Audiencia a peregrinos ortodoxos griegos, católicos bizantinos y católicos latinos procedentes de Estados Unidos León XIV expresa su deseo de encontrarse con el patriarca Bartolomé durante la conmemoración del aniversario de Nicea

El Papa, flanqueado por el cardenal Tobin y el metropolitano Elpidophoros
El Papa, flanqueado por el cardenal Tobin y el metropolitano Elpidophoros @Vatican Media

En Castel Gandolfo, el Papa León XIV recibió a peregrinos ortodoxos griegos, católicos bizantinos y católicos latinos procedentes de Estados Unidos que participan en una peregrinación ecuménica a Roma, Constantinopla y Nicea

De cara a la visita del grupo a Constantinopla, el Papa pidió a los peregrinos que transmitieran sus saludos al Patriarca Bartolomé, expresando su deseo de volver a encontrarse con él en persona durante la conmemoración ecuménica del aniversario del Concilio de Nicea

(Vatican News).- Una peregrinación conjunta ortodoxa-católica a Roma, Constantinopla y Nicea «es uno de los abundantes frutos del movimiento ecuménico destinado a restaurar la plena unidad entre todos los discípulos de Cristo», dijo el Papa León XIV a los participantes en la peregrinación el jueves, al darles la bienvenida a la residencia papal de verano en Castel Gandolfo.

La peregrinación “From Rome to New Rome” está compuesta por cincuenta peregrinos ortodoxos griegos, católicos bizantinos y católicos latinos procedentes de Estados Unidos, y está dirigida por el arzobispo ortodoxo griego Elpidophoros de América y el cardenal Joseph Tobin, arzobispo de Newark, Nueva Jersey.

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En su saludo, el Papa León señaló que la peregrinación tiene como objetivo «volver a las fuentes»: a Roma, donde fueron martirizados los santos Pedro y Pablo; a Constantinopla —ahora Estambul—, asociada con san Andrés; y a Nicea, sede del primer Concilio Ecuménico hace 1700 años.

Celebración conjunta de la Pascua 

El Papa destacó a continuación la celebración conjunta de la Pascua en 2025, que se conmemora en la misma fecha tanto por los seguidores del calendario litúrgico gregoriano como por los del juliano, lo que permitió a todos los cristianos proclamar juntos el Aleluya pascual: «¡Cristo ha resucitado! ¡Ha resucitado verdaderamente!».

Esas palabras, dijo el Papa León XIV, proclaman la pasión y resurrección de Jesús, «el Cordero que fue sacrificado» para redimirnos de «las tinieblas del pecado y la muerte». La redención ganada por Cristo «nos inspira una gran esperanza», al tiempo que nos llama a «ser testigos y portadores de esperanza», recordando el lema del Año Jubilar, peregrinos de la esperanza. «Es mi esperanza que su peregrinación los confirme a todos en la esperanza nacida de nuestra fe en el Señor Resucitado», dijo el Papa León.

De cara a la visita del grupo a Constantinopla, el Papa pidió a los peregrinos que transmitieran sus saludos al Patriarca Bartolomé, expresando su deseo de volver a encontrarse con él en persona durante la conmemoración ecuménica del aniversario del Concilio de Nicea.

"Progreso teológico y diálogo de la caridad"

El Santo Padre continuó describiendo la peregrinación ecuménica del grupo como uno de los muchos signos que «ya manifiestan el progreso teológico y el diálogo de la caridad que han marcado las últimas décadas», especialmente desde la Declaración Conjunta del Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, que eliminó las excomuniones mutuas que siguieron a la ruptura de relaciones entre Roma y Constantinopla en 1054.

«Por nuestra parte», dijo el Papa, «también nosotros debemos seguir implorando al Paráclito, al Consolador, la gracia de seguir el camino de la unidad y la caridad fraterna». De cara al bimilenario de la Redención, el Papa León dijo: «Espiritualmente, todos debemos volver a Jerusalén, la Ciudad de la Paz», donde los Apóstoles recibieron el Espíritu Santo antes de salir a dar testimonio de Cristo «hasta los confines de la tierra».

El Papa León concluyó su discurso con la oración: «Que nuestro retorno a las raíces de nuestra fe nos haga experimentar a todos el don del consuelo de Dios y nos haga capaces, como el Buen Samaritano, de derramar el aceite del consuelo y el vino de la alegría sobre la humanidad de hoy».

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