"El venezolano es un pueblo reprimido por lo que vive pero cargado de esperanza" Peter Hünermann: "No le guardo rencor alguno a Benedicto XVI, a pesar de que me haya desautorizado públicamente"

Peter Hünermann
Peter Hünermann

"Aunque sea duro decirlo, en Venezuela necesitan un santo como Romero"

"Este Papa está en continuo contacto con las Iglesias de periferia para darle rumbo a la universal"

"Lehmann era una gran figura, un líder nato, un intelectual de la talla de Erasmo"

"Había diaconisas en Hagia Sofia, en Constantinopla, a finales del siglo IV. Los teólogos conocemos la Historia"

"La dimensión diaconal debe ser pública y su acceso para todos"

"Hay que cambiar y discutir de una manera muy real las verdaderas razones por las cuales la Iglesia está perdiendo credibilidad sin parar"

Reputado teólogo y profesor, considerado uno de los grandes maestros mundiales de la Teología, Peter Hünermann ha participado en el Seminario organizado en Caracas en apoyo al Papa Francisco y sus reformas. Nos ofrece en esta entrevista su visión sobre las necesidades de la Iglesia actual, que para recuperar credibilidad y servir de veras al pueblo tiene que asumir un proceso sinodal como el iniciado en Alemania. También va a confesarse impresionado por el pueblo venezolano, esperanzado en medio de la violencia y la pobreza, en donde los movimientos eclesiales han echado raíces. Y del choque que tuvo con Ratzinger y sus posturas conservadoras, cuando el Papa emérito era profesor y cardenal.

¿Qué le ha parecido el Congreso de Caracas sobre las reformas del Papa ? ¿Con qué se queda?

Para mí, ha sido una experiencia que ha puesto de manifiesto un movimiento que existe y es grande. Un movimiento importante, del Espíritu, de apertura al mundo moderno. La Iglesia se está abriendo a los problemas reales del mundo de hoy. Los participantes realmente me han impresionado, empezando por el cardenal Porras y pasando por diferentes monjas y profesores. He visto ese eco en todas esas personas, a pesar de que la situación política y social es desastrosa, es la opresión propia de una dictadura, y no queda esperanza en que el jefe de Estado piense humanamente. Para mí, he visto el signo de la fuerza de la fe y de cómo el espíritu hace participar a toda clase de personas.

¿Qué le pareció el cardenal Porras?

Muy sencillo y abierto, colega de los teólogos, muy aficionado a la cercanía con la gente. Me encantó la forma en que se le ve acogido por su gente.

Un Congreso de altura teológica y, al mismo tiempo, pastoral

Sí, claro. Aquí se han combinado esa altura teológica con la simplicidad de la fe vivida en la cotidianidad. 

El cardenal Porras saluda a Peter Hünermann
El cardenal Porras saluda a Peter Hünermann

Ustedes han dado esperanza también a la gente. El hecho de que tantos teólogos importantes hayan venido a Venezuela les reconforta

Claro, yo he tenido esa impresión, del agradecimiento de la gente, porque hayamos venido. Puede ser también un signo, creo, de que la Iglesia de otros países esté alerta, en solidaridad y comunión con ellos. Eso da fuerza y lo que yo les he visto es la fuerza de la alegría: siempre riendo.

Hubo un momento, para mí, impresionante: la ovación al padre Ugalde. La gente se puso de pie, después de que el jesuita, que parece que es una autoridad en el país, denunciase la "dictadura"

Sobre todo porque él hizo un resumen de la historia de la Iglesia en Venezuela, que supuso recordar las etapas de las diferentes dictaduras... Fue brutal ese recuerdo para el pueblo, que está mal hoy. Pero su fe ha crecido manifiestamente, incluso entre los jóvenes, en la universidad... Es un pueblo reprimido por lo que vive pero cargado de esperanza.

A veces cuesta entender cómo, después de 20 años de este régimen, siguen teniendo esperanza

Exacto. Han sido generaciones que se han visto obligadas a mantenerla. Creo que, después de Chávez, crecieron esas esperanzas, y luego rápidamente volvió la desilusión.

