El arzobispo de Santiago celebra la fiesta de la Inmaculada Francisco Prieto: "Dar la espalda a Dios implica también dar la espalda a los hermanos"

Monseñor Prieto, en la misa de la Inmaculada
Monseñor Prieto, en la misa de la Inmaculada Archicompostela

Prieto dirigió un mensaje a los numerosos peregrinos que estos días llegan a Santiago, recordando que la vida es un camino constante y que cada jornada se asemeja a una peregrinación marcada por metas, dificultades y esperanza

La Catedral de Santiago acogió este lunes 8 de diciembre la solemne celebración de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, una de las festividades marianas más importantes del calendario litúrgico. La jornada reunió a numerosos devotos, peregrinos y fieles que quisieron sumarse a una Eucaristía marcada por la tradición, la oración y un mensaje claro de esperanza.

La celebración comenzó a las 11:40 horas con la procesión del Cabildo catedralicio y el funcionamiento del Botafumeiro, que volvió a llenar de incienso el templo compostelano en un ambiente de especial recogimiento. La misa fue presidida por el arzobispo de Santiago, monseñor Francisco José Prieto Fernández, quien centró su homilía en la figura de María como madre de la esperanza y en el sentido profundo del tiempo de Adviento.

Creemos. Crecemos. Contigo

Durante su predicación, el arzobispo recordó que el Adviento es tiempo de espera y de esperanza, una esperanza que se aprende, dijo, “desde el corazón de la madre”. En ese contexto, destacó que la primera palabra que Dios dirige a la humanidad en el Evangelio es una invitación a la alegría. Citando el saludo del ángel a María, recordó: “Alégrate”, una llamada que, aseguró, sigue siendo actual en medio de un mundo marcado por conflictos, violencia e injusticias.

El prelado reflexionó también sobre el relato del Génesis y la pregunta de Dios al ser humano tras el pecado: “¿Dónde estás?”. Según afirmó, no se trata de una pregunta de localización, sino de una interpelación vital sobre el rumbo de la humanidad, sus responsabilidades y su relación con los demás. Advirtió de que dar la espalda a Dios implica también dar la espalda a los hermanos.

En contraposición a ese escenario, presentó a María como ejemplo de sencillez, confianza y disponibilidad. Subrayó que Dios no eligió a una mujer poderosa, sino a una joven humilde de un pequeño pueblo de Galilea, para mostrar que la verdadera grandeza nace de la fe vivida con sencillez.

Monseñor Prieto dirigió también un mensaje a los numerosos peregrinos que estos días llegan a Santiago, recordando que la vida es un camino constante y que cada jornada se asemeja a una peregrinación marcada por metas, dificultades y esperanza. Enmarcó la celebración en el contexto del actual año jubilar, casi concluido, como una oportunidad para renovar el sentido de la fe y del compromiso cristiano.

La celebración concluyó con una invitación a la reconciliación, a vivir con alegría el mensaje del Evangelio y a confiar en que, como muestra la Inmaculada, el mal y el pecado no tienen la última palabra. Bajo las bóvedas de la Catedral, Santiago volvió a poner su mirada en María como madre y guía en el camino de la fe.

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