En la Universidad Gregoriana de Roma, cada año Diplomado en Protección de menores: la formación de la Iglesia frente a los abusos

Diplomado en Protección de menores. Universidad Gregoriana
Diplomado en Protección de menores. Universidad Gregoriana

Esta semana inició un nuevo curso, con 23 estudiantes procedentes de 13 países de Europa y Latinoamérica, para conseguir el diploma en Protección de menores y personas vulnerables, una iniciativa que comenzó en 2012 en Alemania

Reconocer señales de abuso, ayudar y apoyar a las víctimas, reflexionar sobre las implicaciones espirituales y teológicas y crear redes de protección, son los principales objetivos del curso que cada año ofrece la Universidad Gregoriana de Roma para que laicos y religiosos ayuden en sus países a que la Iglesia sea "un lugar seguro"

"Es una respuesta de la Iglesia al drama de los abusos sexuales a menores: La herida profunda que suponen es lo que ha motivado a los estudiantes a apuntarse a este curso para intentar 'remediarla' en lo posible",  explican

El agustino recoleto español Antonio Carrón, formador, explica que en los cinco meses se estudian temas como la vulnerabilidad, el contexto institucional, los peligros del mundo digital, las nuevas relaciones de los jóvenes…

Pero, destaca: "las víctimas son nuestra prioridad… Escuchar a las víctimas es lo que permite hacer un cambio. Para Carrón, “hay que reconocer errores, pero también reconocer que estamos dando pasos, como Iglesia se puede hacer más, pero estamos en el camino”.

(EFE).- “La prevención de los abusos a menores pasa por la formación”. Así de claro lo tiene la monja argentina Valeria González, que acaba de comenzar con otros 22 estudiantes procedentes de 13 países de Europa y Latinoamérica el curso del Protección de menores que cada año ofrece la Universidad Gregoriana de Roma para que laicos y religiosos ayuden en sus países a que la Iglesia sea “un lugar seguro”.

Esta semana inició un nuevo curso -el dedicado a los hispanohablantes- para conseguir el diploma en Protección de menores y personas vulnerables, una iniciativa que comenzó en 2012 en Alemania pero que desde 2014 se imparte en la Universidad Gregoriana de Roma, una ciudad más accesible para los miembros de la Iglesia.

Abusos
Abusos

Se trata de aportar la reflexión teórica y las medidas prácticas “para promover el bienestar de los niños, adolescentes y aquellos que necesitan especial protección contra todo daño”, según el programa del curso, una respuesta de la Iglesia al drama de los abusos sexuales a menores.

La herida profundaque suponen los abusos sexuales a menores por miembros de la Iglesia es lo que ha motivado a los estudiantes a apuntarse a este curso para intentar “remediarla” en lo posible, según explican a Efe.

Tras presentar una carta de recomendación de una autoridad eclesiástica o civil, serán formados durante los cinco meses que dura este curso intensivo para un futuro trabajo en el ámbito de la protección o para formar a su vez a otras personas en su diócesis o institución.

Reconocer señales de abuso en las víctimas y de riesgo en los abusadores, ayudar y apoyar a las víctimas de abuso y a las víctimas secundarias, reflexionar sobre las implicaciones espirituales y teológicas del abuso y explicarlas, crear redes de protección en sus regiones, países, Iglesias locales, comunidades religiosas y otros círculos y ayudar a los responsables en la Iglesia a tratar las denuncias de manera adecuada”, son sus principales objetivos.

Además podrán ampliar esta red e impartir cursos de formación sobre protección de menores y prevención en escuelas, parroquias o casas de formación, de sus respectivos países.

La reflexión teórica y las medidas prácticas "para promover el bienestar de los niños, adolescentes y aquellos que necesitan especial protección contra todo daño"

El sacerdote mexicano Daniel Portillo, uno de los coordinadores, explica a EFE que una vez finalizado el curso, los alumnos “tienen la obligación de dedicarse durante cinco años en los países de origen a desarrollar ambientes seguros en la Iglesia, y deberán implementar y desarrollar ambientes de denuncia, escuchas de víctimas según la pericia de cada uno: jurídica canónica, psicológica o la que sea su especialización”.

Uno de sus objetivos, dice Portillo, es “darse cuenta de ‘los porqués’ las víctimas no han sido escuchadas o han quedado marginadas y ver cuáles son los esquemas que en los ambientes eclesiales han mermado para que se haya interrumpido este proceso de Justicia”.

El joven colombiano Andrés Felipe Gómez, que actualmente vive en Suiza y a quien el problema de los abusos a menores en la Iglesia, pero también en la sociedad, le llevó a reflexionar “cómo podría ayudar como católico” ante esta lacra, habla con EFE durante una pausa del curso.

Con muchísima ilusión, este alumno no ve la hora de volver a Suiza para poder ayudar y transmitir sus conocimientos a los católicos hispanohablantes. “Algunos no encuentran con quien comunicarse en su idioma, como inmigrante sé la necesidad de comentar estos problemas en nuestro idioma”, explica.

Para él, este tipo de cursos muestra que “aunque la institución de la Iglesia se ha equivocado y pasará nuevas dificultades y está formada por personas, que lamentablemente han cometido pecados, también hay personas que quieren remediar”.

Valeria González, religiosa de las Esclavas del Corazón de Jesús, y que viene de La Rioja, en Argentina, trabaja en su diócesis para erradicar el tema de los abusos sexuales. “Creo que escuchar, acompañar y atender a las víctimas es un trabajo de reparación que tenemos que hacer como cristianos y comprometernos con las personas que son vulneradas en sus derechos”, señala la religiosa.

Mientras Efe asiste a una de las clases, uno de los profesores, el agustino recoleto español Antonio Carrón, que es uno de los máximos expertos en la formación para la protección de menores, explica con calma el ejercicio que tienen que hacer en la próxima hora: en la pantalla se leen preguntas como ¿Cuáles son las reglas secretas de tu grupo o comunidad?. ¿Hay algo que está permitido hacer o comportarse sólo a las mujeres o a los hombres?”.

ANtonio Carrón

Carrón explica que en los cinco meses se estudian temas como la vulnerabilidad, el contexto institucional, los peligros del mundo digital, las nuevas relaciones de los jóvenes… pero, destaca: “las víctimas son nuestra prioridad”.

Escuchar a las víctimas es lo que permite hacer un cambio, una conversión en nosotros y que podamos ayudarlas, acompañarlas. Éste es el punto de partida”, dice, al comentar cómo durante el curso tienen la oportunidad de hablar con supervivientes de abusos sexuales cometidos por miembros de la Iglesia.

Para Carrón, “hay que reconocer errores, pero también reconocer que estamos dando pasos, como Iglesia se puede hacer más, pero estamos en el camino”.

Primero, Religión Digital
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