La fe cristiana y los pobres (15.12.13)

En el domingo 3º de adviento, se proclama la novedad evabgélica “Los ciegos bien, los paralíticos caminan, los leprosos quedan limpios, y los que están muertos resucitan” (evangelio).¿Cómo traducir este evangelio en la actualidad? Como refencia el papa Francisco en su Exhortación "La alegría del Evangelio":”existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres; nunca los dejemos solos”.De ahí son las frases que siguen y van entre comillas”

1. “Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se goza de la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien”. el papa Francisco apunta con tino a lo que está sucediendo en nuestra sociedad: “la cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera”. Y los creyentes cristianos “también corren ese riesgo cierto y permanente”.

2,"Estamos viendo cómo la Iglesia en esta sociedad , envuelta en la idolatría del dinero y del consumo, cada vez queda más arrinconada. Es normal que los cristianos, si creemos que de verdad el evangelio puede aportar luz y vida para esta sociedad, estemos preocupados, y nos preguntemos cuáles pueden ser hoy los signos para la Iglesia sea testigo creíble de que Jesucristo es el Mesías esperado. El evangelio lo deja claro: los ciegos, los cojos, los paralíticos, los enfermos abandonados y los pobres echados fuera por el sistema, son apoyados, sostenidos y afirmados en su dignidad inviolable de personas. Los que para una mentalidad individualista y mundana son insignificantes, según la conducta de de Jesucristo, tienen en sí mismo un valor innegociable. Lo dice bien el papa Francisco: “cuando uno lee el evangelio se encuentra con una orientación contundente; no tanto a los amigos y vecinos, sino sobre todo a los pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados. No deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten este mensaje tan claro”.

3. Para este tiempo de Adviento, el signo de que Jesús es Mesías, Dios mismo abriendo camino de salvación para todos, encarnado en el corazón de la humanidad y de su historia, es la liberación de los excluidos. Y en una sociedad donde se acentúa cada vez más la desigualdad entre ricos y pobres, los cristianos “tenemos que decir no a una economía de exclusión y de inequidad; esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en de calle y qué sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa, eso es exclusión. No se puede tolerar que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre, eso es inequidad”. Y el papa Francisco avisa contra el peligro de “encerrarnos en las propias estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos envuelven jueces implacables, en las costumbres en que nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: ¡dadles vosotros de comer!” Este es el signo que puede hacer creíble a la Iglesia en nuestra sociedad y abrir un camino de verdadera esperanza.
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