"¿Qué debemos hacer?"

Domingo Tercero de Adviento. Año C. 14.12.2018.

(Lucas 3,10-18).

Jesús y su Iglesia, en este domingo de Adviento, nos dirige un llamado serio a la conversión de nuestras vidas.
Y si comprendemos, que este llamado, es hecho por el mismo Jesús, a través de la evangelización de la Iglesia, nuestra obligación, como verdaderos discípulos de Jesús e hijos de la Iglesia, es tomarlo muy en serio y con una verdadera responsabilidad; con un compromiso real y con una amor hasta que duela. Si queremos caminar en serio hacia esta Navidad 2018, debemos hacernos la misma pregunta que la gente le hacía a Juan Bautista, que preparaba el camino para Jesús:

"¿Qué debemos hacer?"

Porque se trata de una "conversión cristiana" que nos lleva a la eficacia de la fe y del amor. Es decir, nos lleva ineludiblemente a actuar. La conversión cristiana nos lleva o nos debe llevar a una praxis cristiana verdadera.

Tenemos que actuar. La conversión implica actos y decisiones concretas. La conversión no sólo erradica vicios personales, como la falta de piedad y filiación hacia Dios: todo propio de un convertido que quiere entrar al Reino, sino también es indispensable la erradicación de los pecados sociales. Esto es decisivo, hoy día, para alguien que quiere "un nacimiento" en Cristo.

La respuesta de Juan a lo que debemos hacer, aparentemente es hacia actitudes exteriores:

"El que tenga dos capas dé una al que no tiene, y quien tenga que comer haga lo mismo...
No cobren más de lo debido... . No abusen de la gente, no hagan denuncias falsas... .


El mensaje que esta respuesta encierra es mucho más radical. Nos pone el dedo sobre los comportamientos más decisivos de la práctica cristiana. Se trata de una actitud nueva ante la "riqueza" y ante el "poder". Y esto nos viene como anillo al dedo de los chilenos, especialmente a los hombres y mujeres de riquezas y de poder, sobre todo a los políticos chilenos que no quieren cambiar y se hacen los desentendidos ante un clamor de un pueblo que rechaza su egoísmo y "sordera"; ante un pueblo que ve en su actuación, no una búsqueda del bien común, sino sólo del propio. Los ve "saqueando" al pueblo con grandes empresarios, evadiendo impuestos y juntado riquezas. Los políticos y empresarios debieran convertirse y entender que la política es la expresión más eximia del amor a los hermanos. A los "ricos" y políticos en el "poder", y a todos los que, por su practica, están en pecado de idolatría, en este Adviento, les digo con Obispos en Conferencia en Puebla:

"Nada es divino y adorable fuera de Dios. El hombre cae en la esclavitud cuando diviniza o absolutiza la riqueza, el poder, el Estado, el sexo, el placer o cualquier creación de Dios, incluso su propio ser o su razón humana. Dios mismo es la fuente de liberación radical de todas las formas de idolatría, porque la adoración de lo no adorable y la absolutización de lo relativo, lleva a la violación de lo más íntimo de la persona humana: su relación con Dios y su realización personal. He aquí la palabra liberadora por excelencia: "Al Señor Dios adorarás, sólo a Él darás culto". (Mateo 4, 10; cfr. Dt.5,6ss).La caída de los ídolos restituye al hombre su campo esencial de libertad. Dios, libre por excelencia, quiere entrar en diálogo con un ser libre, capaz de hacer sus opciones y ejercer sus responsabilidades individualmente y en comunidad. Hay, pues, una historia humana que, aunque tiene su consistencia propia y su autonomía, está llamada a ser consagrada por el hombre a Dios. La verdadera liberación, en efecto, libera de una opresión para poder acceder a un bien superior". (Puebla 491).

"Los bienes y riquezas del mundo, por su origen y naturaleza, según la voluntad del Creador, son para servir efectivamente a la utilidad y provecho de todos y cada uno de los hombres y los pueblos . De ahí que a todos y a cada uno les compete un derecho primario y fundamental, absolutamente inviolable, de usar solidariamente esos bienes, en la medida de lo necesario, para una realización digna de la persona humana. Todos los demás derechos, también el de propiedad y libre comercio, le están subordinados. Como nos enseña Juan Pablo II: "Sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social". La propiedad compatible con aquel derecho primordial es más que nada un poder de gestión y administración, que si bien no excluye el dominio, no lo hace absoluto ni ilimitado. Debe ser fuente de libertad para todos, jamás de donación ni privilegios. Es un deber grave y urgente hacerlo retornar a su finalidad primera". (Cfr. Pablo VI Populorum Progressio 28). (Puebla 492).

"Los bienes de la tierra se convierten en ídolos y en serio obstáculo para el Reino de Dios (Cfr. Mateo 19, 23-26), cuando el hombre concentra toda su atención en tenerlos o aun en codiciarlos. Se vuelven entonces absolutos."No podéis servir a Dios y al dinero". (Lucas 16,13). (Puebla 493).

"La riqueza absolutizada es obstáculo para la verdadera libertad. Los crueles contrastes de lujo y extrema pobreza, tan visible a través del continente, agravados, además, por la corrupción que a menudo invade la vida pública y profesional, manifiestan hasta qué punto nuestros países se encuentran bajo el dominio del ídolo de la riqueza". (Puebla 494).

"Las diversas formas de poder en la sociedad pertenecen fundamentalmente al orden de la creación. Por tanto, llevan en sí la bondad esencial del servicio que deben prestar a la comunidad humana". (Puebla 498).

