Quiera Dios que amanezca la paz del Resucitado

paz

  1. Jesús confiere paz.

En los relatos de la resurrección JesuCristo siempre confiere paz.

En el pasaje del evangelio de hoy hemos escuchado cómo Jesús les dice y desea a sus discípulos paz: “paz a vosotros”.

El relato se sitúa en Jerusalén, al atardecer del domingo de resurrección, estando reunidos y conversando los once y sus compañeros con sus miedos y decepciones.

Los discípulos, los dos de Emaús, Tomás, terminaron decepcionados de Jesús, pero no le habían olvidado. Los discípulos estaban reunidos, los dos de Emaús iban discutiendo por el camino.

Todos juntos se sientan a la mesa y le reconocen, le vuelven a conocer, pues hasta entonces no se habían dado cuenta, no habían llegado a la fe en el resucitado. Jesús les evoca las heridas y les hace ver que “Soy yo en persona”.

Aquellos primeros discípulos están llegando a la fe en el resucitado

  1. Miedos, decepciones, angustia, culpa en la vida.

        A la muerte de Jesús el grupo queda desilusionado, frustrado, pero mantienen el recuerdo de las palabras de Jesús, de sus gestos, de su actitud ante la religión, ante la ley, los sacerdotes, ante los pobres y enfermos, etc.

Pero el grupo vive con miedo, están asustados, encerrados…

Creo que todos los seres humanos: sabios y necios, ricos y pobres, creyentes y ateos, todos tenemos cuatro grandes cuestiones que afrontar en la vida para que nuestra existencia sea sana y sensata.

Las cuatro grandes cuestiones de todo ser humano son el sentido de la vida, el sufrimiento, la culpa (culpabilidad) y la muerte.

Sentido de la vida

Para que abordemos nuestra existencia sensatamente, con sentido, necesitamos saber -o cuando menos buscar- hacia donde caminamos en la vida. O dicho de otra manera cuál es el sentido de la vida.

Sentido de la vida es saber si existe algo o alguien por el o por lo cual merece la pena que yo siga existiendo.

De otro modo la vida humana se convierte en un tedioso fluir de la nada hacia la nada.

En plena campaña electoral podríamos decir que vivimos en el club de los proyectos vivos pero el sentido y la esperanza muerta.

Necesitamos como el comer, dar sentido a la vida.

Sufrimiento

Un segundo aspecto de la vida es ser consciente de que la vida es sufrimiento.

A alguno le podrá parecer algo pesimista, pero vivir es sufrir, afrontar el sufrimiento; y no únicamente el sufrimiento físico, sino el sufrimiento moral, psicológico.

Bien está Osakidetza, el mundo médico, la psicología, etc. pero en el transcurrir de la vida está el sufrimiento. No asumir el sufrimiento es no asumir la vida.

No es humanizar la vida crear una existencia edulcorada, como si fuese un divertimento, pasar lo mejor posible, educar blanda y fácilmente a las nuevas generaciones.

Para vivir humanamente hemos de asumir su dimensión sufriente.

Freud lo decía con aquella afirmación: la vida es placer (eros) y muerte (thanatos). La ´búsqueda del bienestar, placer, etc., pero un encuentro “diario” con el sufrimiento y, finalmente, con la muerte.

La culpa y angustia

El ser humano es, somos, libres, si bien con una libertad limitada y dañada. Los creyentes decimos pecado original. Los no creyentes habrán de asumir que la libertad humana es muy débil, limitada.

Muchas veces no podremos evitar actuar mal nuestra libertad y hacer el mal (no digo pecado, pero también). Muchas veces actuamos mal en la vida, en la familia, en el trabajo, en las relaciones humanas.

Esa mala actuación de la libertad genera culpa – culpabilidad, que puede derivar en miedo y angustia.

La psiquiatría podría hablar de estas cosas.

La muerte

Todo ser humano hemos de afrontar el problema de la muerte.

La postura del filósofo griego, Epicuro (341-270 a. C), es un tanto ilusoria. Decía Epicuro  “Donde estoy yo, no está la muerte, y donde está la muerte, no estoy yo, por tanto, ¿para qué preocuparse?”.

Pero el problema es que donde estoy yo, está ya presente la muerte. Vivir es como un continuo defenderse contra la muerte.

        Las cuatro cuestiones no son especialmente religiosas, sino humanas: el sentido de la vida es necesario a todo ser humano, la culpa-angustia nos puede sobrevenir a todos, el sufrimiento y la muerte están también para todos.

  1. Sin embargo la salida a esas cuestiones está en la fe – confianza.

        Mucho pueden ayudar las ciencias, una buena organización sociopolítica, una honrada economía pueden aliviar o solucionar estas cosas.

        Pero la salida, digamos solución, a estas cuestiones está en la esperanza sustentada en la fe.

        El sentido de la vida es Dios. La culpa y la angustia encuentran alivio en el perdón. El sufrimiento -sobre todo moral- halla alivio en JesuCristo: venid a mí los que estáis cansados y agobiados…

La muerte termina en la Resurrección.

  1. ¿Y qué es la resurrección?

¿Qué puede significar que Jesús resucitó y que nuestros hermanos difuntos y nosotros resucitaremos? ¿Qué es la resurrección?

    La resurrección no es la reanimación de un cadáver. La resurrección no acontece en el tanatorio.

    La resurrección acontece “más allá de la historia”.

    Escribía Teilhard a mediados del siglo XX:

La historia del universo ha abierto un nuevo umbral a la evolución. De la materia surgió la vida, y de la vida emergió el hombre. Desde que el Hijo del Hombre ha traspasado la frontera de la muerte, la evolución terrestre ha alcanzado una dimensión celeste, y la existencia mortal se ha transformado en existencia inmortal. Con la aparición del Hijo del hombre, la historia evolutiva del hombre, se transforma en la historia del Dieu evoluteur, del Dios que hace evolucionar la evolución hasta el punto Omega, en el que lo temporal y lo eterno coinciden (Teilhard de Chardin).

La Resurrección es el punto final, el punto omega, la conclusión, la realización  de la existencia. Ser cristiano creyente en la resurrección es creer que “no dejamos de ser”, sino que “seremos en Dios de otra manera”, que Teilhard expresa con el lenguaje de la evolución. Los evangelios expresan estas cosas con otro universo de símbolos: Jesús come, atraviesa paredes, se hace presente, etc.

Posiblemente ser creyente, creer en la resurrección y la vida es creer y confiar en el ser, aunque ya no podamos decir mucho más, pero sí confiar mucho más.

        Cuando uno se apoya en el ser, en Dios, en el Señor: “descansa” y la vida se inunda de serenidad, paz  y alegría. Es como si hubiéramos naufragado en el océano, estamos en el abismo, no “tocamos pie”, pero cuando pisamos fondo: descansando. Esta experiencia la refleja muy bien el salmo 61: solamente en Dios descansa mi vida. Solamente Dios es el horizonte de mi vida, solamente en Cristo hallo alivio a mis sufrimientos más íntimos, solamente en ´Cristo hallo perdón a mi culpa, solamente en Cristo hallo la vida.

No tengáis miedo: Testigos de la Vida

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