Un santo para cada día: 7 de enero San Raimundo de Peñafort (Patrón de los Juristas)

San Raimundo de Peñafort (Patrón de los Juristas)
San Raimundo de Peñafort (Patrón de los Juristas)

Es patrono de juristas y abogados. Copatrono de la ciudad de Barcelona junto con la Virgen de la Merced

Es patrono de juristas y abogados. Copatrono de la ciudad de Barcelona junto con la Virgen de la Merced. Su vida fue una total entrega a los supremos ideales de la santidad y el apostolado, sirviendo incondicionalmente a los intereses de la Iglesia, en uno de los momentos cruciales de su historia.

Nació en el castillo de Peñafort, próximo a la localidad de Villafranca del Penedés (Barcelona) a finales del siglo XII (probablemente en 1180). De noble estirpe, pues era hijo de Pere Ramon dueño del señorío de Peñafort y de su esposa Sara o Surina. En 1204 ya le vemos ejerciendo como escribano en Barcelona, por lo tanto, tendría alguna preparación jurídica. Hacia 1211 estudia Derecho Canónico y Derecho Romano en la Universidad de Bolonia, dedicando un tiempo a la docencia. Vuelve a Barcelona en 1220, tal vez a ruegos de su obispo Berenguer de Palau, donde obtiene una canonjía en la Catedral de Barcelona. En 1222 le encargan redactar unas constituciones para la naciente orden de la Merced y en ese mismo año viste el hábito de la Orden de Predicadores en el convento de Santa Catalina en Barcelona.

Su influencia se dejó sentir poderosamente a la hora de establecer un orden jurídico cristiano en la corona de Aragón y en la Orden de Santo Domingo. En atención a la dirección de los religiosos y la administración del sacramento de la penitencia, escribió la “Summa Poenitentia” (especie de normas para los confesores) Sus escritos fueron de gran utilidad para el ejercicio de la labor misionera y para la conversión de moros y judíos, especialmente en tierras de Mallorca, Valencia, Murcia y el Norte de África; escritos que habrían de servir de inspiración posteriormente a Santo Tomás de Aquino  en la “Summa contra gentiles”. Intervino también en muchos acontecimientos como la fundación con San Pedro Nolasco de la Orden de la Merced, o la organización de la Inquisición.

Le vemos después en Roma, al ser nombrado capellán y penitenciario del Papa Gregorio IX, influyendo en asuntos decisivos para la cristiandad, como la compilación del Derecho Canónico en 1234. Por su delicado estado de salud pidió al Papa que le dejara en libertad para regresar a Barcelona en busca de la tranquilidad de su convento, cosa que hizo en 1236. Había vuelto a su tierra, pero no pudo disfrutar de la paz y tranquilidad apetecidas. Ese mismo año asiste a las Cortes Generales de la Corona de Aragón, interviniendo en asuntos tan graves como la provisión de sedes vacantes o la absolución del rey de Aragón, que había incurrido en excomunión.

San Raimundo de Peñafort
San Raimundo de Peñafort

En 1238, en el Capítulo General de la Orden de Predicadores, celebrado en Bolonia, sin estar él presente, le nombran Maestro General de la Orden, era el tercero que ostentaba este cargo, contando desde Santo Domingo de Guzmán, el santo fundador. Al comunicárselo aceptó por obediencia y tuvo a su cargo la revisión y aprobación definitiva del texto de las Constituciones, tarea que le llevó dos años de trabajo, acabado el cual, renunció al Generalato, en el Capítulo General celebrado en 1240. Regresó a Barcelona y aún vivió otros 35 años, declinando toda clase de honores y cargos de gobierno. Siguió ejerciendo su ministerio sacerdotal, siendo consejero de muchos personajes importantes, entre ellos del rey Jaime I, durante este tiempo siguió escribiendo. No hay que olvidar que también fue confesor del rey de Aragón a quien, llegado el momento, no tuvo reparo en reprochar su conducta y oponerse a ella cuando la ocasión lo requería 

Falleció en el convento de Barcelona, casi centenario, el 6 de enero de 1275. Fue beatificado por Pablo III en 1542 y canonizado por Clemente VIII el 29 de abril de 1610. Sus restos reposan actualmente en la Catedral de Barcelona.

Reflexión desde el contexto actual:

Una vida larga y fecunda, a pesar de que en los últimos años de su vida eludiera cargos y responsabilidades. Supo “florecer” ampliamente en todas las circunstancias de la vida en las que Dios le “sembró”. Peñafort es uno de esos espíritus que trasmite seguridad. Desde nuestra perspectiva se le ve como un hombre dueño de sí mismo, que en cada momento sabe lo que tiene que hacer y lo hace con entera libertad de espíritu. En el año 1944 fue instaurada la Orden de la Cruz de San Raimundo de Peñafort, que es una condecoración con la que se trata de honrar los buenos oficios de los funcionarios dependientes del Ministerio de Justicia Español. Hay algo, no obstante, en la vida de este catalán ilustre que no se ajusta a nuestra mentalidad y es precisamente su celo inquisitorial, manifestada en la creación, instauración y organización del Tribunal del Santo Oficio en Aragón, aparte de la redacción de las  “Decretales inquisitoriales” en colaboración con la Santa Sede. En cualquier caso, habría que ser prudentes a la hora de juzgar comportamientos de ayer con criterio de hoy.

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