Balance de la visita de Francisco a Mozambique, Madagascar y Mauricio Viaje papal multitudinario e histórico a África sin eco mediático en España

¿Quién escucha al Papa?
¿Quién escucha al Papa?

"En casi todos los demás medios de comunicación, grandes y pequeños, digitales y de papel, radiofónicos y televisivos, el silencio más absoluto"

"África no interesa, está muy lejos y de allí sólo nos vienen problemas: enfermedades y emigrantes"

"En nuestra sociedad opulenta venida a menos no hay lugar para los pobres: molestan, piden y hasta huelen mal"

"Loas medios de comunicación, públicos y privados, hace mucho tiempo que dejaron de ser 'servicios públicos', para convertirse en meros negocios"

"Desvergonzadamente alineados con alguno de los partidos políticos y, sobre todo, servidores del sistema, del gran capital, del Ibex 35...Del poder, de cuyos pechos maman y cuyos intereses defienden a capa y espada"

"Por eso, silencian al Papa. Silencian sus mensajes de calado, los que no les convienen, los que les dejan en evidencia, los que atentan contra los sacrosantos intereses de sus 'amos'"

"La Iglesia española tiene tan mala imagen pública, que va camino de la irrelevancia social. Y lo irrelevante no sale en los medios"

Apretado, intenso, con escenas emotivas, en tres países claves para la biodiversidad mundial. Así fue el viaje del Papa Francisco a Mozambique, Madagascar y Mauricio. Y sin embargo, apenas existió para los grandes medios de comunicación españoles, ocupados y copados por otro tipo de agendas.

En Religion Digital hicimos una cobertura exhaustiva, casi instantánea, con crónicas y entrevistas a misioneros de los países visitados. Pero fuimos de los pocos medios en hacerlo, junto a 'Vida Nueva', 'Alfa y Omega' y 'Trece'. Porque la televisión de los obispos, en esta ocasión, cumplió su cometido.

En casi todos los demás medios de comunicación, grandes y pequeños, digitales y de papel, radiofónicos y televisivos, el silencio más absoluto. Pobre país, encelado con el 'Sálvame', adormecido con ''Supervivientes' o 'Gran Hermano'', anestesiado por el fútbol, enloquecido por las virales series de Netflix e indignado con la política. Sin oídos para escuchar el llanto de sus semejantes. Sin ojos para mirar su abandono y su vida indigna. Pobre país con cierta memoria “del hambre atrasada”, pero que, con lo que tira, podrían comer varios países africanos.

¿A qué se debe este generalizado silencio de los medios? Tres posible causas, entre otras.

La primera es obvia: África no interesa, está muy lejos y de allí sólo nos vienen problemas: enfermedades y emigrantes. ¡Pobre África, tan cerca físicamente y tan lejos del corazón de España!

Panorámica de la misa del Papa en Madagascar

El África que colonizamos, que ayudamos a esquilmar y a la que, ahora, le damos la espalda. En nuestra sociedad opulenta venida a menos no hay lugar para los pobres: molestan, piden y hasta huelen mal. Ni para los emigrantes: que se queden en sus casas, con sus formas raras de comer y de vestir. Eso sí, si son buenos peloteros, que pasen y nos entretengan.

La segunda razón para este ninguneo mediático a la visita papal reside en la evolución de los propios medios de comunicación, públicos y privados, que hace mucho tiempo que dejaron de ser 'servicios públicos', para convertirse en meros negocios. Son empresas que, en vez de fabricar sardinas, ofrecen periódicos, programas de radio y telediarios. Ni hablar del bien común. Ni hablar de ayudar a crecer en valores a la gente. Desvergonzadamente alineados con alguno de los partidos políticos y, sobre todo, servidores del sistema, del gran capital, del Ibex 35...Del poder, de cuyos pechos maman y cuyos intereses defienden a capa y espada.

Por eso, silencian al Papa. Silencian sus mensajes de calado, los que no les convienen, los que les dejan en evidencia, los que atentan contra los sacrosantos intereses de sus 'amos'. En sus medios, no puede aparecer el Papa de los pobres, el jefe de los descamisados del mundo, el único que es capaz de reunir a un millón de personas o a cien mil jóvenes. Algo que sólo está a su alcance. Ni los astros del fútbol, ni las estrellas del cine. Y, mucho menos, los políticos.

Papa, en Madagascar

Pero, a pesar de esas hazañas históricas, nuestros medios no pueden dar altavoz al único gran líder moral mundial que les saca los colores y les deja en evidencia, porque es capaz de decir cosas como éstas:

"Construir una comunión real en la gran familia humana, sin marginar, excluir o rechazar"

Francisco denuncia el "modelo económico idólatra" que "sacrifica vidas humanas en el altar de la especulación"

El Papa, en Mauricio: "No dejemos que sean los mercaderes de la muerte los que roben las primicias de esta tierra"

"La pobreza no es una fatalidad; no bajéis nunca los brazos ante los efectos nefastos de la pobreza"
"Dichosos vosotros, dichosa Iglesia de los pobres y para los pobres"

El Papa alentó a que asuman "el desafío de dar la bienvenida y proteger a los migrantes que vienen hoy para encontrar un trabajo y, para muchos de ellos, mejores condiciones de vida para sus familias".

"Preocuparos de darles la bienvenida como vuestros antepasados supieron acogerse recíprocamente; como protagonistas y defensores de una verdadera cultura del encuentro que permita a los migrantes, y a todos, ser reconocidos en su dignidad y derechos"

Papa, en Akamasoa

Los jefes de este sistema sistema que excluye y mata a millones de personas en el mundo no pueden consentir que los 'gritos' del Papa lleguen a los oídos de las sociedades de Occidente. ¿Y si a la gente se le da por reclamar una vida digna para los africanos? ¿Y si están dispuestos a abrirles las puertas para que puedan entrar, como muchos de los nuestros entraron, en sucesivas oleadas, en Argentina, Brasil, Venezuela, Cuba, Suiza, Francia o Alemania? Y los medios, cual perro del amo, ladran a todo lo que puede anestesiar a la gente y tapan lo que puede sacudir sus conciencias. ¡Pobre democracia nuestra en manos de estos medios!

Y la tercera causa de esta opacidad mediática sobre la visita del Papa reside en la propia Iglesia. Una institución que, en Occidente, está desprestigiada y sin credibilidad. Porque, durante mucho tiempo, ha predicado, pero no ha dado trigo. Ha vivido bien y no ha alzado la voz por los que no la tienen. Y, a pesar del Papa Francisco y en su contra, sigue dejándose llevar por la inercia antigua de los privilegios y del funcionariado clerical en muchas partes del mundo, incluida España.

Papa, en Mozambique

Es evidente que, al perder credibilidad, la Iglesia también pierde influencia. La sana influencia de que la gente de a pié se interese por lo que dice y hace. Y, en este sentido, la Iglesia española tiene tan mala imagen pública, que va camino de la irrelevancia social. Y lo irrelevante no sale en los medios. Una mala imagen que ni el Papa Francisco es capaz de levantar.

Y lo que es más triste, la jerarquía española mira para otro lado y, como acaba de proclamar el Papa en Madagascar, sigue haciendo “planes apostólicos expansionistas, propios de generales derrotados”. No hay autocrítica seria y, cuando la haya, ya será demasiado tarde. La culpa, pues, de que no salga el Papa en los medios es de los propios medios, pero también de nuestra jerarquía instalada en lo de siempre y en el 'siempre se hizo así'. Dos recetas que hoy no valen. Está demostrado. Pero los jerarcas no lo ven, ciegos que guían (o piensan que guían) a otros ciegos.

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