Nuestra vida es desde ya eterna en Jesús.

Domingo Diez y Nueve Año Ordinario B. 12.08.2018.

(Juan 6,41-52).


"En verdad les digo: El que cree tiene vida eterna".


Este domingo el Evangelio de Jesús es una Buena Nueva sobre la vida. Sobre la vida de cada uno, de todo y de todos.
La experiencia indica que el ser humano que habita la tierra tiene una esencial lucha por la vida.
El hombre lucha contra todo signo de muerte; lucha contra las contiendas fratricidas porque quiere la vida. Eso lo vemos en Cuba, cuando sus habitantes se defienden contra el Bloqueo Yanqui. Y esa lucha los está llevando a un logro por la vida de esa nación. Las relaciones con EEUU están mejorando para una mayor tranquilidad de vida de todos los ciudadanos cubanos. Lo mismo puede suceder en otros países. ¿Por qué no? En Chile, en Ecuador, en Honduras, en Venezuela, en Bolivia, en Nicaragua, etc.

El hombre busca con ansiedad encontrar un buen trabajo para la vida de él y sus familiares. Se lucha contra el hambre y también se lucha por conseguir de parte de los gobiernos una buena salud que les permita vivir: se lucha contra la enfermedad. Hay gente que siente vocación desde temprana edad por la medicina y por la enfermería, y todo, finalmente va en aras de la buena vida de la gente: se busca, de una u otra forma preservar y prolongar la vida.

Uno aprecia bien a un país que busca el desarrollo, poniendo en el centro, subir los niveles de vida de sus conciudadanos, y no una economía que sólo busca el tener por el tener. También la lucha por una vida fraterna, con justicia y paz busca el mismo fin.
Muchos avances científicos buscan alargar los años de vida y alejar las causas de la muerte. Es que el instinto primordial del hombre y la mujer es vivir. Por eso, yo diría, que va contra la naturaleza humana propiciar leyes acerca del aborto. El aborto va contra la vida. Es un asesinato planificado. Tanto o más grave que un asesinato de un delincuente, o un genocidio por la guerra. ¡Se trata de un crimen contra un inocente! No es humano ni es cristiano. Hay que salvar la vida, sea tanto la de la madre como la del niño en gestación. Que los médicos y los trabajadores de la salud sea agentes pro-vida. Lo mismo, los gobiernos, los parlamentos y los políticos.

La lucha del hombre es por la vida. Se quiere vivir y se quiere que toda vida sea más humana.
Por eso, para muchos la muerte es una tragedia. Se lucha contra enfermedades para vencer la muerte. Muchas veces no se logra la mejoría y la salud de seres queridos. Se sufre la muerte.

Las palabras evangélicas de Jesús de hoy día, ante el temor y el drama de la muerte, son como una luz que se enciende y termina con la oscuridad; son una nota de esperanza y optimismo frente al drama de la muerte:
"El que cree tiene vida eterna".

Agreguemos otras citas evangélicas:

"Yo soy la resurrección y la vida, quien cree en mí aunque haya muerto vivirá. Y todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre"."Yo soy el Pan de Vida, quien come de este Pan vivirá para siempre".

Y hay más citas que ustedes mismos pueden encontrar en Evangelio. Evangelio es Buena Noticia. Entonces, ante el drama que produce la muerte, encuéntrense con Jesús y sigan su camino y encontrarán gozo en el alma de vivir y de saber que se vive eternamente.

He dicho: "saber que se vive eternamente". Lo he dicho porque las palabras de Jesús, hoy día, no se refieren sólo a que viviremos después de la muerte. Se refiere, también, a que su Evangelio no se reduce a dar vida después de la muerte, sino también, se refiere a que la vida eterna comienza en nuestra vida terrenal.


"De aquí que la Iglesia haya recibido la misión de anunciar e instaurar el Reino (Cfr. LG 5) en todos los pueblos. Ella es su signo. En ella se manifiesta, de modo visible, lo que Dios está llevando a cabo, silenciosamente en el mundo entero. Es el lugar donde se concentra al máximo la acción del Padre, que en la fuerza del Espíritu de Amor, busca solícito a los hombres, para compartir con ellos - en gesto de indecible ternura - su propia vida trinitaria. La Iglesia es también instrumento que introduce el Reino entre los hombres para impulsarlos hacia la meta definitiva".

"Ella "ya constituye en la tierra el germen y principio de ese Reino" (LG 5). Germen que deberá crecer en la historia, bajo el influjo del Espíritu, hasta el día en que "Dios sea todo en todos" (1 Cor. 15, 28). Hasta entonces, la Iglesia permanecerá perfectible bajo muchos aspectos, permanentemente necesitada de autoevangelización, de mayor conversión y purificación". (Cfr. Ibid.8c). (Puebla 227 y 228).

Podemos vivir, ya en la tierra, la vida eterna porque Jesús se ha hecho vida nuestra por su Palabra y por su Eucaristía. Entonces, digamos: Podemos vivir "plenamente" ya en la vida terrenal. "El que cree en mí tiene vida eterna".El que come de este pan vivirá para siempre".Jesús es nuestra vida. Desde ya en este mundo temporal. En Jesús ya tenemos, en nosotros, una semilla de vida eterna. En este mundo temporal, por Jesús en nosotros, podríamos decir que de algún modo, nuestra vida eterna: de resurrección comienza en la tierra.
Alguien podrá decir: ¿Y qué tiene que ver todo esto con los tormentos de la vida humana, por ejemplo: la hambruna, la pobreza y miseria de muchos seres humanos, las guerras y las graves enfermedades?
La respuesta es evangelizadora: la vida eterna que tenemos desde ya en nosotros, no es un artículo de consumo personal y privado, sino que es para la vida del mundo.
Jesús también se hace vida en el mundo, en su historia, en la sociedad contemporánea, venciendo las causas de la muerte; haciendo signos de vida, los signos de muerte.

La Escritura nos dice, en Nuevo Testamento, más o menos estas palabras: 'Porque Cristo vive en nosotros, ya no vivimos para nosotros mismos'. Tenemos que vivir para hacer un mundo de justicia, libertad, paz y fraternidad en el amor de hermanos. Hay que luchar para que nuestra vida e historia estén para la vida y no para la muerte, ya sea mía o de todos los hombres y mujeres con todas sus circunstancias.

"En el centro de la historia humana queda así implantado el Reino de Dios, resplandeciente en el rostro de Jesucristo resucitado. La justicia de Dios ha triunfado sobre la injusticia de los hombres. Con Adán se inició la historia vieja. Con Jesucristo, el nuevo Adán se inicia la historia nueva y ésta recibe el impulso indefectible que llevará a todos los hombres, hechos hijos de Dios por la eficacia del Espíritu a un dominio del mundo cada día más perfecto; a una comunión entre hermanos cada vez más lograda y a la plenitud de comunión y participación que constituyen la vida misma de Dios. Así proclamamos la buena noticia de la persona de Jesucristo a los hombres de América Latina, llamados a ser hombres nuevos con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio (Cfr. EN 18) para sostener su esfuerzo y alentar su esperanza". (Puebla 197).

La vida eterna comienza aquí y ahora. Amén


Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+
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