Porras, Hünermann, Luciani y Virtuoso
Porras, Hünermann, Luciani y Virtuoso

¿Ha cambiado su percepción sobre Venezuela?

Sí. Yo estuve en Venezuela hace más de 30 años, en contacto con gente católica de la universidad. Estaban enfocados en el desarrollo del país y una crisis así era impensable. En estrecho contacto con Europa, exportaban azúcar... Y ahora veo todo eso perdido, y que van a tener que luchar otra vez.

¿Les hace falta un Romero?

Pues sí, aunque sea duro decirlo. Necesitan un santo como Romero.

Si no, parece que no hay salida. Llevan ya muchos años...

Claro, no se ve futuro. ¿Y los jóvenes? Si no tienen futuro, estallan, se radicalizan: así surgen las violencias. Aunque, a pesar de esa violencia, se ha trabajado y se ha construido una Iglesia muy viva y constructiva. De una creatividad enorme.

En nuestros países no se ve, pero aquí la gente de Iglesia es joven.

Por supuesto... Aquí entienden la necesidad de anclarse a algo sólido y rico, que cubra los deseos más profundos del hombre.

Hünermann, Sandra, Costadoat
Hünermann, Sandra, Costadoat

¿El congreso también sirvió para escenificar el apoyo total al Papa?

Claro, sí. Todas las posturas de Bergoglio, desde la 'Evangelii Gaudium' hasta la Iglesia en salida, se han visto abanderadas. No sé desde hace cuánto tenía la idea de un sínodo panamazónico... Me inclino a pensar que él tenía esa orientación, y entonces le hablaron de las necesidades los obispos de la Amazonía, Hummes y los demás. Y ya lo tomó como un reto, porque este Papa está en continuo contacto con las Iglesias de la periferia. Se deja orientar por ellas para darle rumbo a la Iglesia universal. 

¿Necesita ese apoyo, cuando una parte de la jerarquía le está atacando?

Y le ataca continuamente. Pero es realmente impresionante cómo él asume esa oposición. Cuando los periodistas le preguntan por sus críticos, responde que eso es un honor para él. Nadie entiende que lo diga, pero él lo dice, porque lo vive así. Su honor es hacer la voluntad del Padre y, si gente importante se muestra en contra, es porque él está consiguiendo esa misión. Es una expresión simbólica.

La jerarquía de la Iglesia alemana, ¿está con él?

La mayoría, sí. Por eso se decidió hacer el proceso sinodal. El cardenal Marx tiene una gran responsabilidad emprendiéndolo.

Lehman y Hünermann

¿El cardenal Marx encarna en Alemania la sucesión de Lehmann?

En cierta manera sí. Lehmann era una gran figura, un líder nato, un intelectual de la talla de Erasmo. ¡Conocía tantas cosas! Por su inteligencia, realmente tuvo una gran facilidad para hablar con todos y marcar la Iglesia alemana.

¿Marcó una época?

Claro... Fue elegido por la mayoría de los obispos cuando hubo el cambio entre el obispo de Colonia y el de Munich... Y Lehmann fue elegido con mucha diferencia, porque los jóvenes le votaban siempre.

¿Marx continúa esa línea?

Sí, claro, Marx se doctoró en Doctrina Social de la Iglesia y trabajó mucho en ese sector. Pero no tiene esa autoridad universal de Lehmann... Cada uno tiene sus carismas y sus límites. Lo importante es que ha comprendido que ya no se puede continuar como antes.

En el proceso, ¿qué hay que cambiar?

Hay que cambiar y discutir de una manera muy real las verdaderas razones por las cuales la Iglesia está perdiendo credibilidad sin parar. Es muy interesante que las propuestas de puntos a ser discutidos pudieron venir tanto del episcopado como de la base, del Comité Central, de los laicos... De parte de los obispos, vino la propuesta de abordar un tema fundamental: la distribución del poder y del ejercicio del poder en la Iglesia. Por parte del Comité, la propuesta que vino fue la adhesión de las mujeres al ejercicio de los ministerios. El diaconado femenino.

