"El mensaje era sencillo. Pero las tinieblas huyen de la luz" Matarlo fue difícil, evitar que resucitara… imposible

Resurrección
Resurrección

"Los que querían matarlo no querían dejar rastro que les identificara como los culpables. Esa rutina de tratar de 'esconder la mano con la que se tira la piedra' es una parte triste, pero muy extensa, de la historia de la humanidad"

"El mensaje era muy sencillo: El Hijo de Dios se inmoló, dejó que los seres humanos le mataran, para luego vencer la muerte y volver a presentarse como resultado de la fuerza transparente del amor resucitado"

"El mensaje era sencillo. Pero las tinieblas huyen de la luz. No importa cuan pequeña sea la luz, su aparición derrota irremediablemente el reino de las tinieblas. Así ocurrió en tiempos de Jesús, así ocurre hasta nuestros días"

"Pero contra lo que dicen todos los sabiondos, es verdad. ¡Resucitó y está entre nosotros! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Aleluya!"

¿Por qué fue tan difícil matar a Jesucristo?

La respuesta me parece obvia: Los que querían matarlo no querían dejar rastro que les identificara como los culpables. Esa rutina de tratar de “esconder la mano con la que se tira la piedra” es una parte triste, pero muy extensa, de la historia de la humanidad. Es, además, uno de los grandes obstáculos para la conversión profunda de los propios creyentes.

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¿Por qué fracasaron en el intento de evitar que resucitara? Porque, aunque predicaban la fe, no creían que era posible resucitar. Por eso, montaron todo un operativo de seguridad para evitar que sus seguidores se llevaran el cadáver y después convencieran al pueblo con la mentira de que había vencido a la muerte. Si hubieran tenido, aunque fuera un poquito de fe en las cosas que ellos mismos predicaban, habrían sabido que ante el poder de Dios no hay nada que hacer para detenerlo. 

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"Aunque predicaban la fe, no creían que era posible resucitar"

El mensaje era muy sencillo: El Hijo de Dios se inmoló, dejó que los seres humanos le mataran, para luego vencer la muerte y volver a presentarse como resultado de la fuerza transparente del amor resucitado. El mensaje era sencillo. Pero las tinieblas huyen de la luz. No importa cuan pequeña sea la luz, su aparición derrota irremediablemente el reino de las tinieblas. Así ocurrió en tiempos de Jesús, así ocurre hasta nuestros días. 

Valen muy poco los intentos sofisticados para “cometer crímenes escondidos” en mantos de inocencia. Valen menos los intentos hipócritas para evitar que la luz resucite. De hecho, una de las consecuencias de lo primero, es que muchas veces conducen a lo segundo, porque a una sociedad que se acostumbra a la mentira, después se le hace muy difícil identificar la verdad

Las grandes injusticias tienen dos partes principales: Unos se benefician de que ocurran y muchos sufren sus consecuencias. Si se amasan fortunas apropiándose de lo que es de todos, los que las construyen se quedan con las riquezas y los demás, con la pobreza. No es fácil hacerlo. Para lograrlo y mantenerlo se usan todos los recursos que aparecen y que se resumen en la mentira. Pero después que los magnates, poderosos, abusadores y homicidas logran su esforzado cometido, viene la parte imposible.

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Acostumbrados a conseguir las cosas con mentiras, llegan a creer que todos mienten. Se esfuerzan entonces para evitar que sus víctimas mientan también. Se han acostumbrado tanto a ser “esclavos de la maldad” que ya no pueden entender que llegará el día del juicio, el día del “triunfo de la esperanza”.

"No importa cuan pequeña sea la luz, su aparición derrota irremediablemente el reino de las tinieblas. Así ocurrió en tiempos de Jesús, así ocurre hasta nuestros días"

Hemos construido una mal llamada civilización que se basa en que los pocos abusen de los muchos, conviertan en pobres a los muchos: una sociedad en la que los maridos abusen de sus esposas: de dictaduras e imperios que escondan bajo complejos entramado de leyes y doctrinas la culpabilidad por negarle la independencia, la libertad y la justicia a los pueblos sometidos. Es una sociedad que se inventa mil y una formas sofisticadas para decir que lo más grande sería el amor… si fuera verdad

Pero contra lo que dicen todos los sabiondos, es verdad. ¡Resucitó y está entre nosotros! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Aleluya!

¡¡Jesús resucitado!! ayúdanos a vivir la ESPERANZA como fuerza histórica para el ambio y nunca claudicar. ¡¡¡Ayúdanos a vivir cada día el triunfo de la esperanza!!! 

Cristo ha resucitado! ¡Aleluya!, por Vicente Jiménez Zamora, arzobispo de  Zaragoza - Iglesia Española - COPE

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