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Zilda Arns muere en el terremoto de Haití

Bruselas, 13 de enero 2010 (SIGNIS) - El trágico terremoto de Haití se ha cobrado la vida de la Dra. Zilda Arns Neumann, fundadora de la Pastoral da Criança del Brasil, que se encontraba en una misión en el país caribeño. Incansáblemente comprometida con los derechos del niño, la Dra. Arns abrió el reciente Congreso Mundial de SIGNIS 2009 en Chiang Mai con una ponencia sobre “Derechos Humanos y Derechos de los Niños”.

Sirva como nuestro homenaje recoger su ponencia en el Congreso Mundial de SIGNIS:

Agradezco la honrosa invitación que me ha hecho D. Ricardo YÁÑEZ, en nombre

de la Secretaría General. Quiero manifestar mi gran alegría por estar aquí con

todos ustedes en Chiang Mai, Tailandia, para participar en el Congreso

Internacional de la Asociación Católica Mundial para la Comunicación (SIGNIS).

En realidad, todos nosotros estamos aquí, en este Congreso, porque sentimos

dentro de nosotros una fuerte llamada a difundir en el mundo la buena noticia de

Jesús. La buena noticia, transformada en acciones concretas, es luz y esperanza

en la conquista de la PAZ en las familias y en las naciones. La construcción de la

Paz empieza en el corazón de las personas y tiene su fundamento en el Amor, que

tiene sus raíces en la gestación y en la primera infancia, y se transforma en

Fraternidad y corresponsabilidad social.

La Paz es una conquista colectiva. Tiene lugar cuando impulsamos a las personas,

cuando promovemos los valores culturales y éticos, las actitudes y prácticas de

búsqueda del bien común, que aprendemos de nuestro Maestro Jesús: “Yo he

venido para que todos tengan vida y la tengan en abundancia.” (Jn 10, 10)

Actualmente la televisión, la radio y la computadora son aparatos que están cada

vez más presentes en todas partes. Como sabemos, la exposición excesiva a los

medios de comunicación disminuyen el tiempo para actividades que son

esenciales para el desarrollo del niño y que pueden propiciar el aumento de

problemas sociales como la obesidad infantil, una erotización precoz, estress

familiar, violencia a causa de la apropiación indebida de productos caros y

alcoholismo precoz. Es necesario educar a las familias para que los hijos

incorporen valores a fin de neutralizar los efectos nocivos.

Felizmente, las encuestas muestran que en la última década hubo un aumento en

el número de informes sobre la educación, la salud y los derechos enfocados en el

niño y en el adolescente. Pero la calidad de la información aún es limitada. Se

espera que los medios de comunicación católicos, sigan además las referencias

éticas y morales de nuestra Iglesia, sean como Ella, maestra en orientar a las

familias y comunidades, especialmente en el área de salud, educación y derechos

humanos. De este modo podemos formar masa crítica en las comunidades

cristianas y de otras religiones, en favor de la protección del niño y del

adolescente. Debemos esforzarnos para que nuestros legisladores elaboren leyes

y los gobiernos ejecuten políticas públicas que incentiven la calidad de educación

integral de los niños, como prioridad absoluta.

Como discípulos y misioneros, llamados a evangelizar, sabemos que la fuerza

propulsora de la transformación social está en la práctica del más grande de

todos los mandamientos de la Ley de Dios: el Amor, expresado en la solidaridad fraterna, capaz de mover montañas. “Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos” significa trabajar por la inclusión social, fruto

de la Justicia; significa no tener prejuicios, aplicar nuestros mejores talentos en favor de la Vida Plena, prioritariamente de aquellos que más lo necesitan. Sumar esfuerzos para alcanzar los objetivos, servir con humildad y misericordia, sin

perder la propia identidad. Todo este caminar necesita la comunicación social

para iluminar, animar, fortalecer y democratizar nuestra Misión de Fe y Vida. El

mundo necesita esta Luz y esta Sal, para extender los Derechos Humanos a todas

las personas de todas las naciones. Creemos que esta transformación social exige

una inversión máxima de esfuerzos para el desarrollo integral de los niños. Este

desarrollo empieza cuando el niño se encuentra aún en el vientre sagrado de su

madre. Los niños, cuando están bien cuidados, son semillas de Paz y Esperanza.

No existe ser humano más perfecto, más justo, más solidario y sin prejuicios que

los niños.

Por algo dijo Jesús: “… si ustedes no se hacen como estos niños, no entrarán en el

Reino de los Cielos” (Mt 18, 3). Y “Dejen que los niños vengan a mí, pues de ellos

es el Reino de los Cielos” (Lc 18, 16).

