Sor María y el silencio en la Iglesia
Desde que salió a la luz este escándalo, han sido muchas las voces que han reclamado a la Iglesia que sacara a la luz todos sus archivos, para poder permitir que los hijos se reencontraran con sus padres, y para que los delincuentes fueran castigados conforme a la ley. Sólo así se podría salvaguardar la impagable labor que, de generación en generación, vienen llevando a cabo religiosos y religiosas en la defensa de la vida y de la familia. Conceptos estos que inundan la boca de muchos de nuestros prelados, y de muchos de los autodenominados "activistas católicos", pero que a la hora de la verdad -o de "esta" verdad que al menos resulta igual de sangrante que la de otras vidas inocentes rotas y partidas- quedan escondidas bajo un falso convencimiento de que así se ayuda a la Iglesia frente a ataques externos.
Puede que me falle la memoria, pero hasta la fecha sólo el obispo Munilla ha sido capaz de encontrarse con las plataformas de afectados, y abrir los libros de la Iglesia para contribuir a esclarecer un escándalo de proporciones inabarcables. En algunos otros casos, los sufrientes se han encontrado con el desprecio o la puerta en las narices. Ni una palabra, tampoco, acerca del sufrimiento de estas víctimas, ninguna petición pública a las congregaciones afectadas para que contribuyeran de modo efectivo al esclarecimiento de los hechos.
Ha muerto sor María. Descanse en paz. Que se haga la luz. Que se abran los archivos. Que se sepa la verdad. Toda la verdad. Porque la Verdad nos hace Libres.