Madre del Buen Consejo, Virgen del Socorro, San Agustín… Las nueve vírgenes y santos que despiertan la devoción de los agustinos, la orden del Papa

Entre las primeras visitas que realizó el Papa León XIV después de que el 8 de mayo de 2025 fuera elegido papa, fue a la Basílica Santuario de la Madre del Buen Consejo, en la localidad de Genazzano, a las afueras de Roma, administrada por las Agustinos, de la que se dijo devoto
Pero, ¿sabías que los miembros de la Orden de San Agustín, a la que pertenece el Santo Padre, tienen al menos 9 vírgenes y santos a los que son devotos y algunas de cuyas imágenes podrás encontrar en las parroquias e iglesias que administran?
Estas son algunas de esas imágenes
Estas son algunas de esas imágenes
(Desde la Fe).- Entre las primeras visitas que realizó el Papa León XIV después de que el 8 de mayo de 2025 fuera electo como el nuevo Pontífice sucesor de San Pedro, destacó la que le realizó a la Basílica Santuario de la Madre del Buen Consejo, en la localidad de Genazzano, a las afueras de Roma, administrada por las Agustinos, de la que se dijo devoto.
Pero, ¿sabías que los miembros de la Orden de San Agustín, a la que pertenece el Santo Padre, tienen al menos 9 vírgenes y santos a los que son devotos y algunas de cuyas imágenes podrás encontrar en las parroquias e iglesias que administran?
Fray Marco Antonio Luna Medrano, provincial de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Michoacán, en México, mencionó cuáles son las que calificó como las advocaciones marianas y santos más significativos para los Agustinos y las que son devotos. ¡Conócelos!

Madre del Buen Consejo
Nuestra Madre del Buen Consejo es una de las advocaciones marianas más veneradas por la Orden de San Agustín. De acuerdo con la tradición, esta imagen se asocia con dos lugares geográficos: Scútari, en la frontera norte de Albania, y Genazzano en Italia.
Según la leyenda, la Señora de Scútari o Señora de los albaneses, es un fresco que abandonó espontáneamente el templo donde se encontraba cuando Albania fue invadida por los turcos y llegó hasta la villa medieval de Genazzano en donde actualmente es custodiada por los frailes agustinos en la Basílica Santuario de la Madre del Buen Consejo.
Nuestra Madre de la Consolación
La devoción a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación es universal y de larga tradición en la orden de los Agustinos, que completa el título mariano hablando de Nuestra Señora de la Consolación y Correa, en la que la correa hace referencia al hábito agustiniano.
Es venerada como Madre de Consolación, porque a través de ella “Dios mandó al mundo al Consolador”, Cristo Jesús. La participación en los dolores de la pasión de su Hijo y en las alegría de su resurrección la ponen en condición de consolar a sus hijos en cualquier aflicción en que se encuentren.
El nombre de Consuelo o Consolación hace pensar en la cercanía con el afligido, en la fortaleza para compartir el dolor ajeno, en la compañía para ahuyentar la tristeza de la soledad. Así, María, elevada al cielo, “brilla ante el pueblo peregrino de Dios como signo de segura esperanza y consolación” (LG, 69).

Virgen del Socorro
La imagen de Nuestra Señora del Socorro es una de los más antiguas entre los venerados en la Orden de San Agustín, de hecho se tienen datos que se remontan al año 1300 y 1306.
El inicio de la devoción y difusión de la Virgen de Socorro se atribuye al Beato Nicolás Bruno de Messina, prior del convento de los agustinos de Palermo, en la isla de Sicilia. Fiel devoto de la Virgen, que acudía siempre a ella, teniendo signos evidentes de su intercesión y socorro.
Es una advocación mariana que presenta a la Virgen María como la que intercede y ayuda en momentos de necesidad, por lo que es venerada por su capacidad para socorrer en situaciones difíciles y se le atribuyen numerosos milagros.
Según la tradición, una madre de Palermo atormentada con el llanto de su hijo pequeño, en un momento de desesperación, dijo: “que te lleve el demonio”. En ese momento apareció el diablo para llevarse al menor, ante lo que la afligida madre, invocó a la Virgen y exclamó: “Virgen santa, Madre mía, socórreme”. La Virgen acudió y ahuyentó al demonio, salvando al menor.

Nuestra Señora de Gracia
Nuestra Señora de Gracia tiene su origen en el saludo que el ángel Gabriel hace a la Virgen María en Nazaret.“Alégrate, favorecida –agraciada–, el Señor está contigo” (Lc 1,28). Para los cristianos esta advocación subraya la preferencia de Dios sobre María, madre del mediador Jesús, pero también madre del autor de la gracia y dispensadora de gracia.
El origen de la devoción de la Imagen de la Santísima Virgen de Gracia se remonta a finales del Siglo XIII, cuando tras la reconquista de Carmona, España, cuenta la leyenda, un pastor descubrió la imagen en una cueva escondida, al menos entre 400 y 500 años atrás, para que no llegara a manos de los musulmanes.
El pastor dio aviso al clero y la imagen fue llevada al pueblo en procesión, pero a la mañana siguiente apareció milagrosamente en la cueva donde fue hallada, con lo que se interpretó como un deseo de la Virgen de permanecer en dicho lugar, y se decidió construir allí una ermita.

