"Sin justicia no hay paz. Sin justicia, se consagra la ley del fuerte sobre el débil" Papa: "Los justos no son moralistas que se erigen en censores, sino justos que 'tienen hambre y sed de justicia'"

El Papa tomando mate
El Papa tomando mate

"Sin justicia no hay paz. De hecho, si no se respeta la justicia, se generan conflictos. Sin justicia, se consagra la ley del fuerte sobre el débil"

"La virtud de la justicia deja evidente -y pone la exigencia en el corazón que no puede haber verdadero bien para mí si no hay también el bien de todos"

"¡Qué importante es educar a las personas, especialmente a los jóvenes, a la cultura de la legalidad! Es el camino para prevenir el cáncer de la corrupción y erradicar la delincuencia, removiendo el suelo bajo sus pies" 

"Los justos no son moralistas que se erigen en censores, sino justos que "tienen hambre y sed de justicia" (Mt 5,6), soñadores que custodian en su corazón el deseo de la fraternidad universal"

Se le ve en forma. Acompañado por varios niños, Francisco recorre la Plaza de San Pedro en el papamóvil, saludando, bendiciendo, sonriendo, bromeando y hasta tomando mate, que le comparten unas compatriotas. Como en los buenos tiempos. Sin ni siquiera utilizar la silla de ruedas, se baja del papamóvil y se acerca, a paso lento, con su bastón en la mano, a la sede, rodeado todavía de las flores primaverales de Pascua florida.

Visiblemente recuperado, el Papa Francisco, que leyó la catequesis, explicó en ella la virtud de la justicia, en el repaso que viene haciendo de las virtudes cardinales. Y el Papa, que tanto lucha por la justicia en el mundo y en la Iglesia, hizo un bello canto a esta virtud, porque “sin justicia no hay paz” ni “bien para todos” ni “cultura de la legalidad”.

Por eso, Francisco invitó a educar a los jóvenes en esta cultura, porque es “el camino para prevenir el cáncer de la corrupción y erradicar la delincuencia, removiendo el suelo bajo sus pies”. En definitiva -dijo el Papa- “Los justos no son moralistas que se erigen en censores, sino justos que "tienen hambre y sed de justicia" (Mt 5,6), soñadores que custodian en su corazón el deseo de la fraternidad universal”.

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El Papa y el mate
El Papa y el mate

Texto íntegro de la catequesis del Papa 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días! 

Aquí llegamos a la segunda de las virtudes cardinales: la justicia. Es la virtud social por excelencia. El Catecismo de la Iglesia Católica la define así: «La virtud moral che consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido» (n. 1807). A menudo, cuando se nombra la justicia, se cita también el lema que la representa: “unicuique suum – a cada uno lo suyo”.  Es la virtud del derecho, que trata de regular las relaciones entre las personas con equidad. 

Está representada alegóricamente por la balanza, porque su objetivo es "equilibrar la balanza" entre los hombres, sobre todo cuando corre el riesgo de verse distorsionada por algún desequilibrio. Su finalidad es que en una sociedad cada uno sea tratado según su dignidad. Pero los antiguos maestros ya enseñaban que esto requiere también otras actitudes virtuosas, como la benevolencia, el respeto, la gratitud, la afabilidad, la honestidad: virtudes que contribuyen a la buena convivencia entre las personas. 

Todos comprendemos como la justicia sea fundamental para la convivencia pacífica en la sociedad: un mundo sin leyes que respeten los derechos sería un mundo en el que es imposible vivir, se parecería a una jungla. Sin justicia no hay paz. De hecho, si no se respeta la justicia, se generan conflictos. Sin justicia, se consagra la ley del fuerte sobre el débil. 

Audiencia papal
Audiencia papal

Pero la justicia es una virtud que actúa tanto en lo grande como en lo pequeño: no sólo concierne a las salas de los tribunales, sino también a la ética que caracteriza nuestra vida cotidiana. Establece relaciones sinceras con los demás: cumple el precepto del Evangelio según el cual el hablar cristiano debe ser: «“Sì, sì”, “No, no”; Todo lo que se dice de más, procede del Maligno.» (Mt 5,37). Las medias verdades, los discursos sutiles que buscan engañar al prójimo, las reticencias que ocultan las verdaderas intenciones, no son actitudes acordes con la justicia. El hombre justo es recto, sencillo y directo, no usa máscaras, se presenta tal como es, dice la verdad. A menudo, la palabra "gracias" está en sus labios: sabe que, por muy generosos que nos esforcemos ser, quedamos deudores de nuestro prójimo. Si amamos es también porque hemos sido amados primero. 

