"Hemos de administra todo lo que tenemos para  construir un mundo más justo, más equitativo y más fraterno" La pregunta del Papa en el ángelus: " ¿Cómo estamos administrando los  bienes materiales, los recursos de la tierra y la vida que Dios nos ha dado?"

Ángelus del Papa
Ángelus del Papa

"Un día seremos llamados a rendir  cuentas de cómo hemos administrado nuestra vida, nuestros bienes y los recursos de la tierra, a Dios  y a los hombres, a la sociedad y sobre todo a quienes vendrán después de nosotros"

"Podemos seguir el criterio  del egoísmo, poniendo la riqueza en primer lugar y pensando sólo en nosotros mismos; pero esto nos  aísla de los demás y esparce el veneno de una competición que a menudo provoca conflictos"

"El administrador de la parábola, en efecto, aun en la gestión de la riqueza deshonesta de este  mundo, encuentra un modo para tener amigos, saliendo de la soledad del propio egoísmo; mucho más  nosotros, que somos discípulos y vivimos en la luz del Evangelio"

Desde la cátedra de la ventana, en su catequesis antes del rezo del ángelus, León XIV explicó el pasaje evangélico del 'administrador infiel' y recordó a los fieles que, como él, "un día seremos llamados a rendir cuentas" de cómo hemos administrado nuestros bienes.. A su juicio, podemos hacerlos desde el criterio del egoísmo o desde la consideración de que todo lo que tenemos es "don de Dios, para construir un mundo más justo, más equitativo y más fraterno".

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administrador infiel

Catequesis del Papa

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo! 

La palabra que escuchamos hoy en el Evangelio (Lc 16,1-13) nos hace reflexionar sobre el  uso de los bienes materiales y, más en general, sobre cómo estamos administrando el bien más valioso  de todos, que es nuestra propia vida. 

En el relato vemos que un administrador es llamado por su señor a “rendir cuentas”. Se trata  de una imagen que nos comunica algo muy importante: nosotros no somos dueños de nuestra vida ni de los bienes que disfrutamos; todo nos ha sido dado como don por el Señor y Él ha confiado este  patrimonio a nuestro cuidado, a nuestra libertad y responsabilidad. Un día seremos llamados a rendir  cuentas de cómo hemos administrado nuestra vida, nuestros bienes y los recursos de la tierra, a Dios  y a los hombres, a la sociedad y sobre todo a quienes vendrán después de nosotros.  

El administrador de la parábola ha buscado simplemente su propio beneficio y, cuando llega  el día en el que debe rendir cuentas y le quitan la administración, debe pensar qué hacer para su futuro.  En esta difícil situación, él comprende que el valor más importante no es la acumulación de los bienes  materiales, porque las riquezas de este mundo pasan; y, entonces, se le ocurre una idea brillante: llama  a sus deudores y “recorta” sus deudas, renunciando por tanto a la parte que le hubiera tocado a él. De  esta manera, pierde la riqueza material, pero gana amigos, que estarán dispuestos a ayudarlo y  sostenerlo.  

Reflexionando sobre este relato, Jesús nos exhorta: «Gánense amigos con el dinero de la  injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas» (v. 9).  El administrador de la parábola, en efecto, aun en la gestión de la riqueza deshonesta de este  mundo, encuentra un modo para tener amigos, saliendo de la soledad del propio egoísmo; mucho más  nosotros, que somos discípulos y vivimos en la luz del Evangelio, debemos usar los bienes del mundo  y nuestra misma vida pensando en la riqueza verdadera, que es la amistad con el Señor y con los  hermanos. 

León XIV

Queridos hermanos, la parábola nos invita a preguntarnos: ¿cómo estamos administrando los  bienes materiales, los recursos de la tierra y la vida que Dios nos ha dado? Podemos seguir el criterio  del egoísmo, poniendo la riqueza en primer lugar y pensando sólo en nosotros mismos; pero esto nos  aísla de los demás y esparce el veneno de una competición que a menudo provoca conflictos. O bien  podemos reconocer que hemos de administrar todo lo que tenemos como don de Dios, y usarlo como  instrumento para compartir, para crear redes de amistad y solidaridad, para edificar el bien, para  construir un mundo más justo, más equitativo y más fraterno. 

Pidamos a la Virgen Santa que interceda por nosotros y nos ayude a administrar bien todo  aquello que el Señor nos confía, con justicia y responsabilidad. 

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