El Papa 'bendice' el nombramiento de Farrell en sustitución de Alejandro Moral León regresa a la casa de los agustinos: "Sed apóstoles y testigos del Evangelio en el mundo"

El Papa destacó la importancia de volver "a nosotros mismos" para "luego salir aún más motivados y entusiastas a la misión", con las pilas cargadas con la "comunión de amor" de la propia familia religiosa
Prevost advirtió del "error de imaginar la formación religiosa como un conjunto de reglas que hay que observar o de cosas que hay que hacer o, incluso, como un traje ya confeccionado que hay que ponerse pasivamente"
"Permanezcamos fieles a la pobreza evangélica y hagamos que se convierta en criterio para vivir todo lo que somos y tenemos, incluidos los medios y las estructuras, al servicio de nuestra misión apostólica"
"Permanezcamos fieles a la pobreza evangélica y hagamos que se convierta en criterio para vivir todo lo que somos y tenemos, incluidos los medios y las estructuras, al servicio de nuestra misión apostólica"
"Me siento como en casa". Y a fe que es así. El Papa León volvió a visitar a sus hermanos agustinos, reunidos en Capítulo General en el Augustinianum, a pocos metros del Vaticano. La llegada de Prevost se debía al relevo en el priorato de la orden, con Alejandro Moral dejando paso a Joseph Farrell. "Para esta tarea tan exigente se necesita la oración de todos nosotros, ¡no lo olvidemos!", confesó el pontífice, con conocimiento de causa. No en vano, durante 12 años ejerció ese puesto en la orden de San Agustín.
Reflexionando sobre el Capítulo General, el Papa destacó la importancia de volver "a nosotros mismos" para "luego salir aún más motivados y entusiastas a la misión", con las pilas cargadas con la "comunión de amor" de la propia familia religiosa.
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"Ama lo que serás"
Y, tras la reflexión, algunos temas de debate. En primer lugar, "las vocaciones y la formación inicial". Bajo el paraguas de las palabras de San Agustín, "Ama lo que serás", el Papa advirtió del "error de imaginar la formación religiosa como un conjunto de reglas que hay que observar o de cosas que hay que hacer o, incluso, como un traje ya confeccionado que hay que ponerse pasivamente". Frente a eso, "en el centro de todo está el amor".
Porque "la vocación cristiana, y la religiosa en particular, solo nace cuando se siente la atracción de algo grande, de un amor que puede nutrir y saciar el corazón". De ahí la importancia de "ayudar, especialmente a los jóvenes, a vislumbrar la belleza de la llamada y a amar lo que, al abrazar la vocación, podrán llegar a ser", sabiendo que "la vocación y la formación no son realidades preestablecidas: son una aventura espiritual que involucra toda la historia de una persona, y se trata ante todo de una aventura de amor con Dios".

También la dimensión del estudio teológico y de la formación intelectual, porque para lelgar a Dios "se trata ante todo de dejarse sorprender por su grandeza, de interrogarnos a nosotros mismos y al sentido de las cosas que suceden para encontrar en ellas las huellas del Creador y, sobre todo, de amarlo y hacerlo amar".
"A quienes estudian, Agustín sugiere generosidad y humildad, que nacen precisamente del amor: la generosidad de comunicar a los demás las propias investigaciones, para que ello redunde en beneficio de su fe; la humildad para no caer en la vanagloria de quienes buscan la ciencia por sí misma, sintiéndose superiores a los demás por el hecho de poseerla", recalcó.
A su vez, el Papa resaltó la relevancia de la vida comunitaria y la actividad apostólica. "Permanezcamos fieles a la pobreza evangélica y hagamos que se convierta en criterio para vivir todo lo que somos y tenemos, incluidos los medios y las estructuras, al servicio de nuestra misión apostólica".
La misión evangelizadora a la que todos estamos llamados exige el testimonio de una alegría humilde y sencilla, la disponibilidad al servicio, el compartir la vida del pueblo al que somos enviados
"Por último, no olvidemos nuestra vocación misionera", subrayó Prevost, recordando que desde 1533, los agustinos "han anunciado el Evangelio en muchas partes del mundo con pasión y generosidad, cuidando de las comunidades cristianas locales, dedicándose a la educación y la enseñanza, entregándose a los pobres y realizando obras sociales y caritativas". Este espíritu misionero "no debe apagarse, porque también hoy es muy necesario".
"Os exhorto a reavivarlo, recordando que la misión evangelizadora a la que todos estamos llamados exige el testimonio de una alegría humilde y sencilla, la disponibilidad al servicio, el compartir la vida del pueblo al que somos enviados", finalizó León XIV, quien volvió a pedir a sus hermanos "que la caridad del Señor inspire vuestros pensamientos y vuestras acciones, haciéndoos apóstoles y testigos del Evangelio en el mundo".