"La autoridad, necesaria en toda sociedad, viene de Dios (Cfr. Romanos 13,1; Juan 19,11) y consiste en la facultad de mandar según la recta razón.Por consiguiente,su fuerza obligatoria procede del orden moral. (Pacem in Terris 47))y dentro de éste debe desarrollarse para que obligue en conciencia. "La autoridad es sobre todo una fuerza moral" (Cfr. Pacem in Terris 48; Gaudium et Spes 74). (Puebla 499).

"El pecado corrompe el uso que los hombres hacen del poder, llevándolo al abuso de los derechos de los demás, a veces en formas más o menos absolutas. Esto ocurre más notoriamente en el ejercicio del poder político, por tratarse del campo de las decisiones que determinan la organización global del bienestar temporal de la comunidad y por prestarse más fácilmente, no sólo a los abusos de los que detentan el poder, sino a la absolutización del poder mismo (cfr. Gaudium et Spes 73), apoyándose en la fuerza pública. Se diviniza el poder político cuando en la práctica se lo tiene como absoluto. Por eso, el uso totalitario del poder es una forma de idolatría y como a tal la Iglesia lo rechaza enteramente (GS 75). ... (Puebla 500).

"Desafortunadamente, en muchos casos esto llega hasta el punto que los mismos poderes políticos y económicos de nuestras naciones más allá de las normales relaciones recíprocas, están sometidos a centros más poderosos que operan a escala internacional. Agrava la situación el hecho de que estos centros de poder se encuentran estructurados en formas encubiertas, presentes por doquiera, y se sustraen fácilmente al control de los gobiernos y de los mismos organismos internacionales". (Puebla 501).

"Es urgente liberar a nuestros pueblos del ídolo del poder absolutizado para lograr una convivencia social en justicia y libertad. ...".

(Para no alargar este escrito, les ruego y los insto a que ustedes mismos, aprovechando el Adviento, lean Puebla desde número 502-506).


Siguiendo con el aporte a la concreción de Evangelio de hoy, tengo que recalcar, que la tentación al ídolo de la riqueza, haciendo una grave injusticia, cae sobre los hombros cansinos de mis hermanos pobres. En la práctica, uno ve con dolor, cómo se utiliza reiteradamente a los demás en beneficio propio. Esto está en la raíz del "pecado social". Sobre esto, Juan Bautista, hoy, nos llama especialmente la atención. Es un llamado de atención a católicos de solo nombre. A los que Jesús, hoy día, en Chile, les repite:

"¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos hipócritas! Ustedes pagan el diezmo de todo... y en cambio, no cumplen lo más importante de la Ley: la justicia, la misericordia y la fe. ...". ¡Guías ciegos! ¡Cuelan un mosquito, pero se tragan un camello!
"¡Ay de ustedes, maestros de la Ley y fariseos hipócritas! Ustedes llenan el plato y la copa en robos y violencias y, por encima, echan una bendición. ¡Fariseo ciego!, haz que sea puro el interior y después se purificará también el exterior".
(Mateo 23, 23-26).

Jesús está denunciando la piedad y el culto que no lleva a la justicia y a la misericordia. Está desenmascarando el fariseísmo de muchos católicos de hoy día. Para Jesús la práctica de la justicia es el criterio para ser cristiano verdadero o un hombre fariseo o reprobado. Y esto mismo en palabras proféticas de Juan Bautista:

"... ya viene el que es más poderoso que yo... . Tiene en la mano la pala para limpiar el trigo en su era y recogerlo después en su granero. Pero la paja la quemará en el fuego que no se apaga".

Juan es un precursor y su enseñanza sobre la relación entre la salvación y la justicia y los derechos del pobre está aquí sólo insinuada. Jesús en su Evangelio del juicio final, le dará un carácter definitivo:

"Entonces el rey dirá ... . ¡Vengan, los bendecidos por mi Padre! Tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me alimentaron; tuve sed y ustedes me dieron de beber, etc..." (Mateo 25, 31-46).

"¿Qué debemos hacer? ... . "Maestro, ¿que tenemos que hacer?".

La respuesta del Evangelio a esta pregunta nos llevará a la práctica de la "justicia, sin abuso de poder", exigiendo de los católicos de Chile no sólo una vaga buena voluntad de "hacer algo" al respecto, sino igualmente una información, un análisis de la situación de injusticia, una orientación y acción concreta, con caminos de justicia y de liberación de los pobres. Este análisis de la situación, la información y la orientación, son importantes, para que podamos traducir el Evangelio a cada época, a cada situación y a la realidad de la sociedad actual. También es importante para el católico, de conocer las orientaciones de la Iglesia actual en materia de justicia, para saber encarnar el Evangelio, en todos los niveles de nuestra sociedad, combatiendo las idolatrías de la "riqueza" y el "poder", causante de la lejanía de Dios, de las injusticias y del "pecado social" de nuestro mundo. En Chile sería un útil cuestionamiento de una sociedad donde hay represión a las justas demandas y reivindicaciones de los mapuches y de los pobres, mal llamados "vulnerables", donde no hay trabajo para todos, donde la economía sirve a los ricos, haciendo a los pobres cada vez más pobres, o haciendo un abismo sideral entre el sueldo de unos ricos con respecto al de lo pobres; donde el "poder"representa sólo a las clases poderosas.


Es urgente una conversión en este Adviento que nos debe conducir a un gran "nacimiento".
Se trata, entonces, de una conversión que implica un cambio de mente y corazón, para hacernos aptos para recibir la gracia de Jesús en esta Navidad.
Que el Señor que viene, nos traiga un cambio radical y de justicia social, para un gran "nacimiento" en Chile, y sobre todo nos haga verdaderos hijos de Dios y de la Iglesia. Amén.


Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+


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