El 'triple' jaque de León XIV a Trump (y ya se está dando cuenta)
Diez de los trece obispos nombrados por León XIV para los EEUU se han opuesto a la política de deportaciones de Donald Trump. No es una casualidad. El primer papa estadounidense ha movilizado a la Iglesia católica para velar por la defensa de los más vulnerables
Desde que fue elegido papa, el pasado 8 de mayo, el primer pontífice estadounidense de la historia ha nombrado o asignado nuevo destino pastoral a 13 obispos para diócesis de su país natal. Al menos una decena de ellos, incluido el nuevo arzobispo de Nueva York, una de las diócesis más importantes del mundo, se han pronunciado públicamente en contra de la política de deportaciones masivas puesta en marcha por el presidente Donald Trump nada más llegar –por segunda vez– a la casa Blanca, a mediados del mes de enero pasado.
No se trata de una mera coincidencia. Es la apuesta firme de León XIV a una política que ha llevado el terror a la comunidad migrante, donde el respeto a los derechos humanos y a la dignidad de la persona se resiente continuamente, y en donde se han producido denuncias por muertes de personas retenidas en los centros de internamiento.
“Alguien que dice que estoy en contra del aborto pero estoy de acuerdo con el trato inhumano a los inmigrantes en Estados Unidos, no sé si eso es provida”, dijo el Papa hace unas semanas en respuesta a las preguntas de los periodistas en las puertas de su residencia en Castel Gandolfo, en Italia. Era el punto de partida de una respuesta más planificada por parte de León XIV, para la que incluso pidió ayuda a los obispos estadounidenses que iban por aquellos días a visitarle, entre ellos, el obispo de El Paso, responsable de Migraciones en la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos.
Hasta entonces, los obispos de la primera potencia mundial no parecían demasiado preocupados por esta cuestión, un tanto refractarios al pontificado de Francisco, y más beligerantes con los políticos proabortistas, para quienes pidieron la excomunión (sin que Bergoglio atendiese sus razones), como al propio expresidente Joe Biden o la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, quien incluso comulgó en la basílica de San Pedro, en el Vaticano.
"Ustedes me apoyan, y yo los apoyo"
"La Iglesia no puede callar ante la injusticia. Ustedes me apoyan, y yo los apoyo", les dijo entonces el Papa. Y así fue. Poco después, en la asamblea plenaria de los obispos estadounidenses, aprobaron por amplia mayoría un documento preparado por el obispo de El Paso en donde se criticaba la política de deportaciones de la Administración Trump. Y, en paralelo, comenzaban a producirse los nombramientos episcopales de pastores no sólo con una declarada sensibilidad social y hacia los migrantes sino, muchos de ellos, de origen extranjero.
Entre ellos, el obispo de San Diego, Michael Pham, exrefugiado vietnamita y que ha acompañado a los solicitantes de asilo a los tribunales para trata de impedir que los agentes los detengan cuando acuden a sus audiencias; o el obispo Ramón Bejarano, que creció en Chihuahua, en México, y pronto dirigirá la Iglesia en Monterrey, en California, y que fue también de los primeros en sumarse a una protesta con miles de personas en el centro de San Diego contra las redadas y deportaciones.
Y el último nombramiento, el de Manuel de Jesús Rodríguez, un sacerdote nacido en la República Dominicana, defensor de los migrantes también desde su hasta ahora ministerio como párroco de una iglesia donde la mayoría de los 17.000 feligreses son de origen hispano, en el barrio de Queens, de Nueva York, y a quien León XIV ha hecho la semana pasada obispo de Palm Beach, Florida.
Las 'diócesis' de Trump
Con este último movimiento, se consuma un ‘triple’ jaque, al menos moral, al presidente de los Estados Unidos, quien hasta la fecha se ha mostrado muy comedido con su compatriota Prevost, y a quien no parece tener por el momento mucho interés en pedir audiencia. Así, León XIV ha colocado en los últimos quinces días a dos pastores proinmigrantes al frente de dos diócesis muy significativas en lo personal para Trump: la de Nueva York, donde nació el magnate inmobiliario, y a donde ha enviado a Ronald Hicks, devoto del mártir salvadoreño Óscar Romero; y al dominicano Rodríguez, como obispo del lugar donde el presiente tiene su residencia oficial, Mar-a-Lago, en Florida.
“El presidente está haciendo cosas realmente buenas, no sólo para Estados Unidos, sino para el mundo. Pero cuando se trata de los migrantes, la política de inmigración, queremos ayudar”, dijo Rodríguez a la agencia AP. “Queremos ayudar al presidente como Iglesia porque creemos que podemos hacerlo mejor… que la forma en que lo estamos haciendo ahora”.
El otro lugar desde el cual la Iglesia lo mantiene ‘en jaque’ con otro arzobispo claramente crítico con las políticas de Trump es donde el presidente tiene su oficina, la Casa Blanca: Washington. En una de sus últimas jugadas maestras, y tan sólo diez días después de que un Donald Trump que ya había ganado las elecciones de noviembre de 2024, pero aún no se había instalado en el Despacho Oval, nombrase como nuevo embajador estadounidense ante la Santa Sede a un ultracatólico muy crítico con el pontificado de Bergoglio, el Papa argentino envió a la sede capitalina a Robert E. McElroy, quien ya había mostrado abiertamente sus diferencias con el líder del universo MAGA durante su primer mandato de 2016.
Por el momento, Trump guarda silencio ante estos movimientos estratégicos. Él y su vicepresidente, el católico converso JD Vance, a quien el cardenal Prevost dio una lección de teología en X sobre el verdadero significado del Ordo amoris... Saben del liderazgo mundial del Papa. Y de su apoyo, también mayoritario, en los Estados Unidos. Pero, ¿hasta cuándo aguantarán?