León XIV: "El núcleo de la preocupación de Dios es que nadie se pierda para siempre" El Papa condena la "violencia indiscriminada" en Darfur y Tanzania, y pide la intervención de la comunidad internacional
"Sigo con gran dolor las trágicas noticias que llegan desde el martirizado Darfur septentrional", señaló el Papa, quien lamentó la violencia "contra mujeres y niños", con "ataques a civiles indefensos"
"Que la voz familiar de Jesús nos alcance, y alcance a todos, porque es la única que viene del futuro. Nos llama por nuestro nombre, nos prepara un lugar, nos libera del sentimiento de impotencia con el que corremos el riesgo de renunciar a la vida"
"Sin la memoria de Jesús ―de su vida, muerte y resurrección― el inmenso tesoro que es cada vida se expone al olvido. En la memoria viva de Jesús, en cambio, incluso quien nadie recuerda o quien hasta la historia parece haber borrado, aparece en su infinita dignidad"
"Sin la memoria de Jesús ―de su vida, muerte y resurrección― el inmenso tesoro que es cada vida se expone al olvido. En la memoria viva de Jesús, en cambio, incluso quien nadie recuerda o quien hasta la historia parece haber borrado, aparece en su infinita dignidad"
La siempre olvidada África fue el objeto del clamor del Papa León XIV al término del rezo del Angelus, especialmente tras la "violencia indiscriminada" en Sudán (Darfur septentrional) y Tanzania. "Sigo con gran dolor las trágicas noticias que llegan desde el martirizado Darfur septentrional", señaló el Papa, quien lamentó la violencia "contra mujeres y niños", con "ataques a civiles indefensos".
"Un sufrimiento inaceptable a una población ya agotada por años de conflicto", señaló Prevost, quien pidió "que el Señor toque los corazones a los responsables", al tiempo que hizo "un llamamiento a las partes involucradas en el alto el fuego", así como "la apertura urgente de corredores humanitarios".
"Invito a la comunidad internacional a intervenir y sostener a quienes se entregan en la ayuda", glosó Prevost, quien también pidió oraciones por Tanzania, "donde después de las recientes elecciones, se han desatado enfrentamientos con numerosas víctimas".
Durante su reflexión previa al rezo del Angelus, el Papa reflexionó sobre la resurrección de Jesús entre los muertos, y el "núcleo de la preocupación de Dios", que no es otro "que nadie se pierda para siempre, que cada uno tenga su lugar y resplandezca en su unicidad".
Este es "el misterio que celebramos ayer, en la Solemnidad de todos los santos: una comunión de las diferencias que, por así decirlo, extiende la vida de Dios a todos los hijos e hijas que desearon formar parte de ella", explicó Prevost. "Este es el deseo inscrito en el corazón de cada ser humano, que suplica reconocimiento, atención y alegría".
Como escribió Benedicto XVI, la expresión “vida eterna” "trata de dar un nombre a esta espera irreprimible: no es un continuo sucederse de días sin fin, sino el sumergirse en el océano infinito del amor, en el que el tiempo, el antes y el después ya no existen más". Una "plenitud de vida y de felicidad: es esto lo que esperamos y aguardamos de nuestro estar con Cristo".
"La preocupación de Dios por no perder a nadie la conocemos desde dentro cada vez que la muerte parece hacernos perder para siempre una voz, un rostro, un mundo entero", añadió León XIV, quien incidió en que "cada persona es un mundo entero". Por eso, "el día de hoy es una jornada que desafía la memoria humana, tan maravillosa y tan frágil".
Y es que "sin la memoria de Jesús ―de su vida, muerte y resurrección― el inmenso tesoro que es cada vida se expone al olvido. En la memoria viva de Jesús, en cambio, incluso quien nadie recuerda o quien hasta la historia parece haber borrado, aparece en su infinita dignidad", clamó Prevost, señalando el anuncio pascual: "Jesús la piedra que los constructores ha rechazado, es ahora la piedra angular".
"Que la visita al cementerio, en la que el silencio interrumpe la agitación del activismo, sea para todos nosotros una invitación a la memoria y a la espera", finalizó el Papa, quien esta tarde conmemorará a los fieles difuntos desde el Cementerio del Verano de Roma.
"Conmemoramos, por tanto, el futuro. No estamos encerrados en el pasado, en las lágrimas de la nostalgia; tampoco estamos confinados en el presente, como en un sepulcro. Que la voz familiar de Jesús nos alcance, y alcance a todos, porque es la única que viene del futuro. Nos llama por nuestro nombre, nos prepara un lugar, nos libera del sentimiento de impotencia con el que corremos el riesgo de renunciar a la vida".