Hace doscientos años de la muerte del cardenal Ercole Consalvi (1757-1824), secretario de Estado del papa Pío VII en los difíciles años del paso del siglo XVIII al XIX, bajo la presión de Napoleón y del Congreso de Viena, de los que le tocó ser no solo colaborador del Pontífice sino protagonista de la diplomacia vaticana. Razón por la que recientemente se le rindió memoria en la Ciudad Eterna.

Había nacido en Roma el 8 de junio de 1757, se formó en la Academia de Nobles Eclesiásticos de Roma de 1776 a 1782. En 1799, con ocasión del cónclave de Venecia que eligió a Barnaba Chiaramonti -Pío VII-, se dio a conocer como secretario. En 1800, el Pontífice romagnolo le nombró Secretario de Estado y lo creó cardenal. Asumió este cargo como laico y más tarde como diácono, sin recibir nunca la ordenación sacerdotal y episcopal. Dato interesante pues en la actualidad cuando el Papa Francisco nombra para altos cargos de la curia romana a sacerdotes, religiosas y mujeres laicas, pareciera que está introduciendo iniciativas que nunca existieron. La Iglesia es de bautizados y no es de extrañar que puedan ocupar responsabilidades que no exijan necesariamente el sacramento del orden.

Le tocó vivir y trabajar en un período turbulento posterior a la reciente revolución francesa y el ascenso de Napoleón al poder. Negociar el régimen concordatario entre Francia y los Estados Pontificios en situación desigual por la invasión napoleónica a tantos lugares de Europa en los que la rapiña de bienes y obras de arte campeaban no era tarea fácil. Tras la caída del imperio tuvo intervención clave en el Congreso de Viena que intentó reconstruir el mapa europeo.

El Secretario para las Relaciones con los Estados, el arzobispo Paul Gallagher, lo llamó «figura fascinante». «Para mí, -dijo-, el cardenal Consalvi es una inspiración en medio de los muchos problemas que tenemos que afrontar hoy y que parecen imposibles de resolver». Entre los muchos problemas que le tocó afrontar no faltó el tema de los nacientes estados americanos en el período de la independencia de la dominación hispana. Son conflictivas algunas de las actuaciones vaticanas como la carta del Papa llamando a aceptar la dependencia del reino español. También el inicio de los nombramientos episcopales para América al margen del patronato español, asunto que cuajó con sus sucesores. La restauración de la Compañía de Jesús es también pieza clave de aquellos años y el resurgir de los seguidores de San Ignacio de las cenizas sembradas por Carlos III y la supresión por el Papa Clemente XIV. Fueron tiempos que todavía requieren ser vistos para entender el mundo de hoy.

En los Andes venezolanos el apellido Consalvi está arraigado desde las últimas décadas del siglo XIX. No consta que exista un parentesco directo con el cardenal romano, como sí lo es con el apellido Newman con el famoso arzobispo inglés. Cosas veredes. La historia es maestra de vida y la figura del cardenal Ercole Consalvi nos ayuda a vislumbrar las complejidades de la existencia con las que nos toca convivir.