El bautismo es germen de filiación y fraternidad.

Domingo del Bautismo de Jesús. Año C. 13.01.2019.

Lucas 3,15-16.21-22; Mateo 3,13-17; Marcos.1,6-11.


"La fraternidad es una de las aspiraciones más fuertes de la humanidad, sobre todo desde el siglo pasados". Las ideologías empuñaron el ideal de la fraternidad. Esa aspiración es válida, sus realizaciones no tanto; "se logran fraternidades parciales, y a menudo sectarias".
"Las razones de ésto son muchas, más para el cristiano hay una importante: las ideologías tratan de hacer hermandad sin padre. De ahí su precariedad. Uno de los fundamentos de la fraternidad humana es la paternidad común de Dios, aceptada prácticamente. Podemos ser hermanos porque podemos ser hijos de Dios.
El Evangelio del bautismo de Jesús es narrado por los evangelistas en forma diferente. Pero todos coinciden en un hecho: en las palabras del Padre a Jesús: "Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto". Esta frase, un tanto misteriosa en ese momento, nos sugiere dos cosas.

Primeramente, que el Padre ama a su Hijo Jesús por sobre todas las cosas, y a través de Él ama a los hombres y al mundo. Dios Padre nos ama a cada uno de nosotros en la medida que nos ve en su Hijo, en que estamos incorporados a Jesús.
En segundo lugar, el bautismo de Jesús es figura del nuestro. En el bautismo nos hemos incorporado al Cuerpo de Cristo que es la Iglesia, nos hemos revestido de Cristo: el nos mira como hijos. Nos señala como "mi hijo amado, mi predilecto".
Ante el desafío histórico de la fraternidad, que los cristianos con más fuerza que nadie estamos obligados a construir, tenemos este aporte decisivo que las filosofías o las ideologías no pueden dar: estamos llamados a ser hijos de Dios. Dios es nuestro Padre común; la fraternidad no puede construirse sólidamente sin esta referencia. (Puebla 211, 212, 241).
Dios crea fraternidad. Ésta no es solo el producto del esfuerzo (indispensable) de los hombres por solidarizar, por reconciliarse, por establecer la justicia, por
hacerse hermanos.
La fraternidad es también el don del Padre, que nos hace hermanos de Cristo y entre nosotros. (Puebla 241).
Esto no es etéreo ni se nos da a fuerza del tiempo y de la historia. La palabra del Evangelio, que nos convoca, crea fraternidad. Los sacramentos, particularmente la Eucaristía, son la celebración y la inyección de la fraternidad en la Comunidad humana. (Puebla 918). La libertad de hijos de Dios, que hemos adquirido por el bautismo es, en primer lugar, un poder salir de nuestro yo, para descubrir al otro como otro, y no como una prolongación de nosotros mismos. Porque sin esa actitud no nos hacemos hermanos de los demás.
La fiesta del bautismo de Jesús es la fiesta de la filiación y de la fraternidad. Y es una llamada a construirla". (Paoli y Galilea: "Anuncio de la Esperanza" páginas 13-14).

Les bendice, como hijo de Dios y hermano vuestro, en comunión eclesial.

Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+


P. S. Por diversa razones, innecesarias de explicar, hoy he querido escribirles, tomando textualmente a los teólogos pastoralistas: Paoli y Galilea, en su libro: "Anuncio de la Esperanza", página 13 y 14. Es la razón de las comillas ("). También, por otras razones personales y de salud, no seguiré enviando mi escrito semanal.Éste es mi último envío. Esto se lo comuniqué al Director Don José Manuel Vidal. Espero su comprensión y aceptación. Y doy gracias a todos, acompañándolos con mi oración.
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