El prefecto para el Servicio de la Caridad, tras un tiroteo en suelo ucraniano: "Jesús confío en ti" Cardenal Krajewski, desde Ucrania: "Por primera vez en mi vida no sabía hacia dónde correr..."

Krajewski, cuarta misión en Ucrania
Krajewski, cuarta misión en Ucrania

Hoy ha sido un día difícil en la nueva misión del cardenal limosnero enviado por el Papa por cuarta vez a Ucrania

Involucrado en un tiroteo, siguió llevando ayuda, alimentos, rosarios y la bendición de Francisco para que nadie se sienta solo en esta "guerra absurda"

(Vatican News).- Ir a Ucrania en las zonas de guerra para llevar ayuda a la gente y hacer sentir la cercanía del Papa y de toda la Iglesia: esta es la misión que el cardenal Konrad Krajewski, Prefecto del Dicasterio para el Servicio de la Caridad, enviado del Papa, continúa en su cuarta misión en suelo ucraniano, siguiendo diferentes etapas hasta el corazón del conflicto. Primero Odessa y luego Zaporizhia, con la intención de llegar a Kharkiv.

Un día especial

Hoy nos habla desde Zaporizhia, en un día que no es como cualquier otro. "Hoy es un día especial -dice- porque se cumplen nueve años desde que el Santo Padre me eligió como Elector y desde que fui ordenado obispo. De hecho, fue el 17 de septiembre de 2013 cuando recibió la consagración episcopal en una misa celebrada en el Altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana, en presencia del Papa Francisco. Y fue precisamente este 17 de septiembre, fuerte en el mandato del Papa que lo envió para estar cerca y ayudar concretamente a las necesidades de la gente que vive la absurda tragedia de la guerra, junto a dos obispos, uno católico y otro protestante, y acompañado por un soldado, quecargó su minibús con provisiones y se dirigió a donde "aparte de los soldados ya no entra nadie" porque los combates son cada vez más intensos. Allí es donde la gente está más necesitada y espera una mano amiga, ayuda y alimentos.

El tiroteo

Así que se reunieron con la gente y descargaron las provisiones, pero en la segunda de las paradas previstas ocurrió que el grupo fue recibido a tiros y el cardenal, junto con los demás, tuvo que ponerse a salvo: "Por primera vez en mi vida no sabía hacia dónde correr... porque no basta con correr, hay que saber dónde".

Al final todo salió bien y la ayuda se entregó hasta el final, incluso los rosarios bendecidos por el Papa: los que los recibieron se los pusieron inmediatamente al cuello. Fue un día especial, en este aniversario de su consagración episcopal: un día de una guerra que el cardenal calificó de "sin piedad", por la que, como ya había dicho en su última misión durante el Triduo Pascual, "faltan lágrimas y faltan palabras". Hoy, reiteró, "sólo se puede rezar" y repetir: "¡Jesús confío en ti!".

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