El papa León XIV nos ha regalado su primer documento magisterial, una exhortación apostólica, que lleva por títuloDilexi te(Te amé), y que trata sobre la opción preferencial por los pobres como camino de la Iglesia en el momento presente. Como el mismo Papa reconoce, ha asumido un proyecto que el papa Francisco dejó inacabado. Me gustaría que las reflexiones que compartiré con ustedes durante algunas semanas, les motivaran a adentrarse en la lectura y el estudio de este texto magisterial.
No se trata de un tema en el que la Iglesia ha caído en la cuenta ahora, como consecuencia de algunas ideologías o corrientes teológicas recientes. La opción preferencial por los pobres es una forma actual de referirnos a una cuestión que siempre ha estado presente en la vida de la Iglesia y que está en continuidad con la Tradición de todos los tiempos. A lo largo de sus páginas nos encontramos con testimonios que muestran que, en todos los momentos de su historia, la Iglesia ha enseñado “la caridad no es una vía opcional, sino el criterio del verdadero culto”. Especialmente significativas son las alusiones a algunos Padres de la Iglesia (san Juan Crisóstomo y san Agustín), quienes nos enseñaron que “el Evangelio solo se anuncia bien cuando llega a tocar la carne de los últimos” (DT 48).
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Hay también una continuidad con el magisterio más reciente: el Vaticano II nos enseñó que la Iglesia “reconoce en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y paciente, se esfuerza en remediar sus necesidades y procura servir en ellos a Cristo” (LG, 8). Benedicto XVI en su primera encíclica (Deus caritas est) nos recordó la centralidad de la caridad en la vida de la Iglesia. Francisco en Dilexit nos nos enseñó que el amor de Dios es un amor encarnado y León XIV da un paso más para que todos los cristianos podamos “percibir la conexión que existe entre el amor de Cristo y su llamada a acercarnos a los pobres” (DT, 3).

"En todos los momentos de la historia ha habido cristianos que han sabido descubrir con los ojos de la fe las pobrezas que existían a su alrededor, y se han comprometido luchando contra ellas"
El testimoniode la Tradición no se reduce a una enseñanza de carácter doctrinal. Ante la idea ampliamente extendida de una Iglesia vinculada al poder y a la riqueza, esta exhortación apostólica nos muestra que en todos los momentos de la historia ha habido cristianos que han sabido descubrir con los ojos de la fe las pobrezas que existían a su alrededor, y se han comprometido luchando contra ellas. De este modo, han abierto muchos caminos de santidad.
El cuidado de los enfermos, de los que sufren y de los ancianos; la acogida de los pobres en los monasterios; el compromiso por la liberación de los cautivos; el acompañamiento de los encarcelados; las obras educativas dirigidas a los más necesitados; la acogida y el acompañamiento de los migrantes; la opción por estar al lado de los últimos o el compromiso por construir una sociedad más justa en la que se reconozca la dignidad de todos los seres humanos… nunca han faltado en la Iglesia. Ella no solo ha transmitido la enseñanza de Jesús, sino que ha conservado su estilo de vida.
Los santos que han alcanzado la caridad perfecta por medio de las obras de misericordia no solo amaban a los pobres, sino que amaban la pobreza. Con su vida nos recuerdan que no puede amar verdaderamente a los pobres quien no ama la pobreza. En esto la Tradición de la Iglesia se muestra en toda su autenticidad como una tradición viva.
