La llamada personal de Jesús.

Domingo Veinte y Ocho Año Ordinario B. 14.10.2018.

(Marcos 10, 17-30).


Los insto con el cariño de siempre a meditar, en Jesús, la cita evangélica indicada para este domingo.
La influencia de Jesús llegará a ustedes no tanto por la novedad de su enseñanza, sino más bien por el misterioso poder de atracción que Él irradia en toda su persona. Se trata de buscar un encuentro personal con Jesús. La experiencia indica que muchos hombres rectos y religiosos descubrieron de repente, al encontrarlo, lo que significaba ser perfectos en forma evangélica.


Hoy día el que se siente atraído por el Señor es un joven, como dice Mateo (19,18) o un hombre importante, como dice Lucas (18,18). Sea un joven o un hombre importante, lo que interesa, es que la atracción que irradiaba Jesús, los hizo acercarse a Él, para preguntarle por el camino que conduce a la vida eterna. Como siempre los animó a encontrar, a través de la oración, la respuesta. La oración constante nos hace encontrarnos con la persona de Jesús. Él nos contestará a nuestra inquietud y anhelo de ser una persona que agrade al Señor, se haga amiga de Él, y que quiera la vida eterna.

Ya desde antiguo se había hablado del camino del cumplimiento de los mandamientos, como la respuesta general, para avanzar hacia la vida eterna. Jesús no tiene ningún mandamiento nuevo de los ya indicados por siempre. Pero Jesús, sin dejar de lado el cumplimiento de los mandamientos, en un encuentro personal con Él, nos hará una "llamada personal", que será imprescindible, además de los mandamientos, para llegar al camino de la perfección que nos conducirá a la vida eterna.
Hoy Jesús nos dice que hay que seguir, por otro camino, que nos hace adoptar otra manera de ser más libre, haciéndose seguidor e imitador suyo. Al joven o al hombre importante los llama, mostrando una "llamada personal", hecha también a cada uno de nosotros, si tenemos un corazón abierto y un encuentro personal con Él; nos indicará una "llamada o vocación personal". En el Evangelio de hoy muestra un camino, una llamada o vocación, hacia la felicidad que consiste en hacerse libre:

"Solo te falta una cosa: anda, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres, y así tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme".

Jesús no dice que el rico no se salvará, sino que "no entrará en el Reino de Dios", que consiste en compartir desde ahora las inquietudes, la alegría y la libertad de Cristo. Jesús propone el desprendimiento y el seguirlo como condición para entrar en el Reino. Es decir: eso es experimentar la presencia del Dios de la vida.
¿A qué ricos se refiere Jesús? ¿No está hablando para todos aquellos que no saben compartir lo poco o mucho que tienen? Sí, ciertamente que sí. Eso podemos pensarlo, pero aquí Jesús no está condenando a quien obra mal, ni distingue entre buenos y malos ricos. Solamente afirma:

"¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen las riquezas!"

Jesús está diciendo que el hecho de ser rico en el sentido común de la palabra impide experimentar el Reino de Dios desde el interior. Y con esto no nos permite felicitar sin más a los ricos con tal de que sean espiritualmente pobres:

"Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios!. Es más fácil para un camello pasar por el ojo de la aguja, que para un rico entrar en el Reino de Dios".


Ante lo dicho, viene la pregunta de los apóstoles:

"¿Entonces, ¿quién puede salvarse?"

"Jesús los miró fijamente y les dijo: Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque para Dios todo es posible".

Esta pregunta da la oportunidad para afirmar una vez más que el hombre no se salva sólo por sus méritos. Dios salva a todos, y también a los ricos, quitándoles todo el beneficio y la seguridad falsa que les procuraban sus riquezas. Mejor todavía si ellos toman la iniciativa de deshacerse de ellas, y eso fue lo que pidió al que vino a su encuentro.

Los apóstoles, tal vez, ya habían sentido, en el encuentro personal con Jesús, un "llamado personal":

"Nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. Y Jesús le aseguró: Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por amor a mí y la Buena Nueva quedará sin recompensa. Pues recibirá cien veces más en la presente vida en casa, hermanos, hermanas, hijos y campos, no obstante las persecuciones, y en el mundo venidero la vida eterna".

