El limosnero papal se la donará a las autoridades de Leópolis El cardenal Krajewski viaja a Ucrania para entregar una ambulancia donada por el Papa a Leópolis

Papa y Krajewski
Papa y Krajewski

Por segunda vez en pocas semanas, el limosnero papal viajará a Leópolis para llevar la ambulancia bendecida por Francisco y destinada a las autoridades de la ciudad ucraniana

Ante la Virgen de Fátima", dijo el cardenal Krajewski a los medios de comunicación del Vaticano, "pedí protección para Ucrania, víctima de la guerra"

No conoce el descanso el cardenal Konrad Krajewski, que ha llegado esta mañana a Roma después de haber presidido ayer por la tarde en el Santuario Mariano de Fátima el Acto de Consagración al Corazón Inmaculado de María de la humanidad y en particular de los pueblos de Rusia y Ucrania. El limosnero se dirige a Leópolis, en Ucrania, con "una ambulancia -informó el director de la Oficina de Prensa vaticana, Matteo Bruni- donada y bendecida por el Papa Francisco en los últimos días".

A su llegada, la ambulancia se entregará a las autoridades ciudadanas, que la asignarán a la estructura más necesitada. Una ayuda concreta para la población, cuyo número ha aumentado considerablemente debido a la llegada de muchos refugiados.

El Papa y el limosnero

En el corazón de María

Ante la Virgen de Fátima", dijo el cardenal Krajewski a los medios de comunicación del Vaticano, "pedí protección para Ucrania, víctima de la guerra, pero también para la misión que me dispongo a realizar, a instancias del Papa, volviendo al país". Iré", admitió, "con el corazón lleno de esperanza", tras rezar junto a unos 15.000 fieles en el Santuario mariano, en conexión directa con el Papa en la Basílica Vaticana.

A la celebración de ayer asistieron unos 25 obispos y también el presidente de Portugal, Marcelo Nuno Duarte Rebelo de Sousa, que, como fiel, se mezcló con el pueblo para seguir el acto de consagración a María. "Toda la gente rezó conmigo la oración del Papa", subrayó el limosnero papal.

Todos tenían el texto en sus manos. De Fátima, por tanto, se elevó "un grito de paz", explicó el cardenal, para pedir el milagro del fin de la guerra en Ucrania. Con la fe", concluyó, "se detiene la guerra , y con toda mi fe voy a Ucrania para ver las consecuencias concretas del Acto de Encomienda a María".

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