Hoy voy a compartir con ustedes una verdadera historia de amor e inspiración

divina, un sueño que se hizo realidad. Como les ocurrió a los discípulos de Emaús

(Lc 24, 13-35), “Jesús caminaba todo el tiempo con ellos. Lo reconocieron al partir

el pan, símbolo de la vida.” En otro pasaje, cuando la barca en el mar de Galilea

estaba a punto de hundirse bajo las olas violentas, allí estaba Jesús con ellos, para

calmar la tormenta. (Mc 4, 35-41).

Con alegría voy a contarles lo que “he visto y de lo que he sido testigo” a lo largo

de 26 años, desde la fundación de la Pastoral da Criança.

Aquello que era una semilla, que empezó en el pueblo de Florestópolis, estado de

Paraná, en Brasil, se ha convertido en Organismo de Acción Social de la

Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, presente en 42.000 comunidades

pobres y en 7.000 parroquias de todas las Diócesis de Brasil.

Por la fuerza de la solidaridad fraterna, una red de 260 mil voluntarios, de los

cuales el 92% son mujeres, participa permanentemente en la construcción de un

mundo mejor, más justo y más fraterno, al servicio de la Vida y la Esperanza.

Cada voluntario dedica de media 24 horas al mes a esta Misión transformadora de

educar a las madres y familias pobres, compartir el pan de la fraternidad y

generar conocimientos para la transformación social.

El objetivo de la Pastoral da Criança es reducir las causas de la desnutrición y la

mortalidad infantil, promover el desarrollo integral de los niños, desde su

concepción hasta los seis años de edad. La primera infancia es una etapa decisiva

para la salud, la educación, la consolidación de valores culturales, el cultivo de la

fe y la ciudadanía, con profundas repercusiones a lo largo de la vida.

Un poco de historia:

Soy la décimotercera de 14 hermanos, cinco de ellos son religiosos. Tres

Hermanas religiosas y dos sacerdotes franciscanos. Uno de ellos es D. Paulo

Evaristo, el Cardenal Arns, Arzobispo emérito de Sao Paulo, conocido por su lucha

a favor de los Derechos Humanos, principalmente durante los veinte años de la

dictadura militar de Brasil.

En mayo de 1982, al volver de una reunión de la Organización de las Naciones

Unidas (ONU), en Ginebra, D. Paulo me llamó por teléfono por la noche. En aquella

reunión, James Grant, entonces Director Ejecutivo de UNICEF, le habló con

insistencia sobre el SUERO ORAL. Considerado como el mayor adelanto de la

medicina del siglo pasado, ese suero era capaz de salvar de la muerte a millones

de niños que podrían morir por deshidratación debida a la diarrea, una de las

principales causas de mortalidad infantil en Brasil y en el mundo. James Grant

logró convencer a D. Paulo para que motivara a la Iglesia Católica a enseñar a las

madres a preparar y administrar el suero oral. Esto podría salvar millares de

vidas.

Viuda desde hacía cinco años, yo estaba, aquella noche histórica, reunida con mis

cinco hijos, de entre nueve y diecinueve años, cuando recibí la llamada telefónica

de mi hermano D. Paulo. Me contó lo que había pasado y me pidió que

reflexionara sobre ello. ¿Cómo hacer realidad la propuesta de la Iglesia a ayudar a

reducir la muerte de los niños? Yo me sentía feliz ante este nuevo desafío. ¡Era lo

que más deseaba: educar a las madres y familias para que supieran cuidar mejor

de sus hijos!

Creo que Dios, en cierto modo, me había preparado para esta misión. Basada en

mi experiencia como médica pediatra y especialista en Salud Pública y en los

muchos años de dirección de los servicios públicos de salud materno-infantil,

comprendí que, además de mejorar la calidad de los servicios públicos y

facilitarles a las madres el acceso a ellos, lo que más falta les hacía a las madres

pobres era el conocimiento y la solidaridad fraterna, para que pudieran poner en

práctica algunas medidas básicas sencillas y capaces de salvar a sus hijos de la

desnutrición y la muerte, como por ejemplo la educación alimentaria y nutricional

para las embarazadas y sus niños, la lactancia materna, las vacunas, el suero

casero, el control nutricional, además de conocimientos sobre señales y síntomas

de algunas enfermedades respiratorias y cómo prevenirlas.

Me vino a la mente entonces la metodología que utilizó Jesús para saciar el

hambre de 5.000 hombres, sin contar a las mujeres y los niños. Era de noche y

tenían hambre. Los discípulos le dijeron a Jesús que lo mejor era que se fueran a

sus casas, pero Jesús les ordenó: “Denles de comer ustedes mismos”. El apóstol

Felipe le dice a Jesús que no tenían dinero para comprar comida para tanta gente.

Andrés, hermano de Simón, señaló a un niño que tenía dos peces y cinco panes. Y

Jesús mandó que se sentaran en grupos de cincuenta a cien personas (en

pequeñas comunidades). Entonces pensé: ¿Por qué mueren millones de niños

mueren por motivos que se pueden fácilmente prevenir? O ¿cuál es la causa de

que se vuelvan violentos y criminales en la adolescencia?