Con Pedro Trigo y Rafael Luciani
Con Pedro Trigo y Rafael Luciani

¿Es un primer paso?

Exacto, es la puerta. Los temas de moral, sexualidad, familia... y la indemnización de las víctimas de abusos. Este es un fenómeno antiguo, practicado en los colegios y otros lugares... En Alemania fueron saliendo a la luz los casos, y empezó este proceso de denuncia a los abusadores y reconocimiento a las víctimas. Ahora en Alemania la Iglesia Católica está muy comprometida a este respecto, abanderando el compromiso social contra los abusos sexuales.

¿Más que cualquier otra institución?

Fuimos los primeros. Hay colegios intelectual y pedagógicamente de élite que no entran en este compromiso.

¿Qué propuestas van a salir del proceso sinodal alemán?

La primera, la de la cuestión del poder, que se está trabajando de una manera muy sólida. Sería algo así como un Derecho de Administración en la Iglesia, que facilite la denuncia de las malas prácticas de los elegidos. Atajar la corrupción. También nos referimos a la transparencia no solo financiera, sino en las corporaciones profesionales. Tiene que haber reglas, para que podamos decir "él no ha hecho bien su trabajo" como se puede decir de un médico, por ejemplo. Hay varias formas de crear un departamento de este tipo dentro del Derecho Canónico.

Hünermann en la UCAB
Hünermann en la UCAB

¿Entonces puede salir?

Claramente. Se está trabajando en ello.

¿Y el diaconado de la mujer?

Yo creo que eso debe salir del propio Papa, que tome la sartén por el mango. Había diaconisas en Hagia Sofia, en Constantinopla, a finales del siglo IV. Los teólogos conocemos la Historia y los concilios. 

¿La cuestión, teológicamente, no está cerrada, como se decía en época de Juan Pablo II?

Claro, está abierta. Basilio Magno y Gregorio Nacianceno, los padres de la Iglesia, tenían una hermana, que fue la abadesa de una importante abadía. Una mujer inteligente y fuerte que impulsó el pensamiento de San Basilio y que también fue diaconisa. En ese tiempo, había diaconisas casadas, diaconisas monjas, diaconisas vírgenes que vivían en comunidad... Según las circunstancias sociales, muchas realizaban estos servicios. Creo que tenemos que hacer lo mismo. Es una tontería no ver que la Iglesia tiene una dimensión esencial que es el diaconado. El Papa Benedicto, en su encíclica sobre la caridad, desarrolla muy bien esa dimensión: la misión de la Iglesia es servir a los pobres, y eso no entiende de sexo. En ese aspecto, la situación de hoy en día es que el 80% de las personas que cuidan las parroquias son mujeres. En todas partes.

Hünermann en el Congreso de la Ucab
Hünermann en el Congreso de la Ucab

¿Es un antitestimonio que la Iglesia actual no sea igualitaria?

La dimensión diaconal debe ser pública y su acceso para todos.

Alemania sería un ejemplo de ello, y por eso les están atacando tanto...

Ya antes del Vaticano II había un movimiento para establecer el diaconado. Surgió la cuestión de por qué no integrar a las mujeres. Yo conocí un diácono que después fue ordenado sacerdote. Él trabajó de guarda forestal y decidía qué plantar. Entonces sintió la vocación de trabajar para los hombres. Vio el problema de la Selva Negra, que se estaba destruyendo, y quiso trabajar por la sociedad. Era un tipo extraordinario y finalmente empezó una vida dedicada a esta vocación. Cuando el Vaticano II fue anunciado, la idea del diaconado se fue expandiendo entre esta gente vocacionada, joven, que quería asumir desafíos directamente.

¿Te dolió el reciente ataque de Benedicto XVI contrta usted?

