"Necesitamos que nuestras ciudades se conviertan en lugares hospitalarios, acogedores, inclusivos" Francisco: "Sin cuidado y protección, Venecia podría dejar de existir"

Francisco, en la plaza de San Marcos
Francisco, en la plaza de San Marcos

El Papa denuncia "la fragilidad de los edificios, del patrimonio cultural, pero también la de las personas; la dificultad de crear un ambiente a escala humana mediante una gestión adecuada del turismo"

"Dios nos invita a ponernos en movimiento, porque permanecer en el Señor significa crecer en la relación con Él, dialogar con Él, acoger su Palabra, seguirle en el camino hacia el Reino de Dios. Por tanto, se trata de ponernos en camino tras Él, dejándonos provocar por su Evangelio y convirtiéndonos en testigos de su amor"

"Permaneciendo unidos a Cristo, podremos dar los frutos del Evangelio dentro de la realidad que habitamos: frutos de justicia y paz, frutos de solidaridad y cuidado mutuo; opciones de cuidado del medio ambiente, pero también del patrimonio humano: necesitamos que nuestras comunidades cristianas, nuestros barrios, nuestras ciudades, se conviertan en lugares hospitalarios, acogedores, inclusivos"

"También el Evangelio, transformando y modelando nuestras vidas, quiere hacer de nosotros artistas capaces de difundir por doquier los frutos del amor y de la alegría. Rezo por vosotros, rezo para que la belleza de esta ciudad se manifieste en los rostros y en los gestos de todos los que la amáis y la habitáis"

"Venecia es una con las aguas sobre las que se levanta, y sin el cuidado y la protección de este entorno natural podría incluso dejar de existir". El Papa cerró su histórica visita a la ciudad de los canales haciendo suyas las legítimas reivindicaciones contra la masificación de la ciudad.

En su homilía en la plaza de San Marcos, Francisco mostró su preocupación por "los numerosos problemas que la amenazan: el cambio climático, que repercute en las aguas de la Laguna y en el territorio; la fragilidad de los edificios, del patrimonio cultural, pero también la de las personas; la dificultad de crear un ambiente a escala humana mediante una gestión adecuada del turismo; y también todo lo que estas realidades corren el riesgo de generar en términos de relaciones sociales deterioradas, individualismo y soledad", apuntó el Papa, siendo interrumpido por los aplausos de los fieles, de los vecinos.

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Reflexionando sobre el Evangelio de la vid y los sarmientos, el Papa recordó la última cena de Jesús resucitado con sus apóstoles, en la que les da algunas palabras clave. "Permaneced", es la primera de ellas. "Mantened vivo el vínculo conmigo, permaneced unidos a mí como los sarmientos a la vid". Así, "la metáfora de la vid, a la vez que expresa el cuidado amoroso de Dios por nosotros, por otra parte nos pone en guardia, porque si rompemos este vínculo con el Señor, no podremos generar frutos de buena vida y nosotros mismos corremos el riesgo de convertirnos en sarmientos secos que se desechan".

Homilía del Papa Francisco
Homilía del Papa Francisco

En Venecia, tierra de viñedos, de cuidado de la tierra y de fe, el Papa recordó que "la fe en Jesús, el vínculo con Él, no aprisiona nuestra libertad, sino que, al contrario, nos abre para recibir la savia del amor de Dios, que multiplica nuestra alegría, nos cuida con el esmero de un buen viñador y hace brotar sarmientos incluso cuando la tierra de nuestra vida se vuelve árida".

Pero, también, esta metáfora "puede leerse pensando en esta ciudad construida sobre el agua, y reconocida por esta singularidad como uno de los lugares más evocadores del mundo". "Venecia es una con las aguas sobre las que se levanta, y sin el cuidado y la protección de este entorno natural podría incluso dejar de existir", alertó el pontífice.

Plaza de San Marcos
Plaza de San Marcos

Evocando la figura del Papa Luciani, también patriarca de Venecia, Bergoglio subrayó cómo "lo que cuenta es permanecer en el Señor, morar en Él". Una permanencia que no es estática. "Dios nos invita a ponernos en movimiento, porque permanecer en el Señor significa crecer en la relación con Él, dialogar con Él, acoger su Palabra, seguirle en el camino hacia el Reino de Dios. Por tanto, se trata de ponernos en camino tras Él, dejándonos provocar por su Evangelio y convirtiéndonos en testigos de su amor".

"Por eso Jesús dice que quien permanece en Él da fruto. Y no es cualquier fruto", subrayó. Un fruto lleno "de alegría de esperanza". "Este es el fruto que estamos llamados a dar en nuestra vida, en nuestras relaciones, en los lugares que frecuentamos cada día, en nuestra sociedad".

Francisco, en Venecia

"Si miramos hoy esta ciudad de Venecia, admiramos su encantadora belleza, pero también nos preocupan los numerosos problemas que la amenazan: el cambio climático, que repercute en las aguas de la Laguna y en el territorio; la fragilidad de los edificios, del patrimonio cultural, pero también la de las personas; la dificultad de crear un ambiente a escala humana mediante una gestión adecuada del turismo; y también todo lo que estas realidades corren el riesgo de generar en términos de relaciones sociales deterioradas, individualismo y soledad", incidió.

"Nosotros, cristianos, que somos sarmientos unidos a la vid, la vid del Dios que cuida de la humanidad y ha creado el mundo como un jardín para que florezcamos en él y lo hagamos florecer, ¿cómo respondemos?", preguntó el Papa. "Permaneciendo unidos a Cristo, podremos dar los frutos del Evangelio dentro de la realidad que habitamos: frutos de justicia y paz, frutos de solidaridad y cuidado mutuo; opciones de cuidado del medio ambiente, pero también del patrimonio humano: necesitamos que nuestras comunidades cristianas, nuestros barrios, nuestras ciudades, se conviertan en lugares hospitalarios, acogedores, inclusivos".

Francisco, con los niños

"Y Venecia, que siempre ha sido lugar de encuentro y de intercambio cultural, está llamada a ser signo de belleza accesible a todos, empezando por los últimos, signo de fraternidad y de cuidado de nuestra casa común", finalizó, evocando "la atmósfera de la Bienal, que reúne, explora y difunde la riqueza multiforme de las artes".

"Y quisiera deciros esto: también el Evangelio, transformando y modelando nuestras vidas, quiere hacer de nosotros artistas capaces de difundir por doquier los frutos del amor y de la alegría. Rezo por vosotros, rezo para que la belleza de esta ciudad se manifieste en los rostros y en los gestos de todos los que la amáis y la habitáis", concluyó.

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