Como podemos constatar, en este encuentro personal con Jesús, no sólo se refiere a la problemática del llamado a los ricos, sino más bien, se trata de un encuentro personal con la persona de Jesús, que, a todos y a cada uno, nos hará una "llamada personal".

Pero Jesús, insisto, no habla solamente de premio en la otra vida. Ya en la presente, el que se sacrifica por el Reino, respondiendo al "llamado personal", encontrará amistades, alegría y una superación humana que no podía esperar.

En Evangelio de hoy estamos de algún modo retratados todos los cristianos. Creo que el rico nos personifica a todos, pues pareciera que lo más que nos preocupa es "cumplir" los mandamientos de la Ley de Dios:

"Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?"

Yo, desde pequeño fui enseñado y formado, para "cumplir" los 10 Mandamientos, y tal vez, por mucho tiempo me he estado diciendo y ustedes, a lo mejor, también:

"Todo esto lo he practicado desde muy joven".

Y nos hemos quedado conformes y tranquilos.

Como el rico del Evangelio, olvidamos que el cristianismo es la "llamada personal de Jesús" a cada uno de nosotros:

"Sólo te falta una cosa: anda, vende... . Después, ven y sígueme".

Nosotros no somos cristianos convertidos mientras no organizamos nuestra vida a partir de la "llamada personal" del Señor. En algunos, esto significará tales decisiones y medidas; en otros, otras exigencias, porque la llamada es diversa: personal. Y esto porque el plan de Dios acerca de cada uno es diverso y muy personal.
Habría que tomar conciencia de que en nuestra vida hay que lograr avanzar y llevar adelante un "ideal personal", único, distinto para cada uno: "nuestra vocación personal". (Vocación= "llamado"). Todos y cada uno tenemos "una vocación y un llamado personal". Es una tarea insustituible en la tierra, en bien de nuestros hermanos: hombres y mujeres. Cristo nos llamó a cada uno por nuestro nombre:

"Señor,me has mirado a los ojos, sonriendo has dicho mi nombre, en la arena he dejado mi barca, junto a ti, buscaré otro mar". (Canto: "Pescador de hombres").

El rico prefirió "cumplir" sin realizar "la llamada personal". Su actitud dejó un vacío en el plan de Dios: otros sufrieron las consecuencias de esta falta de compromiso a su llamada; en este caso los pobres y marginados. Aquí tiemblo por la dureza del corazón de los poderosos y políticos de Chile, que acumulan riquezas, no siempre bien habidas, marginando e ignorando a los que sufren. Pienso en los pobres de los Campamentos, y se me ocurre, que los 4 hombres más ricos de Chile, podrían construir casas, en poco tiempo, en un Campamento , y siempre les sobraría para su bienestar. Pienso, que con un Gobierno con Economía Neo Liberal, sustentada por una Constitución fraudulenta, los pobres y los damnificados seguirán esperando. En 1987 se acuñó la frase: "Los pobres no pueden esperar". Y en Chile, siguen esperando, creando grandes conflictos: Acumulación en pocas manos, violencia, delincuencia, drogadicción, desconfianza, prostitución, desunión, agresividad, falta de fraternidad, pobreza y miseria en muchas manos chilenas. Es el "pecado social".

Nuestro ideal personal repercute en los demás. Lo que hacemos o dejamos de hacer tiene consecuencias en el bien de los otros. Porque la "llamada" de Jesús no es sólo para beneficio nuestro.

Es muy importante dejar con claridad meridiana: "nuestra felicidad coincide con el cumplimiento de nuestra llamada personal". Pero no sólo eso; nuestra vocación es siempre social; está al servicio de la fraternidad, de la justicia y de la liberación integral.
Nadie puede decir que su vida no tiene importancia para los demás; nadie puede decir que no tiene condiciones o cualidades para servir a los otros, sus hermanos.
El Evangelio es Buena Nueva porque nos entrega una alentadora verdad: Dios se fijó en cada uno de nosotros, nos llamó por nuestro nombre y nos dio la alegre misión para hacer que en la tierra haya más justicia y fraternidad.


Los ricos a los que se refiere Jesús les costará salvarse por esta razón: Se contentarán con "cumplir" sin ponerse al servicio de un ideal; porque su ideal es la riqueza.
Al final de los tiempos seremos juzgados por Dios sobre cuál fue nuestro ideal, y si fuimos fieles a él. Pues para eso hemos vivido. Amén.



Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+

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