Ocho jóvenes participan en la experiencia monástica en la emblemática abadía benedictina Dejan el móvil… y vienen al monasterio de Silos (a escuchar otras llamadas)

| Juan Javier Flores Arcas
Hay muchos modos de tomarse unos días libres en verano. Ocho jóvenes lo han hecho viviendo como monjes en el monasterio de Silos. Dejaron y aparcaron su móvil, se pusieron en camino hacia una antiguo monasterio habitado y, por ocho días, han vivido como monjes.
Nada especial han hecho que no hagan los monjes cada día. Han seguido con perfección el horario monástico. Han ido al coro 8 veces al día. Han cantado con los monjes en la liturgia monástica de las horas y han adorado al Santísimo Sacramento. Han celebrado la Eucaristía y han cantado las alabanzas del Señor día y noche. Han descubierto que el plan salvífico divino se realiza cada día en la eterna salmodia divina.
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Han trabajado en las diversas tareas del monasterio. Han recibido conferencias sobre la vida monástica. Han gozado de experiencias personales y comunitarias. Han hablado entre ellos y han hablado con los monjes. Y lo han hecho de lo humano y lo divino, de lo monástico y de lo mundano. Sin regatear preguntas e inquietudes. Han experimentado como es la vida monástica hoy.
Y frente a un alejamiento silencioso de poblaciones enteras de la práctica religiosa y de toda referencia a la fe, han podido constatar frente a la indiferencia y a la increencia práctica, que Dios sigue suscitando, poniendo en nuestro lento caminar, espacios donde el Absoluto tiene prioridad.
Volverán a sus casas, pero llevarán un mensaje que es eterno: que Jesucristo, siempre presente como el Salvador de la humanidad, sigue actuando en la historia de los futuros y nuevos tiempos humanos de la creación y que hay espacios donde esta realidad no solo es palpable, sino también evidente.
Que hay “algo” y “Alguien” por quien merece la pena detenerse, incluso en verano, porque Cristo es el Dios que está por encima de todo.
Él es quien renueva al hombre viejo, al que ha llamado imagen suya, mostrando por su impronta, en ti, el amor que te tiene.
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