El purpurado y la comunidad tendrán que pagar cerca de 200.000 euros a la religiosas Ouellet, condenado por "trato vejatorio" a una monja francesa

El cardenal Ouellet
El cardenal Ouellet

Un juez del tribunal de Lorient (Bretaña) ha condenado al cardenal por abuso de poder y falta de imparcialidad por haber ordenado en la primavera de 2020 la expulsión de la monja Marie Ferréol de la Comunidad de Pontcallec del Instituto de las Hermanas Dominicas del Espíritu Santo, al que pertenecía desde hacía más de tres décadas, supuestamente por tener "mal genio"

La monja castigada, al no conseguir que el Vaticano le proporcionara datos que justificaran una decisión tan extrema, llevó el caso ante los tribunales civiles, pero el cardenal nunca se presentó a las sesiones ni nombró a un abogado que le representara

El tribunal condena a Ouellet, a la comunidad de las Hermanas Dominicas del Espíritu Santo y a las dos religiosas encargadas por el Vaticano de visitar la institución a pagar, solidariamente, la suma de 182.400 euros por los daños materiales y 10.000 por los daños morales causados a la demandante. La misma comunidad también fue condenada a pagarle 33.622 euros por incumplir su deber de socorro

(7Margens).- No todos los días se condena a un cardenal ante un tribunal civil, y menos aún si el motivo es por tratar a una monja de forma "infamante y vejatoria". Eso es lo que acaba de ocurrir en Francia y afecta nada menos que al que hasta hace poco era una de las principales figuras de la Curia Romana: el cardenal canadiense Marc Ouellet.

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Un juez del tribunal de Lorient (Bretaña) ha condenado al cardenal por abuso de poder y falta de imparcialidad por haber ordenado en la primavera de 2020 la expulsión de la monja Marie Ferréol de la Comunidad de Pontcallec del Instituto de las Hermanas Dominicas del Espíritu Santo, al que pertenecía desde hacía más de tres décadas, supuestamente por tener "mal genio".

El caso fue denunciado el pasado jueves en el diario Le Monde y en diversos medios de comunicación de Francia y Canadá, de donde es originaria Ouellet.

Según los informes sobre el contenido de la decisión judicial, el cardenal, que entonces era prefecto de la entonces Congregación para los Obispos, invocó una delegación de poder para su decisión, aunque no aportó ninguna prueba de esta delegación, a sabiendas de que estaba interviniendo en un asunto que ni siquiera le incumbía. Sobre esta base, nombró a una abadesa y a un abad de conventos franceses como indagadores de la institución, en base a cuyo informe se aplicó la sanción canónica.

La monja castigada, al no conseguir que el Vaticano le proporcionara datos que justificaran una decisión tan extrema, llevó el caso ante los tribunales civiles, pero el cardenal nunca se presentó a las sesiones ni nombró a un abogado que le representara.

Libération, por su parte, cita una carta del cardenal a la monja, que fue leída en una de las sesiones del tribunal, en la que supuestamente explicaba la cuestión del "mal genio", que se caracteriza por "la crítica sistemática [...], el partidismo y el espíritu de clan, las manifestaciones públicas de resistencia o desacuerdo, los ataques a la verdad, las conversaciones destructivas y, a veces, incluso la manipulación de las personas".

El diario añade que la situación empeoró a partir de 2011, cuando la monja Marie Ferréol denunció "abusos y hechos graves" no especificados. En cualquier caso, el tribunal considera que no se han presentado pruebas que demuestren que la expulsión se llevó a cabo de acuerdo con los estatutos del Instituto al que pertenecía, y que se impidió a la monja "prepararse moral y materialmente para tener que dejar su comunidad y su profesión inmediatamente, en pocas horas, sin volver jamás".

El tribunal demostró que el cardenal nunca habría podido presidir este proceso disciplinario vaticano porque era amigo de "una de las hermanas del Instituto de las Dominicas del Espíritu Santo, cuyas posiciones eran notoriamente opuestas" a las de sor María Ferréol

Dos denuncias pendientes

Para colmo, según la revista católica canadiense Présence, en el curso del proceso, el tribunal demostró que el cardenal nunca habría podido presidir este proceso disciplinario vaticano porque era amigo de "una de las hermanas del Instituto de las Dominicas del Espíritu Santo, cuyas posiciones eran notoriamente opuestas" a las de sor María Ferréol.

A raíz de los hechos investigados, el tribunal condenó el miércoles 3 de abril al cardenal Marc Ouellet, a la comunidad de las Hermanas Dominicas del Espíritu Santo y a las dos religiosas encargadas por el Vaticano de visitar la institución a pagar, solidariamente, la suma de 182.400 euros por los daños materiales y 10.000 por los daños morales causados a la demandante. La misma comunidad también fue condenada a pagarle 33.622 euros por incumplir su deber de socorro. De hecho, según el tribunal, la llevaron a la fuerza por la noche al convento de Solesmes, donde la mantuvieron aislada, sin avisar siquiera a su familia.

Aunque las partes condenadas han anunciado su intención de recurrir la sentencia, el abogado de Maria Ferréol ha declarado a la revista Présence que las medidas judiciales suponen "un gran alivio" para su clienta. Al mismo tiempo, "el reconocimiento de las injusticias, irregularidades y faltas cometidas contra ella le permitirá avanzar hacia su rehabilitación moral y el retorno a la condición de persona consagrada en el seno de la Iglesia".

El Papa, con Marc Ouellet
El Papa, con Marc Ouellet Vatican Media

Cabe recordar que este cardenal canadiense tiene pendientes denuncias de dos mujeres por haberse comportado presuntamente de forma sexualmente abusiva con ellas cuando era arzobispo de Quebec entre 2003 y 2010, hechos que el cardenal niega rotundamente.

En su momento, cuando surgió la primera denuncia, el Vaticano designó a un sacerdote jesuita para evaluar la consistencia de la denuncia, pero decidió no proceder con un caso como resultado del informe, tal y como informó 7MARGENS.

Más tarde se supo que el sacerdote en cuestión era amigo y colaborador del cardenal Ouellet, en particular en las actividades de la Asociación Lubac-Balthasar-Speyer, con sede en Roma, lo que ensombrece el desarrollo del proceso por parte del Vaticano.

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