Obituario: en la muerte de Mariano Gamo, "un cura legendario" Descansa en paz, Mariano, después de tu mucho bregar

Mariano Gamo
Mariano Gamo @Rafael_Narbona

"Escribo con pena porque se muere una persona y un cura de larga trayectoria, nació el dos de febrero de 1931, y de profundo compromiso político y sindical en favor de los más dolientes y maltratados de la sociedad"

"El cura, que junto con otros curas, había sido detenido por orden de las autoridades franquistas en 1969 y llevado a la cárcel concordataria de Zamora, donde estuvo, con los demás, preso hasta 1971"

A las doce y media, más o menos, de este cinco de julio de 2023, me ha llegado a través de un mensaje de WhatsApp de Religión Digital la noticia del fallecimiento de Mariano Gamo. Me piden que escribiera algo en torno a él. Lo hago con pena y con gusto.

Escribo con pena porque se muere una persona y un cura de larga trayectoria, nació el dos de febrero de 1931, y de profundo compromiso político y sindical en favor de los más dolientes y maltratados de la sociedad. Un cura que, a la vez, amaba la música coral y escribía poesía. Un cura grande y apuesto, incluso cuando ya era un anciano. Y lleno de encanto, pero también de fuerza, aunque tuviera el aspecto de un artista bohemio.

Pero escribo también con alegría, porque cuando él andaba ya por los ochenta años tuve la fortuna de conocerlo a través del Foro “Curas de Madrid”, recién fundando, a cuyas reuniones estuvo asistiendo durante varios años. Nos juntábamos entonces muchos sacerdotes descontentos con la línea eclesial que imperaba en el Vaticano y en nuestra Archidiócesis. Yo, por entonces, de él sólo tenía las noticias que me habían llegado cuando aún era seminarista y estaba haciendo los cursos de teología en el Seminario de Madrid. Noticias de los años en que Mariano, tras cesar en el cargo de Capellán del Frente de Juventudes de Madrid, que le había asignado en 1955 Monseñor Eijo Garay, había sido destinado en 1964 a la parroquia de Nuestra Señora de Moratalaz. Eran noticias de un cura que se había rebelado contra el Régimen, organizaba actos clandestinos en los locales parroquiales y pronunciaba homilías incendiarias. Eran noticias del cura, que junto con otros curas, había sido detenido por orden de las autoridades franquistas en 1969 y llevado a la cárcel concordataria de Zamora, donde estuvo, con los demás, preso hasta 1971. Eran noticias del cura que a la vuelta de la cárcel, aunque retornó a su parroquia, comenzó a trabajar como celador en la Clínica de la Concepción y se implicó de lleno en actividades sindicales. Eran noticias del cura que más de un domingo acababa detenido por sus homilías y otros curas, por orden del Cardenal Tarancón, tenían que ir a tratar de que lo dejaran en libertad. Eran noticias de un cura legendario. Pero no tenía imagen de él.

Cuando lo vi en el Foro me emocionó. Era él, ese cura que sin saberlo, había influido en que yo abriera los ojos y me fuera dando cuenta de que en la España desarrollista de los sesenta y primeros sesenta había progreso económico pero carecíamos de libertad. Era él, un fiel seguidor de las enseñanzas conciliares de la Gaudium et Spes, que después de ser un sacerdote preocupado de ayudar a la gente a estar a bien con Dios y, llegado el momento de la muerte, ir al cielo, pasó a ser un cura que trataba de evitar que las personas viviera en esta tierra en un infierno y de conseguir que pudieran aspirar a algo parecido a un cielo. Era él, uno de los curas que con esa actitud contribuyeron a que entre los españoles perdiera fuerza la imagen de una Iglesia fundida con el régimen franquista y su nacionalcatolicismo y se abriera paso la de una iglesia cercana al pueblo y luchando por sus derechos.

Era él, uno de los curas que con esa actitud contribuyeron a que entre los españoles perdiera fuerza la imagen de una Iglesia fundida con el régimen franquista y su nacionalcatolicismo y se abriera paso la de una iglesia cercana al pueblo y luchando por sus derechos

La última vez que hablé con él los dos estábamos en la biblioteca del Seminario Conciliar de Madrid. Yo solía ir casi todos los días y él de vez en cuando. Recuerdo que me habló de que se había apuntado a un curso en la Universidad eclesiástica de San Dámaso. No recuerdo en qué curso en concreto. Asistía con sus 80 años y pico a las lecciones que impartía un profesor joven. Yo le dije “pero, Mariano, cómo te has apuntado a ese curso. Sí esta universidad es muy conservadora”.  “Sí, me dijo, es tradicional, pero yo escucho y luego intervengo y hago preguntas o comentarios. Y algo aprendo”.  Y me contó, también, que en la parroquia a la que acudía a celebrar misa los días de diario y a dirigir un coro que tenían allí, el nuevo párroco, un sacerdote joven, seguro de su verdad, le había prohibido celebrar misa los domingos para los adultos. Sólo le dejaba celebrar la misa con niños. Le dije “pero se puede ser más mezquino”. No dejaba hablar a los adultos al que había encandilado a las masas. No dejaba hablar a los adultos al cura que había adecentado con su conducta la imagen de la Iglesia, hasta entonces asociada al poder. Era todo un símbolo. Al cura que la censura franquista censuraba, le censuraba ahora un colega joven. Él a su edad no estaba para muchas polémicas y se lo tomaba con cierta ironía. Pero es para llorar y temblar.

Muere Mariano, muere el de la voz tronante contra la injustica, muere el poeta, muere el cantor. Y la Iglesia de la que se alejó lucha a brazo partido por emerger en nuestra tierra  y hacer cumplir, por las buenas  o por las malas, las supuestas “leyes divinas” que ellos dicen no deben ser quebrantadas. Salen en su defensa gentes no necesariamente del clero, aunque muchos clérigos jóvenes se apuntan a esa causa. No hay que perderles de vista. Si triunfan y acceden al poder político no es extraño que veamos nuevas “Cárceles de Zamora” para clérigos y no clérigos

Muere Mariano, muere el de la voz tronante contra la injustica, muere el poeta, muere el cantor. Y la Iglesia de la que se alejó lucha a brazo partido por emerger en nuestra tierra  y hacer cumplir, por las buenas  o por las malas, las supuestas “leyes divinas” que ellos dicen no deben ser quebrantadas. Salen en su defensa gentes no necesariamente del clero, aunque muchos clérigos jóvenes se apuntan a esa causa. No hay que perderles de vista. Si triunfan y acceden al poder político no es extraño que veamos nuevas “Cárceles de Zamora” para clérigos y no clérigos.

Mariano Gamo no va a verlo. Mejor. Que descanse en paz después de su mucho bregar.

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