¿Por qué el Papa se acerca de una manera tan notable y particular al Islam?

El objetivo es apoyar a los sectores más moderados del Islam, situando esos encuentros como el paradigma de una forma de trabajar conjuntamente por las grandes causas de la humanidad: el hambre y la pobreza, pero sobre todo el tema de la paz y el terrorismo

Desde su elección el Papa Francisco ha tenido un acercamiento muy claro y decidido hacia los líderes islámicos. Casi podríamos afirmar que los ha tenido en cuenta en todos sus viajes. Y, sin duda por este manera de actuar le han llegado muchas críticas de dentro y de fuera de la Iglesia. Incluso a muchos cristianos que viven en esos países les disgusta y no entienden los saludos tan efusivos entre los imanes y el Papa.

Es evidente que el Papa no desea abrazar, bajo ningún punto de vista, este credo. Ni tampoco este comportamiento es fruto de una improvisación. 

Los sesudos dirigentes de la Secretaria de Estado, por medio de las Nunciaturas, le hacen llegar informes calientes de muchos países islámicos. Por lo tanto esta iniciativa obedece a una estrategia del Papa Francisco, como líder mundial. El objetivo es apoyar a los sectores más moderados del Islam, situando esos encuentros como el paradigma de una forma de trabajar conjuntamente por las grandes causas de la humanidad: el hambre y la pobreza, pero sobre todo el tema de la paz y el terrorismo. Los sectores moderados  del Islam valoran muy positivamente este acercamiento positivo del mundo cristiano, desde esa misma perspectiva. 

Por otro lado, el Papa Francisco, no rehuye un diálogo ecuménico con el Islam, lo más fructífero posible, para buscar conjuntamente esos aspectos convergentes y esos valores compartidos, que nos involucran en la búsqueda de una humanidad más reconciliada.  Por supuesto que las insoslayables diferencias no pueden ser un obstáculo, cuando están tan claras por ambas partes, para buscar caminos conjuntos, desde el punto de vista estratégico, para la resolución de muchos problemas. 

Por ejemplo, en el próximo viaje a Marruecos, los días 30 y 31 de marzo, el Papa Francisco, no tendrá más remedio que abordar de una manera muy clara el tema de la inmigración, consecuencia de la pobreza, las guerras y el cambio climático en muchos países africanos entre otros factores. Denunciará a las mafias de la inmigración, y apelará a una mayor implicación de los países ricos en el desarrollo del continente africano, para parar esa sangría de la inmigración. 

Tampoco podemos olvidar que la presencia del Papa Francisco en estos países también significa dar la cara por los cristianos, allí presentes, que generalmente son una minoría, y ven recortados sus derechos religiosos. No cabe duda que el Papa hablará claro y alto del derecho a la libertad religiosa y de los derechos humanos, muchas veces conculcados en estos países. Por supuesto que, en este caso, los cristianos del país alauí podrán verse reconfortados por la presencia y cercanía del Papa Francisco. Y, nuestro buen amigo Agrelo, sentirá la cercanía fraterna de Francisco en su lucha diaria por humanizar la inhumanidad de una cotidianeidad cruel y terrible. 

La preocupación de la Iglesia por la situación de los cristianos en Medio Oriente, que está suponiendo un éxodo imparable de muchos cristianos hacia Europa, Estados Unidos y Australia, por las persecuciones y falta de esperanza tampoco la podemos olvidar. Hace unos días me hacían llegar unas palabras del Padre Ibrahim Alsabagh, Párroco de San Francisco en Alepo: “Como comunidad cristiana desde el inicio hasta hoy, hemos perdido dos tercios de nuestras familias. Aunque los misiles han cesado de caer sobre nosotros en Alepo, sabemos que la emigración continuará todavía. Desafortunadamente, esta larga hemorragia, esta involucrando a la mayor parte de nuestra vanguardia, especialmente a la juventud, que es nuestro futuro. La razón principal de la emigración es el sentimiento de inseguridad en los corazones heridos de toda la comunidad. El fundamentalismo una vez se ha escondido en la Instituciones, ahora muestra sus manifestaciones perversas, dejando caer sombras sobre todos aquellos que permanecen en la ciudad. Por eso, en el pensamiento de todos los cristianos, es evidente que la crisis no terminará, y aunque termine, podría repetirse, en cualquier momento y de la misma manera”. A pesar de todo, el Padre Ibrahim, y muchos cristianos de Medio Oriente, mantienen intacta su esperanza.

A más largo plazo, este acercamiento de Francisco al Islam moderado, puede hacer posible que para esos cristianos, tan machacados, hoy, la esperanza no sea un sueño, sino una realidad.

Volver arriba