Iglesia demostró ser factor de estabilidad por unas horas... Editorial CCM: En Aguililla, el clamor por la paz

En Aguililla, el clamor por la paz
En Aguililla, el clamor por la paz

Las soluciones no serán mágicas ni de la noche a la mañana, pero este paso es uno más para lograr un nuevo rumbo en la historia de ese pueblo.

Franco Coppola, nuncio apostólico en México, estuvo presente en la Tierra Caliente de Michoacán. No sólo su nombre deriva de las temperaturas extremas que se alcanzar en esa zona donde está la diócesis de Apatzingán. Su compleja historia es la de la constante violencia, agresiones y enfrentamientos, ahora entre grupos y células criminales del narcotráfico.

Rodeado de montañas, el valle de Apatzingán de la Constitución, adjetivo que lleva por haberse dado instalado ahí el célebre Congreso que promulgó la independencia de la América Septentrional y la Carta magna respaldada por el Generalísimo José María Morelos y Pavón, gritó su clamor por la paz, aunque parezca una voz en el desierto cuando la rivalidad entre cárteles locales y del vecino Estado de Jalisco mantienen a sus pobladores en la zozobra que mantiene un virtual estado de guerra donde las fuerzas del orden simplemente son espectadores por su debilidad, colusión o presunta corrupción cuando el despliegue de policías estatales o de la misma Guardia Nacional en Michoacán sólo demuestra impotencia por mantener la paz en esa región.

Desapariciones, secuestros, amagos, desplazamientos forzados, caída de la economía, aislamiento, inseguridad, violencia… con eso y más deben lidiar los habitantes de poblaciones, comunidades y tenencias como la Huacana, Buenavista, Coalcomán o Aguililla. Sin embargo, el viernes 23 de abril, una tregua pareció darse en la región.

Con gran esperanza, comunidades y familias hicieron un día de fiesta por la visita del nuncio Coppola. Su presencia no es cosa menor. Por unas horas, la población de Aguililla, en últimos días bloqueada e inaccesible, celebró lo que quiere: paz y esperanza. Los ojos de México y el mundo voltearon a esa región del Estado y el impacto por la visita del diplomático vaticano fue, igualmente, un llamado para decir que las cosas deben cambiar en el compromiso de dar paz, seguridad y justicia.

En Aguililla, la Iglesia demostró ser factor de estabilidad por unas horas. Una conmovedora demostración de fe fue indicio de que hay todavía una oportunidad para la paz siempre y cuando, quienes estén obligados a darla, asuman la responsabilidad que han venido aplazando por la cómoda conveniencia política. Como dijo el obispo Cristóbal Ascencio, las soluciones no serán mágicas ni de la noche a la mañana, pero este paso es uno más para lograr un nuevo rumbo en la historia de ese pueblo.

Sobra decir que existe una gran deuda con quienes ahora sufren en la región. Coppola pudo ver de cerca las expresiones y clamores de niños y madres quienes lloran a sus deudos. Platicó con víctimas y desplazados, escrutó los caminos antes bloqueados, libres para llegar a Aguililla. Para las autoridades, la visita del nuncio recordó que la ley ha sido quebrada y el Estado, desplazado, debilitado y derruido. Para la Iglesia, la exigencia de acompañar y salir. Implícitamente, el nuncio así lo manifestó. El confinamiento ha terminado, la virtualidad creativa no es lo mismo que la presencia apostólica. Como señaló el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, “la visita ha trascendido fronteras porque nos recuerda que, como obispos, sacerdotes, laicos y toda la Iglesia, es importante estar siempre unidos es importante estar siempre unidos. El mensaje de esta visita a la Diócesis de Apatzingán, en especial a Aguililla y al Aguaje, como el mismo Nuncio lo dijo, no es un reto de la Iglesia a los miembros de las guerrillas, es un llamado a la paz, que el mismo pueblo está clamando, es conocer la realidad de los pueblos que sufren a causa de la violencia, para que así la Iglesia, puede proponer acciones y planes, que favorezcan la paz y la civilidad”. Efectivamente, para la Iglesia, la nueva realidad es estar al lado, no sólo en pantallas y redes, de quienes ahora sufren en esta compleja realidad enrarecida por la violencia y ambiente político-electoral.

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