Tercera etapa de la peregrinación de Ain Karen y Escuelas Católicas a Tierra Santa Tú ponte de parte de Jesús

(Jesús Bastante, Mar de Galilea).- Tercera etapa de la peregrinación a Tierra Santa organizada por Ain Karen y Escuelas Católicas. Surcando el Mar de Galilea (o el lago Tiberíades, o de Genesaret), el mismo que Jesús surcó tantas veces en su predicación. En cuyas aguas echó las redes milagrosas, donde caminó, e hizo caminar al incrédulo Pedro; en cuyas orillas desembarcó para llegar a Cafarnaum, o al Monte de las Bienaventuranzas, o al rincón donde partió, repartió y compartió los panes y los peces.

Porque de eso se trataba en esta historia que revivimos, en estos pasos cuyo rastro seguimos, en esta peregrinación a los Orígenes de la Fe: de encontrar la razón última que llevó a Jesús a darse por los hombres y mujeres, de su tiempo y de todos los tiempos. El Amor, que ayer convertía el agua en vino, que hoy multiplica los panes y los peces (o que consigue, como sostiene en una original y malévola cabriola teológica, uno de los muchos amigos reencontrados durante el viaje, que los judíos del tiempo del Nazareno hicieran suyo el ejemplo del Mesías y pusieran en la misma mesa todas sus provisiones para alimentar a la muchedumbre hambrienta de alimento y saciada con la Palabra de Vida), que mañana nos llevará al lugar donde nació el Salvador, y donde veinte siglos después penan y sufren miles de palestinos, miles de israelíes, enfrentados en una guerra en la que únicamente hay vencidos. ¿De parte de quién estás? "Tú ponte de parte de Jesús".

De ese Jesús que escuchó el "Ruaj", el silencio en mitad de la tormenta, de las olas del lago, del mismo lago situado a 209 metros bajo el nivel del mar. Las mismas aguas nos contemplan: poco más se mantiene idéntico en esta tierra que a veces más parece un gigantesco parque de atracciones de las religiones. Y sin embargo, la Fe es más fuerte que el espectáculo, pues por mucho que éste esté presente, todos los que acuden a las fuentes lo hacen movidos por el hombre que hacía milagros. El mayor, tal vez el más grande, el de proponer un lenguaje nuevo, un mensaje nuevo. Felices seréis, bienaventurados.

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