En la tradición se pueden encontrar innumerables descripciones de la persona justa. Veamos algunas de ellas. La persona justa tiene veneración por las leyes y las respeta, sabiendo que son una barrera que protege a los indefensos de la arrogancia de los poderosos. La persona justa no sólo se preocupa por su bienestar individual, sino por el bien de toda la sociedad. O sea que no cede a la tentación de pensar sólo en sí mismo y de ocuparse de sus propios asuntos, por legítimos que sean, como si fueran lo único que existe en el mundo. La virtud de la justicia deja evidente -y pone la exigencia en el corazón que no puede haber verdadero bien para mí si no hay también el bien de todos.  

Por eso, el hombre justo vigila su propio comportamiento para que no perjudique a los demás: si comete un error, pide disculpas. En algunas situaciones es capaz de sacrificar un bien personal para ponerlo a disposición de la comunidad. Desea una sociedad ordenada, en la que sean las personas las que den lustre a los cargos, y no lo contrario. Aborrece las recomendaciones y no comercia con favores. Ama la responsabilidad y es ejemplar viviendo y promoviendo la legalidad. De hecho, ésta es el camino hacia la justicia, el antídoto contra la corrupción: ¡qué importante es educar a las personas, especialmente a los jóvenes, a la cultura de la legalidad! Es el camino para prevenir el cáncer de la corrupción y erradicar la delincuencia, removiendo el suelo bajo sus pies.  

Además, el justo rehúye comportamientos nocivos como la calumnia, el falso testimonio, el fraude, la usura, la burla, la deshonestidad. Cumple su palabra, devuelve lo que ha pedido prestado, reconoce un salario justo a los trabajadores, presta atención a no emitir juicios temerarios sobre su prójimo, defiende la reputación y el buen nombre de los demás. 

Justicia

Ninguno de nosotros sabe si en nuestro mundo las personas justas son numerosas o escasas como perlas preciosas. Ciertamente, son hombres que atraen gracia y bendiciones tanto sobre sí mismos como sobre el mundo en el que viven. No son perdedores comparados con los que son "astutos y taimados", porque, como dice la Escritura, "el que busca la justicia y el amor hallará la vida y la gloria" (Pr 21,21).  Los justos no son moralistas que se erigen en censores, sino justos que "tienen hambre y sed de justicia" (Mt 5,6), soñadores que custodian en su corazón el deseo de la fraternidad universal. Y de este sueño, especialmente hoy en día, todos tenemos una gran necesidad. Necesitamos ser hombres y mujeres justos. Y esto nos hará felices.

 Saludo en español

Queridos hermanos y hermanas: 

En la catequesis de hoy reflexionamos sobre la virtud cardinal de la justicia. Se trata de la  virtud social por excelencia, ya que es fundamental para la convivencia pacífica en la sociedad.  Consiste en regular con equidad las relaciones —con Dios y entre las personas—, dando a cada uno  lo suyo; y por eso se la representa simbólicamente con una balanza.  

La persona justa es recta, sencilla y honesta; conoce las leyes y las respeta; mantiene la palabra  dada; en su hablar no utiliza medias verdades ni sutilezas engañosas. Para vivir esta virtud es  necesario vigilar y examinarse, ser fieles “en lo poco y en lo mucho”, y ser agradecidos.  

La justicia es un antídoto contra la corrupción y contra otros comportamientos nocivos — como la calumnia, el falso testimonio, el fraude, la usura— que carcomen la fraternidad y la amistad  social. Por eso, es primordial educar en el sentido de justicia y fomentar la cultura de la legalidad.  

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española. Que la luz de Cristo resucitado nos  guíe por caminos de justicia y de paz, y la fuerza vivificante de su amor nos haga audaces  constructores de un mundo más fraterno y solidario. Que Jesús los bendiga y la Virgen Santa los  cuide. Muchas gracias. 

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