No le he contestado a eso. Tengo la impresión de que Ratzinger tiene un trauma conmigo. La situación para mí es muy extraña. Antes de la Declaración de Colonia, en Alemania tuvimos la impresión de que en Roma se preparaba una dogmatización. Y para el pueblo es central que no se dogmatice. Había un incendio teológico, una polarización... y lo que decidimos fue crear un centro, en el Este de Alemania, donde las dos corrientes pudieran encontrarse y dialogar. Que cayeran los muros, porque estábamos muy separados. Estas cosas también se discutieron en la facultad y decidimos crear la Asociación de Teólogos. Quisimos que todo el que tuvieran un cargo académico de enseñanza de Teología tuviera acceso a la Declaración, aunque no la hubiese firmado.

Benedicto XVI saluda a Hünermann

Lehmann había dialogado con gente de Polonia, de todas partes, y a Ratzinger ya le conocíamos, éramos profesores. En enero, Lehmann le pidió que me diera una audiencia y en febrero, que terminó el semestre de invierno, con los exámenes, me dio fecha: el miércoles de ceniza en Roma. Allí fui y llegué al Vaticano a pie. Le di los buenos días al cardenal. Él me dijo: "Ahora usted es presidente de la Internacional Socialista". Yo le dije: "Disculpe, ¿qué Internacional Socialista? Me han elegido presidente de la Asociación de Teólogos". "Es lo mismo", me dijo. Yo no entendía nada. Otro profesor de nuestra facultad, que era muy de la opción socialista, había publicado al instante la fundación de nuestra asociación, en una publicación de la izquierda católica.

Ratzinger, como profesor, había tomado posiciones exageradas. Por ejemplo, protestó contra Gadafi. Yo ya sabía que la cosa socialista le molestaba, pero esperaba que me escuchara.

¿No lo hizo?

Naturalmente que no. Para mí, su Teología Moral había perdido Evangelio. Otros moralistas, por el contrario, sí se abrieron a nuevas interpretaciones. Yo le pregunté si creía realmente lo que decía... Los dos hicimos los estudios de Moral a la vez, y pensábamos tan distinto... Los dos estudiamos en Roma, con los mismos profesores, severos, completos, de primera calidad.

Hünermann

¿Cómo terminó su entrevista Con Ratzinger?

Me explicó todas esas cosas lindas de su teoría de la caridad. Yo quería explicarle mi visión de una moral nueva, con Derechos Humanos, pese a las reticencias de la Iglesia reaccionaria. No nos pudimos comunicar. Fue complicado porque, después de este desencuentro, un día Lehmann me telefoneó y me dijo que fuera a Maguncia. Nos reunimos después de sus celebraciones y me dijo que, estando en Roma, Ratzinger le avisó de que fuera al Santo Oficio, y allí le preguntó que si en nuestra Asociación se admitían también ateos. Lehmann respondió que quería hablar conmigo y aclarar esas cuestiones. El que sustituyó a Juan Pablo II en la universidad de Polonia había lanzado una acusación contra la Asociación. Yo pensaba que había varias maneras de explicar Teología, que en Alemania no tenía que ser igual que en Holanda o Italia. De hecho, la Historia de Italia, por ejemplo, no se puede comprender sin conocimientos de la Historia de la Iglesia. Nuestra visión era que localmente cada país tuviera su libertad para encontrar un reglamento adecuado. Una intención clara desde la que nos acusaron de admitir también ateos... Yo tenía pruebas, las listas de teólogos, pero mantuve en secreto los nombres, porque no creí necesario ni prudente publicarlos.

¿Y de ahí le viene el trauma a Ratzinger, después de tantos años?

Él me acusó de organizar desde la Asociación Teológica un movimiento contra la autoridad del magisterio. Y esa idea se fijó en él de una manera muy honda.

¿Le guarda rencor al Papa emérito?

No le guardo rencor alguno a Benedicto XVI, a pesar de que me haya desautorizado públicamente.

Schikendantz, Hünermann y Luciani
Schikendantz, Hünermann y Luciani

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