El representante vaticano, en el 74º Comité Ejecutivo del Programa del ACNUR Monseñor Pacho: "Los refugiados no son moneda de cambio, sino seres humanos. Con derechos"

Migrantes en Lampedusa
Migrantes en Lampedusa

En su discurso con ocasión del 74º Comité Ejecutivo del ACNUR, el jefe de la delegación monseñor Pacho, subsecretario para el Sector Multilateral de la Sección para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado, pide que se afronte la difícil situación de las personas desplazadas

Ha subrayado la dignidad humana, la fraternidad y el deber de proteger las vidas. Insiste en la necesidad de ir más allá de las emergencias temporales y trabajar por soluciones duraderas 

(Vatican News).-La difícil situación de las personas desplazadas y la urgente necesidad de una solidaridad global fueron los temas centrales del discurso demonseñor Daniel Pacho, Subsecretario para el Sector Multilateral de la Sección para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales de la Secretaría de Estado, jefe de la delegación de la Santa Sede en el 74º Comité Ejecutivo del Programa del ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), celebrado ayer, 9 de octubre, en Ginebra.

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Nombres y no números

Monseñor Pacho comenzó su intervención destacando la angustiosa realidad de más de 108 millones de desplazados forzados en el mundo. No se trata sólo de números, sino de seres humanos con un rostro, cada uno de los cuales representa una historia y una lucha única, dijo. Los conflictos, la violencia, la persecución y los efectos del cambio climático siguen provocando desplazamientos masivos, una situación que el Papa Francisco describió como una "tercera guerra mundial, librada a pedazos".

A continuación, Pacho expresó la preocupación de la Santa Sede por los conflictos en curso, en particular la situación en Ucrania y las trágicas consecuencias que conllevan, como la pérdida de vidas, los heridos, los desplazados y los inmensos daños socioeconómicos. Tales conflictos, subrayó el prelado, ponen de relieve la trágica absurdidad de la guerra.

La dignidad humana

En el centro de la posición de la Santa Sede sobre la cuestión de los refugiados está el reconocimiento de la dignidad humana como base para afrontar la crisis. "Los refugiados no son simples receptores de asistencia, sino titulares de derechos y responsabilidades", dijo monseñor Pacho, subrayando la importancia de no repatriar a las personas a países donde sufren violaciones de los derechos humanos o condiciones que ponen en peligro su vida. También reiteró las palabras del Papa Francisco según las cuales "el futuro no puede estar en los campos de refugiados".

"Los refugiados no son simples receptores de asistencia, sino titulares de derechos y responsabilidades"

Soluciones a largo plazo

A continuación, el jefe de la delegación vaticana insistió en la necesidad de ir más allá de las emergencias temporales y trabajar por soluciones duraderas a largo plazo que incluyan acelerar el reasentamiento en terceros países, conceder visados humanitarios, establecer programas de patrocinio individual y comunitario, abrir corredores humanitarios para los más vulnerables y garantizar la reunificación familiar.

Migrantes. canarias

La Santa Sede también reivindicaelderecho a solicitar asilo como una extensión de la dignidad humana y la fraternidad, alineándose con el llamamiento del Papa Francisco una vez más para "evitar que el Mediterráneo pase de ser la cuna de la civilización a un cementerio de la dignidad", dijo Pacho. A continuación, reiteró que la Santa Sede apoya firmemente el rescate de quienes corren el riesgo de ahogarse en las peligrosas travesías marítimas, por considerarlo un deber de humanidad y civilización.

No tratar a los refugiados como moneda de cambio

En este sentido, el delegado vaticano deploró las tragedias en tierra y mar, subrayando la urgencia de proteger y rescatar a las personas que cruzan el mar. Por último, señaló que derivar responsabilidades o tratar a los refugiados como moneda de cambio son signos claros de la necesidad de una acción concertada. De ahí el llamamiento renovado a un sentimiento global de fraternidad, pues sin él es imposible una sociedad más justa y una paz duradera.  

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