Se inaugura en Madrid la 52ª Semana Nacional de Vida Consagrada Antonio Bellella: "La Vida Consagrada está reenfocando su lente, que la tenía muy vuelta sobre sí misma"

Antonio Bellella
Antonio Bellella

"Tanto la Iglesia como la Vida Consagrada están viviendo un momento difícil, una situación que cada vez está exigiendo requerir de las reservas que tenía acumuladas de otro tiempo"

"Hay muchos elementos en nuestra realidad concreta que pueden ser interpretados como signos de esperanza. Y hay algunos elementos negativos que, aunque sean muy duro reconocerlo, resultan ser una voz que Dios nos está dando para que planteemos las cosas de otros modos"

"Es muy importante reforzar todo lo que sea 'inter': intercongregacional, intercarismático… Este prefijo, que hace unos años parecía un adorno, hoy es fundamental en el trabajo que están haciendo las diversas vocaciones del Pueblo de Dios, como es la misión compartida"

Con el lema de ‘Entretejer itinerarios de Esperanza’, esta mañana echa a andar la 52ª Semana Nacional de Vida Consagrada, todo un ineludible referente para la reflexión y puesta a punto de la vida teologal de las personas consagradas en España, aunque su magisterio siempre ha trascendido fronteras, ahora, además, de una manera concreta a través de su modalidad online, que tan buenos resultados viene dando al Instituto Teológico de Vida Religiosa (ITVR), organizador de las jornadas.

Su director, el claretiano Antonio Bellella, en entrevista con Religión Digital, espera que esta edición -que contará con destacados ponentes como Mariano Delgado, Liliana Franco, Miguel Márquez o Nadia Coppa, entre otros- pueda servir de "punto de inflexión" para "motivarnos desde dentro, con la fuerza que nos viene de nuestra fe y crecer en la esperanza". Más de 300 personas en modo presencial y casi 200 online buscarán hasta el próximo sábado, 15 de abril, la mejor manera de entretejerla conjuntamente.

"Andamos necesitados de esperanza"

¿Anda necesitada de esperanza la Vida Consagrada actual?

Anda necesitada de esperanza la Iglesia, también la sociedad, no solo de la teologal, que de esta todos adolecemos de su falta, sino de las esperanzas más concretas. Tanto la Iglesia como la Vida Consagrada están viviendo un momento difícil, una situación que cada vez está exigiendo requerir de las reservas que tenía acumuladas de otro tiempo, precisamente porque desde el punto de vista social, la Iglesia no tiene la relevancia de antaño ni unas encuestas que la aplaudan en todo momento. Las vocaciones tampoco están muy boyantes, por lo que necesitamos motivarnos desde dentro, con la fuerza que nos viene de nuestra fe y crecer en la esperanza. O sea que sí, andamos necesitados de esperanza.

Antonio Bellella durante la edición de 2022 de la Semana Nacional
Antonio Bellella durante la edición de 2022 de la Semana Nacional ITVR

¿Esta Semana sería entonces una especie de conjura contra el pesimismo en el que parece instalada al menos una parte de la Vida Consagrada?

No lo llamaría conjura. Diría que lo que pretende la Semana es ser una especie de punto de inflexión. La Iglesia nunca ha tenido en Occidente una situación tan ardua como la que estamos viviendo. Pero, ¿en qué consiste la esperanza? ¿En volver a los buenos tiempos? ¿Qué le pedimos a la esperanza, que se vuelvan a llenar los seminarios? ¿Que las vocaciones que nos vengan sean las de las personas más sabias y mejor preparadas, más santas y buenas?

No, lo que estamos haciendo es cómo llamar la atención. Hay muchos elementos en nuestra realidad concreta que pueden ser interpretados como signos de esperanza. Y hay algunos elementos negativos que, aunque sean muy duro reconocerlo, resultan ser una voz que Dios nos está dando para que planteemos las cosas de otros modos. Porque, ¿en qué consiste la esperanza? ¿En ser muchos, tener mucho poder e influencia? Eso no es la esperanza, es la prosperidad. La fe consiste en identificarnos con el mensaje de Jesús, que no es ciertamente un mensaje de poder y avasallamiento, todo lo contrario. Pero hacer hace falta entender eso, y es lo que pretendemos.

Hay una serie de signos en la Vida Consagrada que nos permiten apuntar no al de un futuro como el de hace 60 años, pero sí a una realidad que no resulta tan desastrosa como la podemos ver a primera vista

¿Cuáles son esos signos de esperanza que vislumbra?

Jesús nos invita a escrutar los signos de los tiempos, y la Vida Consagrada, desde el Concilio Vaticano II, se ha acostumbrado a este ejercicio de mirarlos. Y no son signos los que vemos de promesas de una prosperidad sin límites, sino de realidades que en medio de nuestra sociedad nos están apuntando a itinerarios que debemos entretejer. Y uno de esos signos es la voluntad de vivir en espíritu y verdad por parte de muchas personas.

