Crucificados con Cristo: las guerras, el hambre, las pateras

Cruz

  1. silencio y adoración.

        Ante el crucificado tal vez lo más humano y cristiano es guardar un silencio interior para contemplar a JesuCristo crucificado. Mirarán al que traspasaron.

Dirijamos a JesuCristo muerto una mirada agradecida y compasiva. Sus heridas nos han curado.(1Pedro, 2,21).

Dios también sufrió, sufre y guardó silencio. Es el misterioso “silencio de Dios”.

        Pero Dios no es impasible, Dios padece con y por nosotros.

  1. contemplar la muerte de Jesús.

        Muchos vieron la muerte de Jesús en Jerusalén, en el Calvario: autoridades religiosas y políticas, fariseos, zelotas, muchos discípulos, mucha gente del pueblo, soldados... Pero fueron pocos quienes contemplaron al crucificado:

  • ü Algunas mujeres: María, la madre del Señor, María de Cleofás, María Magdalena, (Jn 19,25-27), Salomé, etc.

  • ü También tuvo la sensibilidad de estar al pie de la cruz el Discípulo Amado, (Jn 19,27), es decir todo discípulo que se siente amado por el Señor: todos nosotros.

  • ü Cercanía trágica y humilde para mirar a Jesús la de quien estaba crucificado con él, el buen ladrón. ¡Acuérdate de mí!... Hoy estarás conmigo en el paraíso, (Lc 23,39.-43).

  • ü El centurión romano, responsable inmediato de ejecutar la sentencia de muerte, termina contemplando al crucificado: Verdaderamente este hombre era justo, es hijo de Dios. (Mt 27,54; Mc 15,39; Lc23,47).

  • ü A la muerte de Jesús gran parte del pueblo volvía a Jerusalén dándose golpes de pecho y pidiendo perdón. Lc 22,66-71

  • ü José de Arimatea, que era bueno y justo, contempló a Jesús y tuvo la compasión y la valentía de pedirle a Pilato el cadáver para darle una digna sepultura, (Mc 15,44-46; Jn 19,38). En este último gesto de “dar tierra” estaba presente Nicodemo.

  • ü Todas estas personas cercanas a Jesús contemplaban dónde ponían a Jesús. (Mc 15,47; Jn 19,41-42).

¿Contemplo yo al que transpasaron?

  1. Contemplar a los crucificados de hoy.

Siempre en la historia hay crucificados.

        Podríamos contemplar hoy en día a los crucificados por el poder, que son los niños y adultos que mueren de hambre, a los que pasan –y los que no pasan- en las pateras, los que van muriendo en las guerras: Israel-Palestina: Gaza / Rusia-Ucrania, a los drogadictos engañados por el poder del dinero del narcotráfico…

    Es muy diferente ver al crucificado, a los crucificados como lo hicieron Pilatos, Herodes, el zelotismo, los fariseos, los sacerdotes, los intereses económico-políticos, etc.,  a mirar al crucificado y a los crucificados como el publicano pecador, como “Magdalena”, como el buen samaritano, como el buen ladrón, como JesuCristo.

  1. De la cruz desciende perdón, redención, agua y sangre, espíritu.

        Humanamente poco puede descender de la cruz. El paredón de ejecución poco puede ofrecer.

        La crucifixión de Cristo es redención de los abismos y vacíos más profundos del ser humano: hundimientos personales de todo tipo.

Desde la contemplación del sufrimiento resuenan ecos de perdón: perdónales porque no saben lo que hacen, hoy estarás conmigo en el paraíso.

Contemplar a Cristo crucificado infunde en lo más profundo de nuestro ser una gran paz, perdón, redención y bondad.

         Jesús en la cruz, inclinando su cabeza, entregó su Espíritu, nos entregó su espíritu a la humanidad, a la comunidad cristiana representada por María y el Discípulo Amado.

El espíritu de Cristo perdona la culpa nuestros pecados, confiere ánimo a nuestras depresiones.

El Viernes Santo es la redención universal

        Cuando nos sentimos vacíos, débiles, pecadores, cansados, mirar al crucificado es fuente de paz y serenidad infinitas. San Pablo dirá quién nos podrá acusar

¿Quién será el que condene, si Cristo Jesús ha muerto, más aún, ha resucitado y está a la derecha de  Dios intercediendo por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo? (Rom 8).

Contemplemos al que traspasaron

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