con el nombre de “basilios”. Pablo II pudo decir: “Muchos opinan que esa institución tan importante en toda la Iglesia como es la vida monástica quedó establecida, para todos los siglos, principalmente por san Basilio o que, al menos, la naturaleza de la misma no habría quedado tan propiamente definida sin su decisiva aportación. Nos quedamos con unas palabras suyas que siguen siendo motivo de reflexión para estos tiempos que corren. Son éstas: “¿No te sientes ladrón?… No lo olvides; el pan que tú no comes pertenece al que tiene hambre; el vestido que tú no usas pertenece al que va desnudo; el calzado que no empleas es propiedad del descalzo; el dinero, que tú malgastas es oro del indigente; eres un ladrón de todos aquellos a quienes podrías ayudar”. 

Volver arriba