Escenarios clave en la construcción de la personalidad del arquitecto Donde empezó todo: la ruta cotidiana del joven Antoni Gaudí por el Reus del siglo XIX, de la mano de Josep Fàbregas
El próximo 11 de diciembre el historiador Josep Fàbregas pronunciará la conferencia "Infancia y adolescencia de Antoni Gaudí en Reus" en el auditorio del Instituto Salvador Vilaseca
| Xavier Pete
(Agencia Flama).- La ruta que va de la calle de Sant Vicenç de Reus hasta el antiguo colegio de las Escuelas Pías es corta, pero intensa en significado. Es el trayecto que Antoni Gaudí recorrió durante años, y es también el punto de partida de la conversación con el historiador Josep Fàbregas, que el próximo 11 de diciembre pronunciará la conferencia “Infancia y adolescencia de Antoni Gaudí en Reus” en el auditorio del Instituto Salvador Vilaseca.
La escultura de un niño sentado en un banco, situada a pocos metros del lugar donde nació y concebida para evocar la mirada temprana de Antoni Gaudí, marca el inicio del paseo, de poco más de 700 metros. La calle mantiene viva la memoria de un ambiente artesano, junto al taller de calderería familiar, un entorno donde el futuro arquitecto aprendió a percibir los volúmenes y las formas mucho antes de sospechar que aquel lenguaje acabaría definiendo su obra.
Un itinerario que conduce a la escuela
La caminata avanza hacia el centro hasta desembocar en la plaza del Mercadal y, desde allí, en el antiguo convento franciscano que acogió a las Escuelas Pías. Según explica Fàbregas, Reus era entonces una ciudad con una sensibilidad especial por la educación, y las familias artesanas —como la de los Gaudí y Cornet— veían en aquel colegio una oportunidad para asegurar un futuro a sus hijos.
Cuando se entra en el claustro, hoy parte del Instituto Salvador Vilaseca, la sensación es de una continuidad sorprendente. Las piedras que hoy acompañan el paso de los alumnos de ESO y bachillerato son las mismas que vieron llegar al joven Gaudí entre 1863 y 1868, cuando estudiaba el bachillerato. Fàbregas recuerda que la documentación conservada —formularios de ingreso, calificaciones, registros internos— permite dibujar el perfil de un estudiante irregular: destacaba en dibujo y geometría, pero acumulaba suspensos en materias puramente memorísticas.
Vida cotidiana de un estudiante del siglo XIX
Gaudí recorría cada día este itinerario de ida y vuelta, con clases por la mañana y por la tarde, y participaba los sábados en el canto del oficio dedicado a la Virgen, una práctica litúrgica breve y característica de las Escuelas Pías. La vivencia de estos rituales, según diversos testimonios, influyó profundamente en su sensibilidad estética y espiritual.
Compartía aula con Eduard Toda y Josep Ribera, futuros intelectuales con quienes creó la revista manuscrita El Arlequín y con quienes exploraba ruinas, edificios y entornos naturales. Mientras sus amigos buscaban paisajes románticos, Gaudí prefería las estructuras con volumen y orden: una inclinación que, según Fàbregas, “tiene mucho que ver con el trabajo de la calderería familiar, donde el joven Antoni empezó a entender el mundo a través de la forma y la materia”.
Una ciudad y un país en transformación
El último tramo del paseo hasta el colegio evoca también la agitación política que marcaba aquel período. En 1868, el levantamiento liderado por el general Joan Prim —hijo ilustre de Reus— derrocó el régimen isabelino y abrió paso a un tiempo de incertidumbre y reformas aceleradas. Una de las consecuencias inmediatas fue la secularización de numerosos centros docentes, entre ellos el colegio de las Escuelas Pías, que se transformó en instituto laico. El cambio no fue solo administrativo: afectó al modelo pedagógico, a la organización interna e incluso al ambiente que se respiraba en las aulas.
"En aquel entorno convulso, continúa, “el futuro arquitecto iba asimilando cambios sociales y culturales que, con los años, también serían visibles en su mirada sobre la tradición, la modernidad y la identidad del país"
Gaudí, entonces un adolescente que seguía haciendo cada día el mismo recorrido desde casa hasta el centro, vivió esta transición en primera persona. Las nuevas disposiciones convivían con rutinas que le eran familiares, y las calles que atravesaba —las mismas que hoy enlazan simbólicamente su hogar de origen con el edificio del claustro— “reflejaban los signos de un país en transformación”, apunta Fàbregas. En aquel entorno convulso, continúa, “el futuro arquitecto iba asimilando cambios sociales y culturales que, con los años, también serían visibles en su mirada sobre la tradición, la modernidad y la identidad del país”.
Una mirada a los fundamentos del talento
La conferencia deJosep Fàbregas reconstruirá este mundo: el modelo pedagógico de las Escuelas Pías, la vida cotidiana de los estudiantes y el papel decisivo del contexto familiar y social en la formación del joven Gaudí. El paseo hasta el claustro ayuda a imaginar mejor aquella adolescencia: un trayecto corto en distancia, pero determinante para un joven que, sin destacar en todas las asignaturas, empezaba a construir la mirada que acabaría renovando la arquitectura moderna.
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