"Al parecer, lo bueno no tiene audiencia" Las Noticias: "Al teatro mediático del siglo XXI le gusta subir a escena con bastante frecuencia las desgracias"

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"Dentro de los canales de la nueva Televisión Digital en Cuba, los noticieros pasan 29 noticias en treinta minutos. Más que informarnos, parece que intentan aturdirnos"

"Lo triste del asunto es que el cúmulo de información no nos hace comprender mejor la realidad que nos rodea"

"Una señora que hace labores de limpieza donde trabajo me dijo que a ella le gustaría mucho irse a vivir a la Cuba que sale por la pantalla de su televisor de 8:00 a 8: 30 p.m (horario del noticiero estelar)"

"El Papa Francisco ha pedido reiteradas veces a los comunicadores católicos que salgan a las fronteras existenciales, al encuentro de los pobres, los presos, los marginados… convertirlos en titulares de las noticias que compartimos a diario"

Dentro de los canales de la nueva Televisión Digital en Cuba, suele aparecer, si buscamos como un niño impaciente con el mando en la mano, una gran cantidad de revistas y diarios semanales. En este mundo que suele correr a más de 180km por hora, los noticieros pasan 29 noticias en treinta minutos. Más que informarnos, parece que intentan aturdirnos con tanta información que fusila el pensamiento pausado y razonado. Por eso, cuando uno termina de ver ese tipo de programas, casi no recuerda ni de qué habló la encargada del tiempo. Por cierto, usted, lector, ¿sabe si mañana lloverá? 

Byung-Chul Han, uno de los filósofos con mayor audiencia en la actualidad, nos advierte que “nos entregamos a una comunicación irrestricta. La hipercomunicación digital nos deja casi aturdidos.” Lo triste del asunto es que el cúmulo de información no nos hace comprender mejor la realidad que nos rodea. Quizás incluso nos haga vivir flotando, encerrados dentro de las rejas lingüísticas del Gran Hermano caribeño, donde la verdad suele ser diseñada según el mecenas del canal o periódico.

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Una señora que hace labores de limpieza donde trabajo me dijo que a ella le gustaría mucho irse a vivir a la Cuba que sale por la pantalla de su televisor de 8:00 a 8: 30 p.m (horario del noticiero estelar). Pues, es un lugar donde no hay inflación y lo esencial parece estar al alcance de un discurso bien engordado, que diga elaborado.   

Al fin y al cabo, al otro lado de la narrativa donde nos invitan a bañarnos los medios de comunicación, hay un lector como usted y yo, deseosos de enterarnos a través de otros pensadores sobre lo que nos depara esta “nueva normalidad.” Al teatro mediático del siglo XXI le gusta subir a escena con bastante frecuencia las desgracias provocadas por mujeres y hombres. Al parecer, lo bueno no tiene audiencia. Pero, como me dijera en una ocasión el P. Jorge Cela sj: “las relaciones no pueden ser infinitamente reemplazadas por las conexiones y la ramita verde (el bien) suele crecer hasta en el desierto árido.” Desde la pedagogía ignaciana la invitación es a leer y a observar en silencio las noticias. Es un lenguaje que contiene la mejor proximidad para encontrar lo bueno de una lectura entre líneas.  

El líder de una obra eclesial que suele poner en mute el internet durante el fin de semana, solía decirnos a sus oyentes que el silencio conectivo es un lenguaje donde suele dar gusto conversar. Mientras que el ruido de la comunicación y las noticas, no resulta tan dialogante.

El Papa Francisco ha pedido reiteradas veces a los comunicadores católicos que salgan a las fronteras existenciales y, sin faltar a la verdad, dibujen una narrativa esperanzadora desde un tangible espacio de encuentro con lo diferente. Durante todo su pontificado ha dicho que hay que salir a las periferias, al encuentro de los pobres, los presos, los marginados por cualquier tipo de indolencia humana y darles la posibilidad -así solía hacerlo Jesús- de convertirlos en titulares de las noticias que compartimos a diario, en este nuevo paradigma comunicativo donde cada ser humano puede ser un viviente medio de información.  

Primero, Religión Digital

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