San Agustín
San Agustín de Hipona encabeza la lista de los 36 Doctores de la Iglesia por la relevancia de su obra que ha trascendido los siglos, y sus escritos se siguen leyendo y estudiando en universidades de todo el mundo, sin importar si el lector es creyente o no.
Él representa la culminación de todos los esfuerzos por conciliar la fe y la razón, además de que en su vida destaca su lucha contra las herejías de los maniqueos, los donatistas y el pelagianismo, pero también abordó otros temas de interés, como el tiempo, la eternidad y su medición.
Es venerado por la Iglesia católica, la ortodoxa y las iglesias orientales, la luterana y la anglicana. Su título de Doctor de la Iglesia fue promovido el 19 de septiembre de 1295, por el Papa Bonifacio VIII.

Santa Mónica
Madre de San Agustín, Santa Mónica nació en Thagaste, en el actual Argel, en el seno de una familia cristiana. Fue una mujer piadosa que se casó con un hombre pagano, Patricius, quien además no la trataba bien, pero ella, con sabiduría, prudencia y oración, lo pudo convertir al cristianismo un año antes de que él falleciera en el año 371.
Con su esposo tuvo tres hijos: Agustín, Navigio y Perpetua. Santa Mónica sufrió mucho a causa de Agustín quien tuvo una concubina e ingresó a la secta de los maniqueos alejándose del cristianismo que le había inculcado su madre. Mónica rezaba incesantemente por su conversión y por años Agustín fue una oveja descarriada, pero Santa Mónica nunca dejó de rezar por su bienestar. Finalmente, tras mucho discernir y escuchar los ruegos de su madre Agustín volvió al cristianismo.
Santa Mónica de Hipona es considerada la santa patrona de las madres y esposas, y es una de las santas más veneradas y ejemplares en la Iglesia Católica y la ortodoxa.

San Nicolás de Tolentino
Es considerado el primer santo de la Orden de San Agustín, aunque nació en Sant’Angelo in Pontano (Italia), su nombre va unido a la ciudad de Tolentino donde vivió treinta años. No fue ilustre por sus escritos o su ciencia, sino que destacó por la predicación, la dedicación pastoral como confesor y la atención a los más necesitados.
Dios realizó a través de la intercesión de San Nicolás de Tolentino numerosos milagros en vida y después de su muerte; es considerado protector de las almas del purgatorio y patrono contra la peste, los incendios y la tartamudez.
Cuentan que cuando su salud se estaba deteriorando alguien le preguntó por qué está tan alegre y contento, a lo que respondió: “Porque mi Dios y Señor Jesucristo, acompañado de su Santa Madre y de mi Santo Padre Agustín, me está diciendo: ¡Vamos! Siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor”.

Santa Rita de Casia
Santa Rita de Casia es una de las mujeres más queridas por los fieles de la Iglesia católica, y es considerada abogada de las causas difíciles y desesperadas, así como de los problemas maritales. Fue esposa y madre, luego viuda y finalmente religiosa que tuvo uno de los estigmas de la Pasión de Cristo, una espina en la frente.
A los 16 años se casó con Fernando Manzini, un hombre violento quien la hizo sufrir por maltratos, y tuvieron dos hijos varones. Santa Rita rezó por la conversión de su esposo y lo logró, pero para ese momento él ya había sembrado muchos enemigos, por lo que fue asesinado.
La Santa perdonó a los asesinos de su esposo, pero descubrió con dolor que sus hijos preparaban la venganza. Sin dudarlo un instante, manifestó a Dios que prefería verlos muertos a manchados de sangre homicida. Ambos hijos enfermaron y murieron muy jóvenes.
Viuda y sin hijos, Santa Rita ingresó en el monasterio agustiniano de Santa María Magdalena de Casia, donde vivió cuarenta años sirviendo a Dios fielmente y a la comunidad con dedicación y generosidad exquisitas.

Beato Elías del Socorro Nieves
Para la Orden de San Agustín en México un caso excepcional es el del mártir y Beato Elías del Socorro Nieves, presbítero agustino que en el furor de la persecución Cristera, fue hecho prisionero por desempeñar ocultamente su oficio sacerdotal y fusilado por odio al sacerdocio. Fue beatificado por el papa Juan Pablo II el 12 de octubre de 1997.
Fue ordenado sacerdote el 9 de abril de 1916, a los 33 años de edad. Después de ejercer el ministerio sacerdotal en Yuriria, Guanajuato, Aguascalientes, Maravatío y Pinícuaro, Michoacán, donde dejó buenos recuerdos, fue asignado a la comunidad de la Cañada de Caracheo, Michoacán.
El Padre Nieves no acató la orden del gobierno federal de concentrarse en la capital del país, porque eso significaba abandonar su grey y no estaba dispuesto a alejarse de ellos en horas de dificultad, por eso decidió quedarse y vivió 14 meses refugiado en una cueva, a donde acudían sus fieles a orar, a participar en la Eucaristía y recibir los Sacramentos.
Fue aprehendido por los federales el 7 de marzo de 1928 y el 10 de marzo de ese año los federales lo llevaron al lugar llamado “El Llano”, donde lo pusieron frente a un mezquite -árbol nativo del desierto y semi desierto de México. El Padre Elías oró, entregó a los soldados su gabán y pidió a los mismos que se hincaran para darles su bendición. Fue asesinado, cuando tenía 45 años de edad y murió bendiciendo a los soldados que se disponían a ejecutarle y regalando su perdón y sus escasos bienes a su propio verdugo.
