"El Mediterráneo debe ser un lugar de encuentro y no una tumba", dice el Papa León XIV, a los jóvenes: "No acepten acríticamente lo que está sucediendo, cultiven la paz"

Audiencia de León XIV al Consejo Mediterráneo de la Juventud
Audiencia de León XIV al Consejo Mediterráneo de la Juventud

León XIV defendió este viernes que el "Mar Mediterráneo puede y debe ser una cuna de vida" en un encuentro con Consejo Mediterráneo de la Juventud

Lamentó que aunque "la paz está en la agenda de los líderes internacionales, a menudo se reduce a un simple eslogan"

Ustedes, les dijo, representan "el signo de un mundo que no se deja llevar por la indiferencia ni la complacencia, sino que se arremanga y trabaja para transformar el mal en bien"

León XIV defendió este viernes que el «Mar Mediterráneo puede y debe ser un lugar de encuentro, una encrucijada de fraternidad, una cuna de vida y no una tumba para los muertos», en un encuentro con jóvenes llegados de la región.

En su audiencia al Consejo Mediterráneo de la Juventud, el papa también hizo suya la idea del político italiano Giorgio La Pira de que «la paz en la región mediterránea sería el principio y, casi, la base de la paz entre todas las naciones del mundo».

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«Esta visión conserva toda su fuerza y poder profético hoy, en una época desgarrada por el conflicto y la violencia, donde la carrera armamentista y la lógica de la opresión prevalecen sobre el derecho internacional y el bien común», agregó el pontífice estadounidense.

A los jóvenes instó a ser «una generación que no acepta acríticamente lo que está sucediendo, que no mira para otro lado ni espera que otro dé el primer paso» y les dijo que representaban «el signo de un mundo que no se deja llevar por la indiferencia ni la complacencia, sino que se arremanga y trabaja para transformar el mal en bien».

Lamentó que aunque «la paz está en la agenda de los líderes internacionales», a menudo «se reduce a un simple eslogan».

«Lo que necesitamos es cultivar la paz en nuestros corazones y en nuestras relaciones, dejarla florecer en nuestras acciones diarias, trabajar por la reconciliación en nuestros hogares, comunidades, escuelas y lugares de trabajo, en la Iglesia y entre las Iglesias».

Aseguró que «el patrimonio espiritual de las grandes tradiciones religiosas nacidas en el Mediterráneo puede seguir siendo un fermento vivo en esta zona y más allá, fuente de paz, de apertura a los demás, de fraternidad y de cuidado de la creación».

Y que los representantes religiosos tienen que rechazar «la blasfemia» de quienes las instrumentalizan «para justificar la violencia y los conflictos armados». 

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