Un buen padre, una película necesaria Los dilemas de la iglesia en la vida de un cura de pueblo

Los dilemas de la iglesia en la vida de un cura
Los dilemas de la iglesia en la vida de un cura

Una muestra realista sobre el discernimiento

paternel

Una película conveniente y sincera que pone el foco en el celibato obligatorio de los curas. Comienza enfrentando a Simón, un cura entregado y buena gente, con un dilema: tiene un hijo desconocido. Hace 11 años siendo seminarista dejó embarazada a Louise, que marchó sin confesarle su estado. Ahora vuelve, desbordada por su historia, para que conozca y asuma su paternidad.

No es tan radical como la imprescindible “Calvary” (2014) del irlandés John Michael McDonagh, pero se le parece. Comienza también poniendo entre la espada y la pared a un cura sencillo y entregado. “Un buen padre” resiste bien la tentación de la idealización dramática para ello adquiere en la primera parte un tono casi documental de la vida ordinaria de un cura normal. Bien documentada y respetuosa, el actor galo Grégory Gadebois realiza la que puede ser la mejor interpretación de su carrera, junto con sus papeles en “Mi alma por ti sanada” (2013) como principal y en la reconocida de Roman Polanski “El oficial y el espía” (2020) como secundario.

Ronan Tronchot se estrena en el largometraje tras su experiencia como montador siguiendo la mejor tradición del cine francés que ya había abordado a curas honestos y atribulados, siguiendo a Bernanos, en “El diario de un cura rural” (1951) de la mano del mismísimo Robert Bresson. La primera secuencia ya es un aviso: el cura saca una cruz de término de su ubicación para salvarla.

Se trata de un relato de conversión al que el protagonista se ve obligado sin quererlo. Generoso pero acomodaticio a las normas se enfrentará a dos disyuntivas donde se tendrá que salir del marco establecido. Su hijo, paciente y lúcido, le pondrá ante el primero: ¿Por qué todos te llaman padre y yo no puede llamarte papá? En este caso el reconocimiento de la paternidad biológica le permitirá redimensionar su paternidad espiritual. El segundo dilema girará en torno al aborto de una adolescente desbordada por un embarazo sobrevenido. En ambos casos su primera reacción es atenerse a lo conocido. Pero la vida y los personajes secundarios pero esenciales que le acompañan le harán profundizar en el discernimiento de lo verdadero.

Así los secundarios actúan como arquetipos. El obispo cercado por sus propios límites apunta a la iglesia envejecida, su antigua novia superada por la soledad muestra a la dificultad de ser madre en solitario, su compañero siempre cercano muestra la perplejidad de ser fiel sin moverse , la reunión del Consejo será una muestra del clericalismo, el ama de llaves inesperadamente clarividente sería una buena ejemplo del sensus fidei, como la capacidad sobrenatural del pueblo de Dios de discernir la verdad y adherirse a la fe.

La fotografía del papa Francisco aparece varias veces en segundo plano, como para indicar que las encrucijadas de Simón son en el fondo los dilemas de la iglesia. La divergencia entre la realidad social y el modelo de la iglesia apunta a una situación de exculturación, donde la verdad del Evangelio se diluye en normas históricas. La película sostiene una tesis: la fe existe y está vigente en el  pueblo que la vive, pero se han de producir cambios necesarios.

Para los que estamos en sintonía con esta tesis agradecemos esta película que permite profundizar con sinceridad en el discernimiento. Para aquellos que no están de acuerdo, bien porque piensen que la fe es obsoleta o porque piensen que es inamovible, la película les resultará respetuosa con su posición y les dará que pensar. Así pues, una propuesta recomendable por su sinceridad sin estridencias para vivir la fe y la iglesia hoy.

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