Rotundo éxito en la inauguración de la 48ª Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada 'A vino nuevo, odres nuevos': La vida consagrada española apuesta por la reforma en la Iglesia

Inauguración de la 48 Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada
Inauguración de la 48 Semana Nacional para Institutos de Vida Consagrada

Rosario Ríos, presidenta de Confer: "Apostar por la novedad, humilde y cotidiana, de generar procesos, y de alumbrar proyectos que huelan a Evangelio"

Ginés García Beltrán: “Hemos de preocuparnos por iniciar procesos y no poseer espacios. Esto es lento, exige paciencia, pero hemos de iniciar procesos”

Pedro Belderrain: “Perdón que iría acompañado de un dolor bien profundo si en cualquier momento de este camino alguno de nosotros hubiera cruzado la línea de la barbaridad, el abuso, el desprecio o la falta de respeto a los santuarios sagrados que son el cuerpo, la intimidad y la conciencia de cada persona, sobre todo de las más castigadas por la vida, la injusticia o las consecuencias del pecado”

Quien sostiene que la vida religiosa en España está agonizando no tiene más que pasarse estos días por el auditorio de la Fundación Pablo VI, donde esta mañana se inauguró la 48 Semana Nacional para Institutos de Vida Religiosa.

Unos 700 religiosos y religiosas, orgullosos de su condición, se congregaron en esta ineludible cita de la semana de Pascua, organizada por el Instituto Teológico de Vida Religiosa de los claretianos y que, en esta ocasión, lleva por lema “A vino nuevo, odres nuevos”.

Homenaje a Sebastián

Una jornada que arrancó con un homenaje al cardenal Sebastián, “un hombre libre, teólogo y hombre de gobierno con decisión y justicia”, tal y como lo definió el director del ITVR, Carlos Martínez Oliveras, cmf, quien destacó su condición de “hombre de diálogo con los servicios públicos, responsabilizado y comprometido con una sociedad más justa, fraterna e implicada en el bien común”.

Participantes en la Semana del ITVR

Durante la inauguración del simposio, el superior provincial de los claretianos, Pedro Belderrain, cmf, destacó cómo, a lo largo de este medio siglo, miles de consagrados y consagradas del mundo entero han participado de estos encuentros pascuales.

“Gracias de corazón. Sin ustedes nada habría sido posible: ni estas Semanas, ni el Instituto, la Escuela Regina Apostolorum o Publicaciones Claretianas ni los jóvenes setenta y cinco años de la revista Vida Religiosa”; apuntó Belderrain, quien también quiso “pedir perdón” a “las personas e instituciones a las que no hemos sabido ayudar y hasta tal vez, quién sabe, hemos podido causar algún daño”.

“Perdón que iría acompañado de un dolor bien profundo si en cualquier momento de este camino alguno de nosotros hubiera cruzado la línea de la barbaridad, el abuso, el desprecio o la falta de respeto a los santuarios sagrados que son el cuerpo, la intimidad y la conciencia de cada persona, sobre todo de las más castigadas por la vida, la injusticia o las consecuencias del pecado”, subrayó, haciendo referencia a los escándalos de la pederastia en la Iglesia.

Intervención de Carlos Martínez Oliveras, cmf

Cómodos o cobardes

“Perdón por las veces que hemos podido ser cómodos o cobardes; por haber escondido talentos que ustedes nos confiaban sin atrevernos a negociar con ellos; por quedarnos en programas, medios, ideas brillantes y no ir a Dios; por las veces en que no hemos caminado humildemente con el resto del pueblo de Dios o hemos dejado que mujeres consagradas hayan vivido y defendido casi sin compañía masculina lo que deberíamos vivir y defender todos”, resaltó el provincial de los claretianos.

“Pidamos y dejemos que el Señor que recrea, llena de vida y vuelve joven todo lo que toca irrumpa con fuerza entre nosotros, en la Iglesia de España, en cada una de nuestras comunidades, en este tiempo de pascua”, insistió, recordando también al cardenal Sebastián, para reclamar que

“Jesucristo sea siempre el amor de nuestra vida, la primera referencia de nuestras aspiraciones, la meta de todos nuestros deseos: que Dios no permita que nada ni nadie nos separe de Él. Si caminamos junto al Resucitado, los pobres y los pequeños nos tendrán siempre de su lado”.

