Monseñor Alleyne: "El Sínodo de la Amazonía va a ser un examen para la pastoral de la Iglesia" "Quiero mis derechos, mi tierra", gritan los indígenas de la Guyana Inglesa

(Luis Miguel Modino).- La Iglesia de la Amazonía vive un tiempo de escucha, algo que permite conocer los clamores de los pueblos, especialmente de los indígenas, con quienes “tenemos mucho que aprender”, como reconocía el Cardenal Barreto delante de los 120 participantes de la Asamblea Presinodal celebrada en Lethem, Guyana inglesa, de 27 a 29 de noviembre.

La reunión, en la que se hacían presentes representantes de varios pueblos indígenas de la región, junto con los obispos de las dos Guyanas y Surinam, era vista por Mauricio López, Secretario Ejecutivo de la Red Eclesial Panamazónica – REPAM, como un momento especial, un regalo de Dios, un kairós, una Buena Noticia para la Iglesia y para el mundo.

En sus palabras, los indígenas presentes han sido firmes, hasta el punto de decir ante el Cardenal Barreto y el Nuncio Apostólico en la región, Monseñor Fortunatus Nwachukwu, también presente en la asamblea, que al principio de la evangelización, la Iglesia estuvo presente, pero que después se ausentó. Sin embargo, ahora la Iglesia está volviendo a escuchar, y eso me hace feliz, decía emocionada una de las indígenas participantes. Ante esas palabras, el Cardenal Barreto, Vicepresidente de la REPAM, reconocía la necesidad de escuchar, afirmando que “la Iglesia está despertando de este letargo, de esta indiferencia”.

Las reclamaciones de los indígenas también han ido dirigidas contra el poder gubernamental y contra la propia sociedad, en la medida en que una de ellas decía, “paremos de destruir el mundo, quiero mis derechos, quiero mi tierra”. Esas palabras llevaban a Mauricio López a insistir en la necesidad de caminar juntos, en red, una actitud que nos lleva a superar el egoísmo que divide, que es uno de los elementos deben que ser apartados de nuestra sociedad, según Monseñor Fortunatus Nwachukwu, quien proponía la educación como camino para construir el desarrollo humano, sin olvidar que la educación fue el gran trabajo de los misioneros y eso nos empodera como indígenas, pues “yo también soy indígena”, reconocía el diplomático de origen nigeriano.

Al nuncio le decía uno de los indígenas que cuando fuese a Roma, le dijese al Papa Francisco, que “tenemos un amor genuino por él”, lo que fue respondido con una salva de palmas por los presentes, una prueba más del cariño y admiración que el actual Obispo de Roma despierta entre los más pobres. Los indígenas también han presentado las problemáticas que les afectan, destacando la necesidad de una educación integral, del cuidado del medio ambiente, de la preservación y promoción de sus lenguas originarias y de su cultura, así como del agua y las florestas.

Al mismo tiempo, ellos ven necesaria la participación y cooperación de todos en la construcción de las comunidades, destacando algunas problemáticas como el alcoholismo, la falta de oportunidades para los jóvenes, lo que provoca el crecimiento de la emigración, y el papel de las mujeres, que quieren organizarse en busca de su empoderamiento, creando grupos de mujeres e insistiendo en la necesidad de promover su educación.

El obispo local, Monseñor Francis Dean Alleyne, también insistió en la necesidad de escuchar, de promover la ecología humana y de caminar juntos, algo que es posible y que se acentúa con este proceso sinodal. No olvidemos, como reconocía el Cardenal Barreto, que “el Sínodo de la Amazonía va a ser un examen para la pastoral de la Iglesia”. En sus palabras a los presentes, él jesuita decía que “Dios está aquí para liberarnos de toda angustia”, insistiendo en que todos somos familia y en una familia no hay descartables, no hay gente de segunda, tercera o cuarta categoría”.

Frente a eso, Barreto denunciaba que “la sociedad actual ve a los pueblos de la Amazonía como alguien que no vale nada”. Según el cardenal peruano, “Dios vio la aflicción de esos pueblos e inspiró la creación de la REPAM”. Desde ahí, dirigiéndose a los habitantes de las Guyanas y Surinam, quienes, según Barreto, tienen mucho que aportar a la REPAM, les decía que “para el mundo, ustedes son descartables, pero para Dios y el Papa Francisco, ustedes son los primeros”. Sirviéndose del símil del Río Amazonas, cuando el agua de un río entra en él, no importa el tamaño, lo importante es que juntos forman el gran río. Por eso, la REPAM es ese gran río que recoge toda la riqueza de la Amazonía.

El Cardenal Pedro Barreto definía al Papa Francisco como “el gran regalo de Dios, que continuando la dinámica del Espíritu, nos ha convocado para un Sínodo en Roma, donde, desde la periferia amazónica, vamos a enriquecer al centro de la Iglesia”. Por eso, “tenemos que caminar juntos preparando este Sínodo. El Río Amazonas no se queda en la región, sale al mar”, afirmaba el Cardenal, para quien “la salida al mar del Amazonas es el comienzo del Sínodo, que no es para ayudarnos a nosotros en la Amazonía y sí para ayudar a la Iglesia a tener un rostro amazónico, como quiere el Papa Francisco”.

No podemos olvidar, en opinión del Cardenal Barreto, que “aquí tenemos biodiversidad, tenemos culturas ancestrales, los indígenas nos enseñan a tener una relación con Dios, entre nosotros como personas y también con la naturaleza”. Por eso, al hablar del Sínodo, reconoce que “estamos con mucha ilusión, pero también somos conscientes que hay grandes problemas en esta región, hay gran interés en los recursos naturales sin importar los pueblos y las culturas”.

Es tiempo de escucha, de estar atentos a los clamores de los pueblos amazónicos, de la Madre Tierra. La Iglesia, con el Papa Francisco a la cabeza, se ha propuesto ser ese altavoz que recoge las voces de quienes tradicionalmente pocos han querido oír.


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