Las cascada

“Me pusieron sobre el sendero que me había de llevar a ella. Desde el primer momento me llegaba un ruido absorbente. Después de unos minutos me vino encima un mundo escondido detrás de la curva. Una cascada de más de cien metros me arrojó fuera de mi, me lanzó de bruces contra la belleza bruta, paralizante, violenta, y me dejó al albor de lo desconocido. No era capaz de llorar ni de reír ni de lanzar exclamaciones ni de gar gracias a Dios, ni deseaba nada, solo dejarme ser por lo que veía. Nunca nada me había embargado tan dulcemente ni me había colmado tanto, ni nunca había estado hasta entonces  tan cerca del misterio, de lo secreto. Durante mucho tiempo después, cualquier música me parecía un griterío y cualquier cosa bella, una vulgaridad. Desde entonces guardo una increíble esperanza de que casi todo oculta una íntima belleza que solo espera que dejemos que se nos revele y nunca más miré nada con indiferencia”, me dijo después de estar mirando el video de una cascada que alguien le había enviado.

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