Soledad sin soledad

Cuando la gente dice hay que nacer para sentirlo es que descubre algo que los demás ni ven ni sienten. Esta presencia de sí mismo, la fusión del hombre consigo mismo o con el terruño, cuando la persona se deja poseer por lo que la está mirando desde la cosa, desde el acontecimiento. Ese diálogo silente en el que se revela la esencia de lo que aquello es y que no se parece en nada a lo que los demás ven solo se da cuando se ve más allá de lo material y la persona logra arrancándose de la soledad pantanosa y multitudinaria y se arroja en los brazos de la soledad sin soledad. Ese dónde y ese cuándo en donde brilla lo extraordinario, es la intimidad, absolutamente incomunicable. La cuaresma es un buen cuándo para intentarlo

Volver arriba