Encuentro de capellanes y voluntariado en Pastoral Penitenciaria, en Castilla y León “De la ciudadanía a la cuidadanía": No se trata de coexistir, cuanto de convivir

“De la ciudadanía a la cuidadanía"
“De la ciudadanía a la cuidadanía"

"La Pastoral Penitenciaria de Castilla y León, como todos los años, el último sábado de enero, hemos celebrado un encuentro para hacer una lectura creyente del momento actual"

"La ciudadanía nos constituye como miembros de una comunidad, de un colectivo. Incluso cuando hablamos de personas presas. Sin embargo, últimamente, esta nominación de 'ciudadanos', se nos está quedando corta"

"El pensamiento occidental se ha construido muy habitualmente de espaldas al sufrimiento, el dolor, a la finitud y la muerte, a la vulnerabilidad"

"La vulnerabilidad, nos decía Javier Baeza, será quien constituya el nuevo eje desde el que considerar al ser humano"

"La Pastoral Penitenciaria, y el conjunto eclesial, estamos llamados a ser comunidades que acogen y cuidan. Necesitamos avanzar en ser comunidades que se implican y defienden la VIDA. No basta visitar lugares de pobreza, sino que es preciso un compromiso total"

La Pastoral Penitenciaria de Castilla y León, como todos los años, el último sábado de enero, hemos celebrado un encuentro para hacer una lectura creyente del momento actual. Nos ha acompañado en la reflexión Javier Baeza (parroquia San Carlos Borromeo, Madrid). En los diálogos del día han ido apareciendo estas constantes:

Vivimos tiempos en los que pareciera que falta civilidad. Palabra con la que Adela Cortina nos ayuda a ver la necesidad que tenemos de valores y proyectos compartidos, signo de identidad grupal. La ciudadanía nos constituye como miembros de una comunidad, de un colectivo. Incluso cuando hablamos de personas presas, ciudadanas y ciudadanos privados de libertad, alejados del día a día del común social, les reconocemos como ciudadanos.

Sin embargo, últimamente, esta nominación de “ciudadanos”, se nos está quedando corta y, al mismo tiempo que hemos de ser exquisitamente respetuosos del individuo, con la misma firmeza hemos de rehuir de todo individualismo. “Necesitamos situarnos -decía Victoria Camps- más allá del modelo liberal de ciudadanía, según el cual los individuos son seres soberanos y autónomos en el terreno moral y sólo tienen la obligación de tolerar -ni siquiera respetar- las diferencias de otros ciudadanos. Es un modelo demasiado individualista”.

Estamos de acuerdo pues no se trata de coexistir, cuanto de convivir. Por eso es importante dar un paso más y hablar de la cuidadanía. El pensamiento occidental se ha construido muy habitualmente de espaldas al sufrimiento, el dolor, a la finitud y la muerte, a la vulnerabilidad. Lo experimentamos, vivimos y sufrimos cada día, en todo lo que tiene que ver con la cárcel y quienes la habitan.

La vulnerabilidad, nos decía Javier, será quien constituya el nuevo eje desde el que considerar al ser humano. En un imaginario social donde todo está mercantilizado y es objeto de compra-venta, reconocer la vulnerabilidad de todo ser humano puede ser ese resquicio que nos permita reconstruir tanta humanidad desquebrajada y tanta desesperanza acumulada en tantas mujeres y hombres a nuestro alrededor.

Sería éste el origen de “una cultura de la solidaridad contra la competición, del compartir contra el individualismo, de la autolimitación contra los excesos del poder, del consumo sobrio contra el consumismo”, que señala Leonardo Boff.

La Pastoral Penitenciaria, y el conjunto eclesial, estamos llamados a ser comunidades que acogen y cuidan. Santiago Agrelo, cristiano y obispo tantos años en Tánger lo recordaba el domingo, 23 de Mayo, en el programa de Ana Pastor, en la Sexta, al hablar de la inmigración: "Necesitan el cariño mucho más que el pan”.

Necesitamos ser comunidades que luchan pues, cuando pasamos de la acogida al acompañamiento, nos convertimos en testigos de las dificultades que la sociedad actual -con sus reglamentaciones legales- suponen para mucha de la gente con quienes vivimos y acompañamos.

Y necesitamos avanzar en ser comunidades que se implican y defienden la VIDA. No basta visitar lugares de pobreza, sino que es preciso un compromiso total asumiendo las experiencias del otro. No se trata de “turismos religiosos o solidarios”, cuanto de estilos de vida. El acompañamiento supone la Defensa. Cuidar, en palabras de Jon Sobrino es "conflictivo", pues lleva no sólo a "ayudar" a los que "sufren", sino a "defender" a las víctimas y "enfrentarse" con sus victimarios.

Pastoral penitenciaria
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