La comprensión del mundo significa enfrentarse a la realidad. El líder que busca canalizar en su provecho el odio difuso que él mismo contribuye a crear y a agitar consiguiendo de ese modo dar forma a una masa de individuos, aislados, desorganizados que han perdido la fe en las instituciones y que odian la razón y lo único que comparten es su confianza exclusivamente en la fuerza y el desprecio por la sociedad en que viven, cuya fuerza radica en la obediencia ciega de la masa de seguidores fieles e incondicionales que servirá sin cuestionar sus principios ni sus órdenes y que se proclama a sí mismo único ser en el mundo capaz de poner orden, es un político deleznable y aborrecible y su política detestable. Ahí radica, como dice Arendt, “la banalización del mal”. La política es necesaria pero la política que hacen los políticos puede ser deleznable. ¿Piensa en alguien, en algo?