Recordé el inicio de mi carrera, cuando me desafié a mí misma a querer disminuir

la mortalidad infantil y la desnutrición. Venían a mi memoria miles de madres que

cambiaban la leche materna por un biberón diluido en agua sucia. Otras madres

que no vacunaban a sus hijos, cuando todavía no había cesta básica en el Centro

de Salud. Otras madres que limpiaban la nariz a todos sus hijos con el mismo

trapo, o pegaban a sus hijos y los humillaban cuando hacían pipí en la cama. Y

todavía más triste, cuando el padre llegaba a la casa borracho. Al oír el llanto de

hambre y de cariño de sus hijos, les pegaba incluso cuando eran muy pequeños.

Se sabe, según los resultados de investigaciones de la OMS, cuya publicación

acompañé en 1994, que los niños maltratados antes de un año de edad tienen

una tendencia significativa a la violencia, y con frecuencia se hacen criminales

antes de los 25 años.

¿La Iglesia, que somos todos nosotros, qué deberíamos hacer?

Tuve la seguridad de seguir la metodología de Jesús: organizar al pueblo en

pequeñas comunidades; identificar líderes, familias con embarazadas y niños

menores de seis años. Los líderes que se dispusieran a trabajar voluntariamente

en esta misión de salvar vidas, serían capacitados, en el espíritu de fe y vida, y

preparados técnica y científicamente, en acciones básicas de salud, nutrición,

educación y ciudadanía. Serían acompañados en su trabajo para que no se

desanimaran. Tendrían la misión de compartir con las familias la solidaridad

fraterna, el AMOR, los conocimientos sobre los cuidados con las embarazadas y

los niños, para que éstos estén sanos y felices. Así como Jesús ordenó que

mirasen si todos estaban saciados, tendríamos que implantar un sistema de

informaciones, con algunos indicadores de fácil comprensión, incluso por líderes

analfabetos o de baja escolaridad. Y ya veía ante mí muchos cestos de sabiduría y

amor aprendidos con el pueblo.

Sentí que ahí estaba la metodología comunitaria, pues podría desarrollarse a gran

escala por las diócesis, parroquias y comunidades. No solamente para salvar vidas

de niños, sino también para construir un mundo más justo y fraterno. Sería la

misión del “Buen Pastor”, que está atento a todas las ovejas, pero da prioridad a

aquéllas que más lo necesitan. Los pobres y los excluidos.

En aquella maravillosa noche, diseñé en el papel, una comunidad pobre, donde

identifiqué familias con embarazadas y niños menores de seis años y líderes

comunitarios, tanto católicos como de otras confesiones y culturas, para llevar

adelante acciones de una manera ecuménica, pues Jesús vino para que “todos

tengan Vida y Vida en abundancia” (Juan 10,10).

Desde la primera experiencia, la Pastoral da Criança cultivó la metodología de

Jesús, que El aplicaba a gran escala. En Brasil, en más de 40.000 comunidades, de

7.000 parroquias de todas las 272 Diócesis y Prelaturas. Se está extendiendo,

gradualmente, a otros diecinueve países, donde necesita de Ustedes,

comunicadores de la Buena Noticia de Jesús.

Para organizar mejor el compartir las informaciones y la solidadreidad fraterna

entre las madres y familias vecinas, las acciones se basan en tres estrategias de

educación y comunicación: individual, grupal y de masas. La Pastoral da Criança

utiliza simultáneamente las tres formas de comunicación para reforzar el

mensaje, motivar y promover cambios de conducta.

La educación y la comunicación individual se hacen a través de la Visita

Domiciliaria Mensual a las familias con embarazadas y niños. Los líderes

acompañan a las familias vecinas en las comunidades más pobres, en áreas

urbanas y rurales, en aldeas indígenas y en quilombos, en las áreas de la ribera

del Amazonas. Atraviesan ríos y mares, suben y bajan montes de gran pendiente,

caminan leguas, para oír los clamores de las madres y familias, educarlas y

fortalecer la Paz, la Fe y los conocimientos. Intercambian ideas sobre salud y

educación de los niños y de las embarazadas; enseñan y aprenden.

Con mucha confianza y ternura, fortalecen el tejido social de las comunidades, lo

que lleva a la inclusión social.

Motivados por la Campaña Mundial patrocinada por la Organización de las

Naciones Unidas (ONU), en 1999, con el tema “Una vida sin violencia es un

derecho nuestro”, la Pastoral da Criança incorporó una acción permanente de

prevención de la violencia con el lema “La Paz comienza en casa”.