Ginés: reforma, fidelidad y autenticidad

Por su parte, el obispo de Getafe y presidente de la Fundación Pablo VI, Ginés García Beltrán, recordó que “estamos en tiempos de reformas, y precisamente por eso se nos pide más fidelidad y más autenticidad”. Una reforma inserta dentro de “un cambio de época. Vivimos en un mundo en cambio, un cambio permanente y rápido”.

Ante esta realidad, subrayó, “ya no vale el 'siempre se ha hecho así'”, porque “aunque el Evangelio es el mismo, hemos de servir al hombre de cada época”. ¿Cómo hacerlo? “Volviendo a los orígenes, a Jesucristo, para llenarnos de lo esencial”.

Inauguración de la semana de Vida Consagrada

Para Ginés, “la reforma en la Iglesia, debe ser una salida misionera, como dice el Papa”, para lo cual “necesitamos una verdadera conversión pastoral y personal. En las estructuras y en la santidad”. “Hemos de preocuparnos por iniciar procesos y no poseer espacios. Esto es lento, exige paciencia, pero hemos de iniciar procesos”, clamó, admitiendo que “a veces paseamos por calles y plazas donde no está la gente. Y nuestra misión es estar donde está la gente”.

Sed lo que sois, estad en la vanguardia, en frontera

“¿Qué os pediría como obispo, y como cristiano?”, concluyó el obispo de Getafe. Tres cosas. En primer lugar, “sed lo que sois”, porque “si no estuvierais, ¿qué sería de la Iglesia?”. En segundo término, “sed experiencia de Dios en medio de la gente”. Finalmente, “vivid siempre vuestra vocación de vanguardia, de frontera, de periferia. Donde no somos capaces de llegar muchos, estáis vosotros y vosotras”.

Por su lado, la presidenta de Confer, Rosario Ríos, abogó por “acoger el momento actual como tiempo de Dios, nos está pidiendo búsqueda y discernimiento”, y ser “mujeres y hombres de esperanza, que viven confiadamente, sin miedo, siendo capaces de arriesgar”.

“Hemos de crear espacios de fraternidad y acogida allá donde el mundo expulsa, y deja fuera”, subrayó la religiosa, quien pidió “apostar por la novedad, humilde y cotidiana, de generar procesos, y de alumbrar proyectos que huelan a Evangelio”, apostando por los laicos, “uniendo fuerzas, colaborando, tejiendo redes entre congregaciones, grupos y personas (creyentes o no), que buscan la justicia y el bien”.

“Seamos un signo ante la exclusión y el rechazo al extranjero, de por dónde va el Evangelio de la fraternidad. Estamos empeñados en la lucha por un mundo más justo”, concluyó.

Finalmente, Vicenta Estellés, presidenta de CEDIS (institutos seculares), advirtió que “el vino nuevo traído por Jesús exige odres nuevos para no derramar ninguna gota del Evangelio”. “¿Somos capaces de activar la creatividad al servicio de la evangelización?”, se preguntó, insistiendo en que “la Iglesia nos necesita unidos, apoyándonos, para no derramar ni una gota del vino del Evangelio”.

Obispos presentes en el aula

Reforma permanente de la Iglesia

Tras las presentaciones, la primera intervención corrió a cargo del director del ITVR, quien abogó por “la reforma permanente de la Iglesia”. “Reforma sí, digo bien, y no restauración. Reforma, sí, digo bien, y no ruptura”, glosó Martínez Oliveras, quien recordó las tres condiciones que en su día puso el padre Congar para una auténtica reforma: “Primacía de la caridad y del sentido pastoral; Permanecer en la comunión del todo; La paciencia, el respeto a las dilaciones; y Renovar mediante el retorno al principio de la tradición. Todo un ambicioso y exigente programa”.

“Nos hemos reunido para afrontar la reflexión de una vida consagrada en permanente reforma al paso marcado por el papa Francisco”, destacó el claretiano, haciendo referencia al lema de las jornadas de este año.

En este sentido, el director del ITVR insistió en que “la vida consagrada está llamada a hacer un permanente examen de las 'estructuras' (odres) para ver si son idóneos o no para contener y compartir el vino siempre nuevo del Evangelio”. Se trata, añadió, “de descubrir los nuevos espacios y los nuevos caminos hacia la autenticidad del testimonio carismático y evangélico de la vida consagrada, de discernir y, luego, poner en marcha los necesarios procesos de purificación y sanación de la levadura de la maldad y la perversidad”.

A vino nuevo, odres nuevos

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