La misionera laica polaca está en la Amazonía peruana desde hace 37 años Dominik Szkatula: “Que en la Amazonía podamos seguir encontrando a Dios en la gente sencilla”

Dominik Szkatula
Dominik Szkatula

Una laica que lleva 37 años como misionera en la Amazonía peruana debería ser reconocida por las más altas instancias eclesiales como un ejemplo a seguir

"¿Por qué en la Iglesia, que somos tantos laicos, tenemos tan poca participación activa?"

“Las mujeres son un potencial enorme en número y espiritualidad”

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Una laica que lleva 37 años como misionera en la Amazonía peruana debería ser reconocida por las más altas instancias eclesiales como un ejemplo a seguir, como un prototipo de esos nuevos caminos que el Sínodo para la Amazonía está construyendo. Su testimonio de vida nos muestra que es posible responder a preguntas que todos nos hacemos en algún momento.

En 1982, en su Polonia natal, se preguntaba: ¿Por qué en la Iglesia, que somos tantos laicos, tenemos tan poca participación activa? Eso le llevó a hacer la maleta e irse al Vicariato de San José del Amazonas, en la frontera peruana con Brasil y Colombia, con una extensión similar a la mitad de su país natal, dividido en 15 parroquias. Allí fue trabajando con enfermos de lepra, en la promoción de la mujer, llegando a ser la coordinadora de pastoral del vicariato por varios años.

Desde hace tres años está sola en Angoteros, una misión en el Río Napo, que engloba 35 comunidades, cerca de la frontera con Ecuador, donde vive el pueblo kichwa. Es un lugar desde donde en el medio de transporte más rápido se tardan dos días en llegar a la ciudad, aunque lo normal son cinco. Esas distancias repercuten en la vida de la gente, desatendidos por el estado y con pocas posibilidades de realizar cualquier tipo de trámite.

La vida de los misioneros en el Vicariato no es fácil, se encuentran una vez por año y el resto del tiempo están en sus parroquias en los diferentes ríos, haciendo cada uno lo que puede. Domi, como es conocida entre la gente, escucha y acompaña a las mujeres, que sufren las consecuencias del alcoholismo de sus maridos y ante el hecho de que muchos hombres, sus hijos y maridos, estén encarcelados por tráfico de drogas, una actividad a la que muchas veces se ven obligados. La misionera no ve fácil ayudar a esta gente, aunque cuando puede, encamina los casos a la Oficina de Derechos Humanos del Vicariato.

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En el mundo kichwa del Río Napo, las mujeres son las que soportan la mayor carga de trabajo, a lo que se une el hecho de que tradicionalmente se han visto marginadas, también en el campo de la educación, con niñas que con 13 años ya forman una familia. La llegada de Domi a Angoteros supuso un cambio importante en la vida de las mujeres, ellas fueron invitadas a participar de los procesos de formación, algo que le agradecen constantemente. La misionera afirma que “las mujeres son un potencial enorme en número y espiritualidad”, por lo que las diversas actividades que desarrolla con las mujeres son momentos para compartir un sentir de esperanza.

En las comunidades y organizaciones kichwa existen mujeres apu (jefes), que según Dominik, “son capaces de hablar de los problemas concretos de la vida, lo hombres hablan de política, de cosas generales”.

Al hablar del Sínodo para la Amazonía, espera que el Sínodo diga que a la mujer hay que respetarla y valorarla, porque eso es Evangelio. Que la Iglesia se convierta en su relación con las mujeres a partir del ejemplo de Jesús, que dio protagonismo a las mujeres en una sociedad machista y patriarcal. Junto con eso, que siguiendo lo que sucede en las comunidades indígenas, entienda que la autoridad es algo que se entiende como servicio y rotativo. Pero en definitiva, lo más importante es “seguir buscando que Dios habite en una Amazonía reflorecida y que podamos seguir encontrando a Dios en la gente sencilla”.

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