El Espíritu se está expresando de una manera y haciendo ver ciertas cosas que, de algún modo, están destruyendo lo que el Espíritu es. Y ahí hay un signo de esperanza. Otro signo muy importante es la conciencia de la peregrinación del discipulado, la vida se construye de otro modo. Hace unos años, nadie en la Vida Consagrada pensaba que personas de 80 años podían tener una cierta palabra acreditada distinta de un mero consejo. Sin embargo, el plantearse la vida como una peregrinación, como un discipulado, está ayudando mucho a vivir la longevidad de otro modo. Y eso es un signo de esperanza.

Otro signo es la conciencia de nuestra fragilidad, en lo que hemos crecido muchísimo, porque ser frágiles no significa ser necesariamente débiles. Como también es signo de esperanza la sinodalidad… Son todos elementos que nos permiten apuntar no al de un futuro como el de hace 60 años, pero sí a una realidad que no resulta tan desastrosa como la podemos ver a primera vista.

La Semana Nacional de Vida Consagrada en su edición de 2022
La Semana Nacional de Vida Consagrada en su edición de 2022 ITVR

La esperanza entretejida, ¿es más sólida?

He hablado de la sinodalidad. Y entretejer es un trabajo común, lento y en el cual diversos elementos confluyen para lograr un tejido determinado. Este trabajo común atiende las diferencias, mira los distintos factores que confluyen e intenta ponerlos en sintonía para generar una fuerza, que puede ser una gran clave que salga de esta Semana.

Por ejemplo, es muy importante reforzar todo lo que sea 'inter': intercongregacional, intercarismático… Este prefijo, que hace unos años parecía un adorno, hoy es fundamental en el trabajo que están haciendo las diversas vocaciones del Pueblo de Dios, como es la misión compartida. Y este ‘entretejer’ está hablando de esta tarea conjunta y dinámica que nos pone activamente a discernir y a trabajar juntos. 

En esta Semana se habla también de itinerarios. ¿Cuáles cree que tiene que dejar atrás la Vida Consagrada y cuáles debe ponerse a transitar ahora?

Llevo un tiempo hablando de resistencia en sentido positivo y de tentación, en negativo. Tentación sería lo que hay que abandonar, y resistencia, lo que en todo caso se debe mantener. En este sentido, lo que hay que evitar totalmente caer es la tentación de magnificar las glorias pasadas: el ya no podemos hacer nada porque ya no somos lo que éramos. Esta es una senda que no conduce a ninguna parte. Con los hilos que tenemos, que no son de gloria, pero tampoco fatales, hemos de ponernos a tejer y a construir nuevos proyectos.
Tenemos también la tentación de pensar que, para superar la crisis que atravesamos, basta con subrayar algunos aspectos externos y normativos que aparentemente nos dan mucha seguridad interior y una visibilidad exterior muy reconocible. En realidad, esos elementos que a veces subrayamos porque no dejan lugar a las ambigüedades, son más bien indicativos de la búsqueda de una cierta autorreferencialidad. Ante la tentación de dar por bueno todo lo que conduce al aislamiento, a encerrarnos en nosotros mismos y a fugarnos de las dificultades, hay que resistir, como dice el papa Francisco, con la mente abierta y el corazón creyente, sabiendo que Dios también ama a este mundo y está presente en él.
Una tercera tentación es la de esconder o camuflar la fragilidad, porque aparecer débiles nos hace insignificantes; a esta tentación, solo hay que oponer la resistencia propia de la Pascua, la que nos enseña que no hay temer el morir, ni tampoco el vivir.

Antonio Bellella y Laura Zamora, secretaria académica del ITVR
Antonio Bellella y Laura Zamora, secretaria académica del ITVR JL

Estos días de la Semana Nacional también se conjugan verbos y se activan gerundios, como se dice en la presentación. Vayamos al gerundio de ‘enfocar’. ¿Qué está enfocando hoy la Vida Consagrada?

Está enfocándose a sí misma, corrigiendo la lente, en muchos aspectos muy vuelta sobre sí misma y muy poco sobre el aspecto teologal de la experiencia.

Y del ‘recordar’, ¿qué está recordando?

Que el Pueblo de Dios empieza con una pareja de ancianos, que son Abrahán y Sara, y continua con el resto de Israel.

¿Y subrayando?

Que su obligación fundamental es una vocación no al poder, no a la gloria, no a la presencia omnínoda, sino a la realización del Reino de Dios, de lo sencillo, de lo pequeño, de lo que casi no se ve.

Y, finalmente, ¿qué está proyectando la Vida Consagrada actualmente?

Una misión distinta, una tarea en la cual todas las semillas que hay, sean generativas.

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