El Papa en el ángelus: Las familias católicas sean "luz de esperanza, escuela de amor e instrumento de salvación"

"Lamentablemente, el mundo siempre tiene sus «Herodes», sus mitos del éxito a cualquier precio, del poder sin escrúpulos, del bienestar vacío y superficial, y a menudo, sufre las consecuencias con la soledad, la desesperación, con las divisiones y conflictos"

Sagrada Familia
Sagrada Familia

En la Fiesta de la Sagrada Familia, León XIV recuerda "la inquietante sombra" de Herodes, que se proyecta sobre "el resplandeciente cuadro de la Navidad", que obliga a José a coger al niño y a su madre y huir a Egipto, dode "crece la llama del amor doméstico a la que el Señor ha confiado su presencia en el mundo y cobra vigor para llevar la luz al mundo entero".

Ante este misterio, el Papa pide a las familias católicas que iluminen las sociedades en las que viven y sean ""luz de esperanza, escuela de amor e instrumento de salvación". Y que se aparten de los "espejismos" de los Herodes de turno con "sus mitos del éxito a cualquier precio, del poder sin escrúpulos, del bienestar vacío y superficial, y a menudo, sufre las consecuencias con la soledad, la desesperación, con las divisiones y conflictos". Y Prfevost concluye pidiendo la bendición para nuestras familias y todas las familias del mundo.

Tras el ángelus y los saludos navideños, el Papa pidió por la paz en el mundo y, sobre todo, por los niños, ancianos y personas vulnerables que sufren a causa de las guerras.

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Santos Inocentes
Santos Inocentes

Texto íntegro de la catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas: ¡feliz domingo! 

Hoy celebramos la Fiesta de la Sagrada Familia y la liturgia nos propone el relato de la “huida en Egipto” (cf. Mt 2,13-15.19-23).  

Es un momento de prueba para Jesús, María y José. Sobre el resplandeciente cuadro de la Navidad se proyecta, casi de improviso, la inquietante sombra de una amenaza mortal, que tiene su origen en la atormentada vida de Herodes, un hombre cruel y sanguinario, temido por su crueldad, pero precisamente por eso profundamente solo y obsesionado por el miedo a ser destronado. Cuando se entera por los magos de que ha nacido el «rey de los judíos» (cf. Mt 2,2), sintiéndose amenazado en su poder, decreta la muerte de todos los niños de la edad de Jesús.

En su reino, Dios está realizando el milagro más grande de la historia, en el que se cumplen todas las antiguas promesas de salvación, pero él no es capaz de verlo, cegado por el miedo a perder el trono, sus riquezas, sus privilegios. En Belén hay luz, hay alegría; algunos pastores han recibido el anuncio celestial y ante el pesebre han glorificado a Dios (cf. Lc 2,8-20), pero nada de esto logra penetrar las defensas blindadas del palacio real, salvo como un eco distorsionado de una amenaza que hay que sofocar con violencia ciega.  

Papa en Navidad
Papa en Navidad

Sin embargo, precisamente esta dureza de corazón resalta aún más el valor de la presencia y la misión de la Sagrada Familia que, en el mundo despótico y codicioso que representa el tirano, es el nido y la cuna de la única respuesta posible de salvación: la de Dios que, con total gratuidad, se entrega a los hombres sin reservas y sin pretensiones. Y el gesto de José que obediente a la voz del Señor, lleva a salvo a la esposa y al niño, se manifiesta aquí en todo su significado redentor. De hecho, en Egipto crece la llama del amor doméstico a la que el Señor ha confiado su presencia en el mundo y cobra vigor para llevar la luz al mundo entero. 

Mientras contemplamos con asombro y gratitud este misterio, pensemos en nuestras familias y en la luz que ellas también pueden aportar a la sociedad en la que vivimos. Lamentablemente, el mundo siempre tiene sus «Herodes», sus mitos del éxito a cualquier precio, del poder sin escrúpulos, del bienestar vacío y superficial, y a menudo, sufre las consecuencias con la soledad, la desesperación, con las divisiones y conflictos. No dejemos que estos espejismos sofoquen la llama del amor en las familias cristianas. Al contrario, protejamos en ellas los valores del Evangelio: la oración, la frecuencia a los sacramentos —especialmente la confesión y la comunión—, los afectos sanos, el diálogo sincero, la fidelidad, el realismo sencillo y hermoso de las palabras y los gestos buenos de cada día. Esto las convertirá en luz de esperanza para los entornos en los que vivimos, escuela de amor e instrumento de salvación en las manos de Dios (cf. FRANCISCO, Homilía en la Misa por el X Encuentro Mundial de las Familias, 25 junio 2022). 

Pidamos entonces al Padre del Cielo, por intercesión de María y san José, que bendiga a nuestras familias y a todas las familias del mundo, para que, siguiendo el modelo de la familia de su Hijo hecho hombre, sean para todos un signo eficaz de su presencia y de su amor sin fin. 

Santos Inocentes
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