Utilizó como

una de las estrategias de comunicación, la distribución de seis millones de

folletos con los “10 Mandamientos para lograr la paz en la familia”, debatidos en

las comunidades y en las escuelas, de norte a sur del país.

Las visitas, entre tantas otras acciones, sirven para promover la Lactancia

Materna, una escuela de diálogo y compartir, principalmente cuando se da como

alimento exclusivo hasta los seis meses y se continúa dando como alimento

preferente hasta más de un año, incluso hasta más de dos años, complementado

con otros alimentos saludables. La succión adapta los músculos y huesos para

una buena dicción, una mejor respiración y una arcada dental más saludable. El

cariño de la madre acariciando la cabeza del bebé mejora la conexión de las

neuronas. La psicomotricidad del niño que mama del pecho es más avanzada.

Tanto es así que se sienta, anda, y habla más pronto, aprende mejor en la

escuela. Es el factor esencial para el desarrollo afectivo y protección de la salud de

los bebés, para toda la vida. La solidaridad despunta, promovida por las horas de

contacto directo con la madre. Durante la visita domiciliaria, la educación de las

mujeres y de sus familias eleva la autoestima, estimula los cuidados personales y

los cuidados con los niños. Con esta educación de las familias se promueve la

inclusión social.

La educación y la comunicación grupal tienen lugar cada mes en miles de

comunidades. Es el Día de la Celebración de la Vida. Momento dedicado al

fortalecimiento de la fe y de la amistad entre las familias. Además del control

nutricional, están los juguetes y juegos con los niños y la orientación sobre

ciudadanía. En este día las madres comparten prácticas de aprovechamiento

adecuado de alimentos de la región de bajo coste y alto valor nutritivo. Las frutas,

hojas verdes, semillas y tallos, que muchas veces no son valorados por las

familias.

Otra oprtunidad de formación grupal es la Reunión Mensual de Reflexión y

Evaluación de los líderes en la comunidad. El objetivo principal de esta reunión es

discutir y establecer soluciones para los problemas encontrados.

Estas acciones integran el sistema de nformación de la Pastoral da Criança para

poder acompañar los esfuerzos realizados y sus resultados a través de

Indicadores. La desnutrición fue controlada. De un 50% de desnutridos en el

comienzo, hoy está en el 3,1%. La mortalidad infantil fue drásticamente reducida y

hoy está en 13 por mil nacidos vivos en las comunidades con Pastoral da Criança .

Ha servido de base para conquistar entidades, como el Ministerio de Salud,

UNICEF, Banco HSBC y otras Empresas. Ellas, nos apoyan en las capacitaciones y

en todas las actividades básicas de salud, nutrición, educación y ciudadanía. EL

COSTE NIÑO/ MES es de menos de UN DÓLAR.

En relación a la educación y a la comunicación de masas presentaré tres

experiencias concretas de cómo la comunicación es un instrumento de defensa de

los derechos de la infancia.

(materiales en vídeo y audio)

a. Materiales Impresos (Presentación en vídeo)

b. Programas de Radio (Descripción del objetivo y cobertura)

c. Campañas (vídeo de campañas)

En diciembre de este año cumplo 50 años de médica y, antes de 2002, confieso

que nunca había oído hablar en ningún programa de UNICEF, o de la Organización

Mundial de la Salud (OMS), ni de otro organismo de la Organización de las

Naciones Unidas (ONU), que estimulase la espiritualidad como componente de

desarrollo de la persona. Como una de las integrantes de la comitiva de Brasil en

la Asamblea de la ONU de 2002, que reunió a 186 países, a favor de la infancia,

tuve la satisfacción de oír la definición final sobre el desarrollo integral del niño

que contempla su “desarrollo físico, social, mental, espiritual y cognitivo”. Esto

fue un gran avance, y viene al encuentro del proceso de formación y comunicación

que hacemos en la Pastoral da Criança . En este proceso se ve a la persona de

manera completa e integrada en su relación personal, con el prójimo, con el

ambiente y con Dios.

Estoy convencida de que la solución de la mayoría de los problemas sociales está

relacionada con la reducción urgente de las desigualdades sociales, con la

eliminación de la corrupción, con la promoción de la justicia social, con el acceso

a la salud y la educación de calidad, la ayuda mutua financiera y técnica entre las

naciones, para la preservación y recuperación del medio ambiente. Como señala el

reciente documento del Papa Benedicto XVI, Caritas in Veritate (Caridad en la

verdad), “la naturaleza es un don de Dios, y precisa ser usada con

responsabilidad”. El mundo está despertando por las señales del calentamiento

global, que se manifiesta en los desastres naturales, más intensos y frecuentes. La

gran crisis económica demostró la interrelación entre los países. Para no

sucumbir, se exige solidaridad entre las naciones. Es la solidaridad y la

fraternidad lo que más necesita el mundo para sobrevivir y encontrar el camino de

la Paz.

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