La XXVIII edición de 'Las Edades del Hombre': la aventura de la emoción 'EsperanZa': un diálogo de arte, y compromiso, por la Pasión, la Resurrección y la Misión en la catedral de Zamora
Después de la ‘Pasión’ y la ‘Resurrección’ llega el envío, la ‘Misión’. El ir más allá. Que también es posible, a través del arte, y del diálogo entre obras de Velázquez y Berruguete, de Picasso o El Greco, de Zurbarán, Juan de Juni, Salzillo, Francisco de Goya (que sí, que también pintó arte religioso) o Pablo Gargallo
¿Y cuál es el antónimo de la esperanza? “No es la desesperanza, sino el miedo”, responde José Manuel Chillón. De hecho, el ‘No tengas miedo’ de Dios a Abrahan se vincula al ‘No tengáis miedo’ de Jesús resucitado
Pasear por cualquier edición de Las Edades del Hombre es una aventura en sí mismo. Varias aventuras, en realidad. Una, con la ciudad que acoge la muestra; dos, con el espacio donde se ubica la exposición; tres, dialogando con las obras expuestas, y viendo cómo éstas lo hacen entre ellas; cuatro, con uno mismo.
Porque el viajero (ya sea turista, religioso o, simplemente, observador), no sale igual del recorrido por la catedral de Zamora, con un magnífico preludio en la iglesia de san Cipriano, y un espacio para mejorar la experiencia (especialmente destinado a niños y familias) del patrimonio y la fe, la caridad, y la ‘EsperanZa’. No en vano, así se titula la XXVIII edición de Las Edades del Hombre, que podrá contemplarse, hasta la Pascua de 2026, en la capital castellana. En pleno Año Jubilar de la Esperanza, no cabía otra.
En esta ocasión, además, la exposición viene ligada a un fuerte discurso teológico-artístico-social, liderado por José Manuel Chillón, autor del guion de la muestra, y que nos guía a través de tres momentos, que nos hacen circular por la bellísima (y poco conocida) catedral de El Salvador de Zamora. Que nos hace dar un paso más, porque después de la ‘Pasión’ y la ‘Resurrección’ llega el envío, la ‘Misión’. El ir más allá.
Que también es posible, a través del arte, y del diálogo entre obras de Velázquez y Berruguete, de Picasso o El Greco, de Zurbarán, Juan de Juni, Salzillo, Francisco de Goya (que sí, que también pintó arte religioso) o Pablo Gargallo. Más de 85 piezas que resumen el patrimonio artístico no sólo de la Iglesia de Castilla y León, sino de toda la península. Una exposición, la de este año, que no ha buscado abrumar, sino emocionar. Y marcar un relato.
“Tratamos de recorrer el concepto de la esperanza, por eso es una exposición fundamentalmente conceptual”, explica Chillón, quien confiesa que quiso “actuar sobre el concepto” pero no directamente, sino por su antónimo. “La pregunta sería, ¿qué es la esperanza? Y a esa pregunta, existencialmente, es decir, desde el punto de vista de la vida de cada uno, sólo se puede responder por el antónimo”. ¿Y cuál es el antónimo de la esperanza? “No es la desesperanza, sino el miedo”, responde. De hecho, el ‘No tengas miedo’ de Dios a Abrahan se vincula al ‘No tengáis miedo’ de Jesús resucitado.
La muestra arranca con la pasión de Cristo, y una pregunta, ¿por qué el sufrimiento? “¿Por qué ahora? ¿Por qué el dolor?”, recalca el autor del guion de la muestra de este año. “Individualmente, en nuestra tierra, en esta zona despoblada y herida. Y acaba también con una pregunta, ¿quién sostendrá el dolor? Y acaba también con una certeza, que es la certeza del amén”, de la confianza absoluta, del “abrazo definitivo que nos espera, como cuando eres un niño pequeño y sólo esperas el abrazo de tu padre y de tu madre”. Del 'Amén' y del 'Amen'. Una promesa, y un mandato: el del amor.
Pese al miedo, sigue constatando el camino a lo largo de la catedral, la respuesta es la confianza, ese ‘Amén’ (también si acento) que encierra todo. “El miedo sólo se quita sabiendo que hay alguien que nos sostiene, que enjugará nuestras lágrimas, que sostendrá nuestra debilidad, que mantendrá nuestra vida”, explica Chillón. Y éste es el recorrido fundamental, que por primera vez no se hace en capítulos sino en momentos, en movimientos.
Sólo así se comprende que El Cristo de las Injurias, ante el que se postran todos los cofrades de Zamora, se busque en el Cristo Yacente de Gregorio Fernández, y se encuentre en el magnífico Cristo viviente, una talla de madera impresionante, en la que asistimos al instante exacto en el que Jesús vuelve a la vida, y que Venancio Blanco trazó en 1991.
Hay tres momentos, relata Chillón: la pasión, la resurrección y la misión. Y tres movimientos, “donde vamos pasando, por ejemplo, desde la desesperación humana a la pasión del hombre, a la pasión de Cristo”. De la resurrección de Jesús, a los resucitados. Porque “la esperanza no es sólo un qué, que esperamos más allá, sino es un en quién nos sostenemos y esa esperanza es la que lleva ahora, en el presente, a conmovernos y a luchar, a denunciar las desesperanzas de los hombres y las desigualdades, a comprometernos en un mundo más justo y solidario”, culmina el autor del ‘camino’ de Las Edades del Hombre de este año. Porque “la esperanza no es paralizadora, sino al contrario, es activa”. Y mueve montañas.
Y muestra secretos, como la última pintura que se contempla, antes de salir de la catedral: El Cristo en Majestad, de Gil de Encinas. Fíjese, si puede, en quién sale reflejado en el orbe que Jesús sostiene en su mano izquierda. Y es que, finalmente, no somos sino el reflejo de Dios en nuestras vidas. Y su mirada puesta en toda la Humanidad. También, ye especialmente, la doliente. La más necesitada de 'EsperanZa'.
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